EL ESPACIO QUE COMPARTIMOS EN PANDEMIA

A una hora del centro histórico de Lima, en Perú, se encuentra el pueblo joven Enrique Montenegro. Pertenece al distrito más poblado de la capital, San Juan de Lurigancho (SJL), donde los vecinos han librado una lucha constante desde hace varios años en defensa de uno de sus espacios públicos más importantes: el parque “Monteverde”.

Maribel Quispe, abogada de 27 años, ha sido testigo del crecimiento de este parque, que también creció con ella. “Cuando era un descampado, aún sin tener la infraestructura que tiene ahora, se utilizaba para hacer campeonatos de fútbol entre los sectores de la comunidad de Montenegro”, recuerda.

Es por ello que hace cuatro años la consigna “Salvemos Monteverde” unió a toda la comunidad para evitar que se construya encima de ese espacio, porque era un lugar en el que los niños y jóvenes que antes jugaban fútbol ahora compartían con sus hijos y nietos. Incluso es considerado como una de las áreas verdes más importantes del distrito, que cuenta con más de un millón de habitantes.

Fuente: Facebook Complejo Deportivo Monteverde

“En mayo, en plena cuarentena, los vecinos denunciamos que se había lotizado Monteverde para un mercado de comerciantes informales. Y volvimos a salir a las calles para hacer respetar el uso adecuado de este espacio público”, recuerda Maribel.

Con la llegada de la COVID-19 a nuestro país, hemos sido testigos de la revalorización de los espacios públicos como parques, malecones o plazas como sitios de encuentro y recreación. Esto debido a que, en su mayoría, permiten cumplir con las medidas de distanciamiento y ventilación que se necesitan para protegerse del virus y que además nos dan un respiro al aire libre después de meses de confinamiento.

“Al llegar la pandemia se nos quitó la posibilidad de usar la calle y la ciudadanía comenzó a reconocer el valor de los espacios públicos y a añorarlos. Lo que más querían era volver a caminar por los parques, veredas, pistas. Y eso es una oportunidad porque nos permite recuperar los espacios públicos y resignificarlos para un mejor y mayor uso”, explica Mariana Alegre, directora de Ciudades Cómo Vamos y fundadora de Ocupa tu Calle.

Espacios públicos: el corazón de las ciudades

Pero ¿realmente qué son los espacios públicos y por qué son importantes? Alegre los define como ‘el corazón de las ciudades’. “Los espacios públicos son todo aquello que se encuentra fuera de las casas y que es de uso libre. Pero no son sólo parques y plazas, sino también las redes de vereda, pistas, los espacios naturales que sirven para convocarnos y acercarnos como comunidad”, sostiene.

Plazuela Amalia Puga, en Cajamarca. Fuente: RPP.

Por su parte, la WWF señala que los espacios públicos también son “una herramienta para mejorar la funcionalidad urbana y promover la salud y ecosistemas urbanos productivos, mejorando la calidad de vida para los residentes”. Eso último es muy importante, pues la calidad de vida de todos los peruanos y peruanas está relacionada también a estos espacios. Si están bien implementados nos pueden brindar seguridad, cohesión social, mejora de salud y el bienestar, aumento de los valores de la propiedad, mayor actividad comercial y atractivo de la ciudad, entre otros beneficios.

“Todos los peruanos entendemos nuestra vida dentro de la propiedad privada, es una cuestión cultural. Luchamos por tener nuestra vivienda, nuestro espacio. Pero hay una idea de que todo lo que está afuera es ‘tierra de nadie’ y esa es una de las razones por las que, por ejemplo, uno tira basura en la calle. Si está fuera de mi límite de propiedad de quién será, pensamos”, explica la arquitecta de K+M, Marta Morelli.

De hecho, según una encuesta realizada por IPSOS para RPP en el 2019, sólo el 4% de los peruanos consideran que los espacios públicos para la recreación y accesibles son lo más importante para que una ciudad funcione de manera correcta y sus habitantes puedan tener una mayor calidad de vida.

