Existen varias ventajas económicas para los beneficiarios que enfrentan discapacidades o problemas de salud, tanto físicos como mentales que les impiden trabajar de manera +optima. Entre estos beneficios, dos de los más importantes son el Seguro de Ingreso Suplementario (SSI, siglas en inglés) y el Seguro por Incapacidad del Seguro Social (SSDI, siglas en inglés), ambos gestionados por la Administración del Seguro Social (SSA, siglas en inglés).
Sin embargo, muchas personas se preguntan cuál de estos dos programas es más conveniente para su situación específica, en especial tratándose de brindar una seguridad plena para un bienestar satisfactorio.
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Seguro por Incapacidad del Seguro Social
El SSDI está diseñado para personas que han trabajado y pagado impuestos al Seguro Social; sin embargo, debido a una discapacidad ya no pueden continuar trabajando a tiempo completo. Este tiene enfoque en los créditos laborales ganados a lo largo de la vida laboral del solicitante, los cuales son requeridos.
Para calificar, es necesario que la condición médica dure al menos un año o sea potencialmente grave. Los solicitantes deben presentar evidencia ante la SSA que demuestre que su condición afecta significativamente su capacidad para realizar tareas laborales, como levantar objetos, estar de pie, caminar, sentarse o tomar decisiones lógicas. Los montos de los pagos de SSDI suelen ser más altos que los de SSI, reflejando las contribuciones laborales anteriores del beneficiario.
La elección entre SSI y SSDI depende de la situación personal de cada persona. Mientras que uno es más adecuado para aquellos con ingresos limitados y sin historial laboral relevante, el otro es más importante para personas que han trabajado en el pasado, pero ya no pueden continuar por su discapacidad. Al final, ambos programas proporcionan un alivio financiero crucial, sin dejar de lado cuál se ajusta mejor a las circunstancias individuales.
Seguro de Ingreso Suplementario
El SSI es un programa federal que brinda asistencia financiera a personas mayores de 65 años, ciegas o con discapacidades que tienen ingresos y recursos económicos limitados. A diferencia del SSDI, no se basa en el historial laboral del solicitante, sino en el principal criterio para calificar que es el nivel de ingresos y recursos disponibles.
Se trata de un programa esencial para aquellos que no tienen un historial de trabajo suficiente para calificar en otros beneficios o cuyas discapacidades les impiden participar en la fuerza laboral. Por ejemplo, en el año 2022, para ser elegible una persona no podía exceder ingresos de U$D 841 mensuales, mientras que para una pareja el límite era de U$D 1,261. Cabe destacar que el valor total de los recursos financieros como efectivo, cuentas bancarias y propiedades no puede exceder los U$D 2,000 y U$D 3,000 para cada caso, específicamente.