Rusia ha descubierto enormes reservas de petróleo en el mar de Weddell, en la Antártida, según un informe presentado en el Parlamento británico. El hallazgo, realizado por buques de la empresa rusa Rosgeo, ha despertado temores sobre posibles exploraciones petrolíferas y militares en un territorio donde la explotación está prohibida por el Tratado Antártico. Las reservas estimadas, de unos 511.000 millones de barriles, superan significativamente las de regiones como el Mar del Norte y Arabia Saudita.
Tratado de por medio
El Tratado Antártico, firmado en 1959, y el Protocolo de 1991 sobre Protección del Medio Ambiente prohíben la explotación minera en la Antártida, permitiendo únicamente la investigación científica.
Sin embargo, la ambigüedad en la definición de "investigación" ha llevado a preocupaciones sobre las verdaderas intenciones de Rusia.
La recopilación de datos por Rosgeo desde 2011 sugiere que Moscú podría estar utilizando estudios científicos como una fachada para explorar recursos naturales.
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Preocupación generalizada
Expertos geopolíticos como Klaus Dodds señalan que Rusia tiene una agenda estratégica en la Antártida que podría desafiar el sistema de gobernanza consensuado del Tratado.
La invasión de Ucrania ha exacerbado estos temores, sugiriendo que Rusia podría buscar asegurar sus intereses en la Antártida a expensas del equilibrio internacional. La resistencia de Rusia y China a ampliar las áreas marinas protegidas en 2022 ya ha mostrado signos de tensiones crecientes en la región.
Con la reunión anual de los signatarios del Tratado Antártico prevista para fin de mes en India, se espera que las acciones de Rusia sean un tema central de debate. La comunidad internacional vigila de cerca las posibles repercusiones de este descubrimiento y las implicancias que podría tener para la estabilidad del Tratado Antártico y la protección del continente blanco.