Así, tras 10 meses desde que llegó la COVID-19 a nuestro país y nos obligó a permanecer más tiempo en nuestras casas, nos hemos dado cuenta de que estábamos acostumbrados a refugiarnos y protegernos de la ciudad en nuestros hogares. “Ahora es tiempo de comenzar a mirar de nuevo esos espacios de los cuales hemos estado huyendo en los últimos lustros como queriendo separarnos de ellos”, sostiene el urbanista Pablo Vega Centeno.

Déficit en áreas verdes

Los parques de las ciudades, de los barrios o de los distritos suelen ser espacios de congregación y participación ciudadana muy importantes y bastante aceptados por los ciudadanos. Todos tenemos recuerdos de la infancia o la adolescencia en alguno de ellos y, en efecto, en el 2019 más de la mitad de peruanos (57%) señaló a los parques como su principal espacio de recreación según la encuesta de IPSOS.

Pese a ello, las ciudades en el Perú no cuentan con la suficiente cantidad de parques o áreas verdes para sus ciudadanos. Para que una ciudad sea sostenible debe tener al menos 9 m2 de áreas verdes por habitante, según recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el Perú, sólo tres ciudades llegan a los 3 m2 de áreas verdes por habitante: Lima, Tacna y Arequipa.

Y en el caso de la capital, esto no ocurre en todos los distritos. Sólo 10 distritos de los 50 que comprende Lima Metropolitana superan los 9 m2 de áreas verdes por habitante, siendo Santa María, San Isidro y La Molina los tres primeros, según el Observatorio de Lima, proyecto elaborado por la Universidad del Pacífico.

Ranking de distritos que tienen más áreas verdes por habitante (Lima 2020)

Distrito Áreas verdes por habitante (m2) Población
1. Santa María del Mar
54.7
999
2. San Isidro
31.1
60,735
3. La Molina
15.2
14,0679
4. Punta Negra
13.9
7,074
5. La Punta
12.6
3,829
6. Chorrillos
12
314,241
7. Punta Hermosa
11.8
15,874
8. San Borja
11.5
113,247
9. San Bartolo
9
7,482
10. Santiago de Surco
8.5
329,152
Fuente: Elaborado por la Universidad del Pacífico con datos de Guía de Calles 2020 y el Censo Nacional 2017 (INEI)

La arquitecta Marta Morelli explica que esta distinción podría ser, en parte, porque en todas las ciudades de la costa viven en un desierto, especialmente Lima. “El área verde es un bien muy difícil de mantener y no necesariamente está de la mano con el espacio público. No sólo se trata de tener grandes parques y jardines, podemos recuperar áreas verdes arborizando las calles o las plazas”, recomienda.

En esa línea, explica que tener áreas verdes no es sinónimo de tener espacios públicos. Si bien, tenemos un déficit muy alto, al margen de la cantidad de áreas verdes que necesitamos como ciudad, también tenemos una deficiencia enorme de espacios públicos, y esto puede traducirse en desigualdad.

Sobre ello, Cynthia Yamamoto, cofundadora de Peruanos de a pie, coincide en la distribución desigual de espacios públicos y en su utilización. “El espacio público aún cuando es muy generoso en los barrios acomodados de Lima nunca era utilizado por las personas jóvenes o niños y adolescentes”, comenta. “Siempre se habían visto (a los parques) como el lugar de entretenimiento del que menos tiene y que a medida que tienes más recursos tu diversión termina siendo más sofisticada; sin embargo, ahora vemos mucha más gente que va al parque a conversar el fin de semana”, explica.

Esta falta de áreas verdes se replica en el país y, en algunas regiones, el déficit es más grande. Según el estudio “Ciudades Amazónicas del Perú 2019” desarrollado por la WWF, Periferia y Mi Ciudad, sólo 10 de 22 ciudades estudiadas en la Amazonía superan el metro cuadrado de áreas verdes públicas por habitante dentro del tejido urbano. Juanjuí (San Martín) es la que reporta una mayor dotación de espacios verdes, con 3.40 m2 por habitante y Chachapoyas la que tiene menos verde, con 0.09 m2 por habitante, según data del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) del 2017, expresa el informe.

Mercado de Iquitos. Fuente: RPP.

Ahora, la mayoría de las ciudades de la selva se encuentra en la región natural de bosque tropical amazónico, caracterizado por tener una abundante cobertura vegetal. “Si bien, las zonas urbanizadas no tienen amplios espacios verdes, la infraestructura verde circundante presta importantes servicios ambientales y de recreación. Todas las ciudades, por ejemplo, se encuentran en zonas cercanas a ‘infraestructura verde’, que tiene un estatus de protección como Área Natural Protegida (ANP)”, explica la WWF.

Pero ¿qué se considera espacios verdes públicos? Según el INEI 2017 estos son las plazas, parques zonales y zoológicos, jardines y óvalos, bermas y alamedas. La información sobre estos espacios se reporta anualmente por las municipalidades distritales en el Registro Nacional de Municipalidades (RENAMU), gestionado también por el INEI, y según la WWF se resalta que “no se tienen registros de cobertura de arbolado urbano, ni indicadores de seguridad, inclusión o accesibilidad de espacios públicos”.

¿Cómo ha cambiado el uso de estos espacios en pandemia?

A raíz del primer confinamiento se vio qué tan importante era hacer actividades al aire libre, y fuimos testigos de cómo comenzaron a impulsarse diferentes iniciativas para hacer actividades recreativas en espacios abiertos, mercados itinerantes, domingos sin auto, deporte en condiciones seguras.

“Ha ido cambiando el estigma de que las actividades en espacios públicos son de ‘pobres’. Ahora se ve mucho en distritos residenciales a gente joven en el parque conversando, un hábito tradicional en cualquier barrio de Lima, pero no en los distritos más adinerados. Sí ha calado el mensaje de que en espacio público puedes tener contacto con distanciamiento social, mascarilla y sin aglomeraciones”, explica Cynthia Yamamoto, cofundadora de Peruanos de a pie.

  • Lambayeque. Fuente: RPP
  • Ayacucho. Fuente: RPP
  • Arequipa. Fuente: RPP
  • Arequipa. Fuente: RPP
  • Piura. Fuente: RPP
  • Ica. Fuente: RPP

Por su parte, Mariana Alegre sostiene que la pandemia ha potenciado el uso de la calle y ha permitido que distintas personas la usen de manera diversa. “No sólo un uso mayor, si no más intensivo y frecuente. Un ejemplo es el uso de la calle como espacio de trabajo. Siempre se utilizó como comercio ambulatorio y eso se tomó con una perspectiva más restrictiva y punitiva por parte de las autoridades. Sin embargo, una gestión más apropiada de ese tipo de prácticas podría permitir que continúen siendo usadas en espacios públicos”, afirma.

Mercados Itinerantes

Los mercados itinerantes son una de estas iniciativas, por ejemplo. En los primeros meses de la cuarentena, los mercados se volvieron uno de los focos de contagio masivo de la COVID-19. Ante esa situación y ante la necesidad de las personas de abastecerse de alimentos para el confinamiento y evitar aglomeraciones, se comenzó a implementar mercados itinerantes en distintas regiones del país.

Según el Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI), desde fines de marzo los mercados itinerantes se instalaron en los 24 departamentos y la Provincia Constitucional del Callao del país, vendiendo 8.5 toneladas de productos de canasta básica familiar como hortalizas, tubérculos, frutas frescas, carnes, cereales, entre otros.

En el caso de Lima, en los distritos de San Isidro, Miraflores, Jesús María, entre otros, han sido algunos de los que han organizado a sus productores y comerciantes de sus mercados para que puedan abastecer a los vecinos de forma itinerante y moviéndose de lugar cada fin de semana, señala el urbanista Shariff Kahatt, arquitecto de K+M, destacando que dicha medida fue bastante positiva.

“La enseñanza que nos ha dejado el implementar estos servicios durante la pandemia es que se necesitan microcentralidades barriales y que cada barrio reconozca cuál es su pequeño centro de abastos para decir ‘si yo voy allí, voy a encontrar de todo’”, agrega.

Terrazas gastronómicas

Uno de los sectores que más afectados se vieron por la pandemia fueron los restaurantes. Al ser espacios de interacción tuvieron que cerrar por varios meses antes de reabrir con los protocolos necesarios para evitar el contagio del nuevo coronavirus. Sin embargo, una de las opciones de consumo en espacios públicos que apareció y que funcionó fueron las terrazas gastronómicas.

“La nueva normalidad propiciada por la crisis sanitaria plantea adoptar medidas de autocuidado, pero también implica incorporar nuevas conductas y formas de uso del espacio público”, señala el Ministerio de Vivienda en la primera edición de la Guía para el uso temporal de espacios públicos (colindantes a restaurantes y servicios afines autorizados) que se ha elaborado para promover la práctica de la micromovilidad y la recuperación de espacios públicos.

En ese sentido, se propuso que se disponga de las áreas públicas colindantes con los establecimientos (como veredas, estacionamientos o pistas) para la ampliación de terrazas gastronómicas donde la gente pueda hacer consumo de sus alimentos. César Simborth, director general de Accesibilidad y Desarrollo Tecnológico del Ministerio de Vivienda, explica que esta implementación se da para operadores privados de servicios gastronómicos como los restaurantes, menús o sitios que venden comida y que necesitan albergar de manera espaciada al público.

“Sobre todo ahora que existe una alta demanda porque los centros de trabajo ya están funcionando, la guía permite que se disponga de áreas públicas para la ampliación de este tipo de espacios. Hemos desarrollado ciertos parámetros que garanticen el distanciamiento físico, por ejemplo, la disposición de las mesas o la proximidad entre mesa y mesa”, detalla.

Fuente: Guía para el uso temporal de espacios públicos colindantes a restaurantes y servicios afines autorizados, así como establecimientos culturales y de arte, I Edición, del Ministerio de Vivienda.

Esta iniciativa que por el momento es temporal supone un cambio de actitud frente a los espacios públicos bastante interesante. “Lo que queremos ahora es que las personas estén en espacios abiertos, ventilados, a pesar de que se puede manejar el aforo de un restaurante, lo ideal es que estén en lugares abiertos”, agrega Michelle Rodríguez, decana de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Pacífico, que ha trabajado también con este tipo de proyectos en municipalidades como la de Miraflores. Cuenta además que esta iniciativa de terrazas gastronómicas es una que se ha implementado en países de Europa y de Estados Unidos como una medida para frenar el contagio de la COVID-19.

“El diseño de las ciudades como espacios donde buscamos el bienestar de nuestra comunidad es importante. Tenemos lugares carentes de áreas verdes y carentes de una gobernanza del espacio público. Por ejemplo, en el tema de las terrazas la pregunta es a quién le corresponde, ¿al privado, al público?”, agrega.

Por su parte, el Ministerio de Vivienda afirma que este proyecto se debe implementar en coordinación con las municipalidades porque son quienes tienen la competencia sobre la administración de las vías. Por ejemplo, uno de los lineamientos principales es que la Municipalidad sectoriza las zonas de aplicación de la Guía y aprueba la delimitación de las áreas de intervención y que, sobre todo, el uso temporal de los espacios públicos no debe afectar las zonas de evacuación establecidas, ni el acceso peatonal o generar una mayor aglomeración de personas.

La fascinación por las playas

Con la llegada del verano y aún con una pandemia que amenaza tener una segunda ola en el país, el debate se comenzó a centrar en el uso de las playas como espacio público. De hecho, según una encuesta de Lima Cómo Vamos y Ocupa Tu Calle en 2019, las principales actividades que realizaban las personas de Lima Metropolitana y el Callao eran visitar un centro comercial, ir a los parques, y en tercer lugar ir a las playas. En Lima el 49.2% de personas optaban por esta actividad y en el Callao era el 59.5%.

Sin embargo, el contexto actual llevó al gobierno peruano a decretar la prohibición del uso recreacional de las playas en todo el país hasta el 31 de enero del 2021, excepto si es para deportes acuáticos. Esto, con la finalidad de evitar una propagación del virus; sin embargo, la medida ha generado un debate por parte de los ciudadanos, especialistas y autoridades gubernamentales.

“En el tema de las playas hay varios aspectos a considerar. Uno es que, efectivamente, son espacios abiertos donde el riesgo es menor, pero dada la magnitud de las personas que se reúnen en las playas los meses de verano y feriados, sí se vio por conveniente establecer algunas restricciones”, explicó a RPP el Director de Promoción de Salud del Minsa, Alexandro Saco.

El debate sobre el uso de las playas como espacios públicos. Fuente: RPP / Francesca Raffo

Sin embargo, el arquitecto urbanista José García Calderón explica que Lima y otras ciudades del Perú tienen tan pocas áreas verdes y tan pocos espacios públicos que las personas se desesperan cuando pueden ir a un nuevo espacio público como la playa.

Por ello, la visión que tienen diversos especialistas es que se tomen otras medidas de seguridad en las playas y no restringirlas por completo. Desde Ocupa tu Calle recomiendan generar lineamientos de gestión para su uso adecuado que permitan controlar el aforo y la predictibilidad en la disponibilidad de los espacios de la playa. Además, de poner reglas claras para que los grupos demarcados interactúen entre ellos.

Otro de los lineamientos que se necesitan es el de generar rutas y recorridos desde y hacia la playa (peatonales o medios de transporte) con bordes y límites que permitan la no aglomeración. Y también desarrollar una web o aplicación para gestionar reservas y que sirva también como mecanismo de rastrear posibles contagios.

¿Espacios públicos accesibles?

Como ya hemos mencionado, espacios públicos son todo lo que está en el exterior. Sin embargo, lo primero que se nos viene a la mente siempre es un parque o una plaza, olvidándonos de lo más importante: la calle. “El primer espacio público de convivencia y de encuentro tiene que ser la calle. Las veredas y espacios de esa misma sección y, por ende, lo que tiene que mejorar en los distritos es justamente eso”, señala Shariff Kahatt.

En esa línea, sostiene que todas las calles deberían ser arboladas, con espacio de sombra, con bancas y sobre todo con veredas más anchas. “Las veredas son ridículas, a veces no llegan a 90 centímetros. Tenemos que cambiar ese sentido de que la calle es la pista. La pista es una parte de la calle y debería ser la de menor extensión y demanda, de tránsito lento. Cuando suceda eso, todas las calles serán espacios agradables de encuentro”, puntualiza.

Unidad Vecinal del Rímac. Fuente: Ciudades Cómo Vamos

Y no sólo se trata de que sean espacios agradables sino también de que sean accesibles para todos y todas. Muchas personas vivimos los primeros meses de cuarentena sin poder visitar plazas o parques o incluso salir a caminar y eso cambió nuestro estilo de vida. Sin embargo, esta era una realidad que vivían desde mucho antes de la pandemia los más de 3 millones de peruanos que tienen algún tipo de discapacidad, debido a la falta de accesibilidad en los espacios públicos.

“La cuarentena nos ha hecho caer en cuenta de que hay un número importante de peruanos y peruanas que en su día a día se encuentran aislados y excluidos del espacio público. Por ejemplo, en una vereda que no tiene las condiciones adecuadas o un conjunto de rampas que están demasiado empinadas”, explica José Clemente Peralta, subdirector de Fiscalización del Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad (Conadis).

Así pues, ahora es mucho más álgida la necesidad de contar con una vereda que esté libre de obstáculos, que no existan comercios que la invadan, o carros que se cuadren encima de ella. “Cuando tú sales por la calle no te genera un mayor esfuerzo, pero para las personas que tienen algún tipo de discapacidad esto sí les genera un esfuerzo adicional. Si tú vas a la panadería a cinco cuadras, lo haces sin problema. Una persona que tiene que usar una silla de ruedas y encuentra cinco rampas en mal estado, va a regresar con un dolor de brazos y eso va a limitar su participación de estos espacios”, explica Clemente.

En el Perú existen normas técnicas que explican cómo construir los espacios públicos como la Norma de Accesibilidad Universal (Norma A. 120 “Accesibilidad Universal en Edificaciones” del Reglamento Nacional de Edificaciones Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, 2019) que habla del diseño de estos espacios y que establecen las condiciones de accesibilidad para que los espacios sean utilizados por la mayor cantidad de personas. Sin embargo, Clemente sostiene que existe mucho desconocimiento o mucho desdén y eso hace que las zonas carezcan de estas condiciones.

Los limeños nos hemos acostumbrado a sobrevivir en la ciudad y no a vivir. La experiencia de caminar siempre ha sido una tortura, estamos acostumbrados a caminar en veredas angostas, con huecos, con bocinazos de autos que nos dejan sordos y que ni siquiera se dan cuenta que nos hacen daño. Eso necesitamos hacerlo visible”, complementa el arquitecto urbanista Pablo Vega Centeno.

Además, es bueno tener en cuenta que el principal medio de transporte de personas con discapacidad es caminar (53.6%), luego el transporte público (38.2%) y tercero es taxi (28.6%), según indica la Defensoría del Pueblo. La misma entidad sostiene que el uso del taxi es casi una obligación puesto que se les dificulta mucho moverse de las otras maneras; sin embargo, el taxi les genera una gran carga económica.

El transporte público debería tener rampas para silla de ruedas, las estaciones deberían tener información táctil, debería existir campañas de sensibilización, entre otras iniciativas que menciona el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.

Cuando hablamos de igualdad hablamos también de que todas las personas puedan hacer uso de estos espacios en igualdad de condiciones sin que les genere un esfuerzo mayor, un perjuicio mayor. Y para ello, es crucial tener una planificación urbana adecuada, otra de las evidencias que nos ha dejado la pandemia.

La planificación urbana que nos faltó en la pandemia

La Avenida El Sol es una avenida principal que nace en la carretera Panamericana Sur y se extiende por todo el distrito de Villa El Salvador, ubicado al sur de Lima. Este distrito, según el Censo Nacional de 2017, alberga al 20.4% de la población del cono sur, estimada en el 2018 en más de dos millones de habitantes, por lo tanto, es un distrito realmente importante para el desarrollo de la zona. Sin embargo, si algunas de las personas que viven en esta avenida o cerca de ella, desean adquirir o abastecerse de alimentos caminando, deben emplear 45 minutos de su tiempo; es decir, casi una hora para comprar comida, según un estudio de la Universidad del Pacífico.

Fuente: Universidad del Pacífico.

Esta realidad no ocurre en todo Lima, por supuesto. Hay múltiples zonas en distritos como Santiago de Surco, Lince, Cercado de Lima, Miraflores, Santa Anita o San Juan de Lurigancho que sólo deben emplear entre 0 a 15 minutos para acceder a alimentos. Esta desigualdad en la planificación urbana ocasiona que siempre haya un grupo de personas que se vean más vulnerables, sobre todo en tiempos de crisis como la que estamos viviendo.

Tener datos claros sobre los ciudadanos más vulnerables, por ejemplo, es algo que nos hubiera servido muchísimo cuando la COVID-19 llegó al país. “Durante la pandemia hablábamos de vulnerabilidad de mayores de 60 años que estén alejados de un lugar para abastecerse de comida, por ejemplo. Los lugares más vulnerables no tienen luz o agua y por lo tanto requieren permanentemente salir a comprar alimentos”, afirma Michelle Rodríguez, decana de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Pacífico.

Así, uno de los desafíos de la planificación urbana en nuestras ciudades es que no ha podido garantizar que todos los ciudadanos accedan a servicios tan básicos como el abastecimiento de alimentos sin tener que recorrer grandes distancias. Y esto es algo que no sólo ocurre en el Perú si no que se replica también en América Latina y el Caribe.

“Los ciudadanos pueden dedicar más de dos horas a sus desplazamientos diarios (según la CAF 2018) y además una planificación espacial inadecuada impide la distribución geográfica eficiente del talento, lo que a su vez reduce la productividad del sector de los servicios en un 11%, según el paper “Productivity in Services in Latin America and the Caribbean”, señala Patricio Zambrano-Barragán, especialista senior en Desarrollo Urbano y Vivienda del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La productividad es crucial en momentos de reactivación económica y es algo que se pudo ver con la iniciativa de los mercados itinerantes. Pero esa iniciativa no debe ser sólo temporal. “La clave a largo plazo es el cambio de zonificación y, con él, el cambio de mentalidad de desarrollo urbano donde todo el distrito pueda asegurarte que vas a resolver lo que necesites. En el mejor de los casos, tu misma manzana debería tener al menos una bodega y una farmacia, y es debería pasar de forma natural, sin estar restringido”, apunta por su lado, Shariff Kahatt.

“Ciudad de los 15 minutos”

Para ello existe el concepto de la “ciudad de 15 minutos”, que fue acuñado por Carlos Moreno, director científico y catedrático de Emprendimiento, Territorio e Innovación (ETI) de la Universidad Sorbona, de París. Esta idea ya se está aplicando en muchas ciudades del mundo y tiene que ver con que en 15 minutos puedes abastecer toda tu vida, de manera amigable con el medio ambiente.

“Se trata de que alguien pueda salir de su hogar y caminando (o en bicicleta) en 15 minutos se pueda abastecer de lo más básico como alimentos, acceso a una farmacia, centro de salud de primera necesidad, productos básicos de cuidado del hogar”, explica Michelle Rodríguez.

La arquitecta de K+M, Marta Morelli, complementa la idea afirmando que se trata también de “empezar a entender que los barrios no son monofuncionales para decir ‘aca sólo se vive, sólo se trabaja, sólo se compra’, si no que cada barrio tiene un poco de todo”. Y si evaluamos bien, 15 minutos no es poco, es por ejemplo poder ir 15 manzanas caminando, lo que largamente puede ser más de un barrio.

Además, algunas de las características más valoradas por los ciudadanos de Lima y Callao sobre qué debería tener una vivienda son la cercanía que tiene al centro de trabajo o estudios, al paradero de transporte público y a supermercados, tiendas, bodegas o centros comerciales, según la encuesta de Lima Cómo Vamos del 2019 .

¿Cuáles son las características que más valora de una vivienda en general (ideal)?
Lima metropolitana y el Callao, 2019

La cercanía de la vivienda al centro de trabajo o estudios
45.1%
55.0%
La vivienda con conexión a agua y alcantarillado
44.5%
45.0%
La cercanía de la vivienda a un paradero de transporte público
32.4%
46.3%
La vivienda con conexión a luz y energía eléctrica
33.4%
37.3%
La vivienda con pisos, paredes y techos de concreto
34.1%
24.3%
La cercanía a parques públicos con áreas verdes
34.1%
18.8%
La cercanía de la vivienda a supermercados, tiendas, bodegas o centros comerciales
19.6%
29.0%
La vivienda está ubicada en una zona de bajo riesgo antes fenómenos naturales
25.9%
21.0%
La vivienda con dormitorios individuales para padres e hijos
21.1%
12.0%
Fuente: Décimo informe urbano de percepción sobre la calidad de vida en la ciudad 2019 de Lima Cómo Vamos.

En la capital se está trabajando el proyecto de “Lima en 15 minutos” desde la Universidad del Pacífico y con el financiamiento de CONCYTEC y lo que busca, además de generar que los ciudadanos estén más cercanos a servicios básicos, es contribuir con la reactivación económica de la mano con los productores, bodegueros y conglomerados comerciales. “Hemos hecho una plataforma digital que permitirá la reactivación económica postcovid haciendo innovación abierta entre los municipios, la academia y los empresarios para mejorar la venta de los conglomerados comerciales en nuestro país”, explica Michelle Rodríguez.

Agrega además que “tenemos que darle al ciudadano espacios donde pueda salir a comprar y si no existen estos espacios por normativa o por zonificación, que se creen y que las municipalidades sean las encargadas de promover espacios públicos para que pequeños agricultores del Valle de Lurín o Pachacámac, por ejemplo, puedan traer sus productos y acercar esta oferta hacia los ciudadanos que lo necesitan”.

Planificación y gestión: dos pilares importantes

Desde que llegó la COVID-19 al país uno de los mensajes más potentes que se promovió para evitar el contagio de esta enfermedad fue el de “Quédate en tu casa”. Sin embargo, considerando que en nuestro país más del 70% de los trabajadores son informales y que muchos de ellos viven del día a día, la gente tuvo que salir y transportarse para conseguir ingresos y, por ende, exponerse al contagio.

Esto puso en evidencia que Lima estaba muy mal estructurada y que estábamos acostumbrados a ello. “Muchos habitantes de Lima necesitan hacer largos viajes y la mayoría de ellos son habitantes de bajos ingresos que dependen del transporte público. Esta estructura desigual de la ciudad los expuso a los contagios y también a un aumento de su costo de vida”, señala Pablo Vega Centeno.

Chorrillos, Lima. Fuente: Ciudades Cómo Vamos

Lima, según los especialistas, tiene un modelo de ciudad que casi nadie tiene. Shariff Kahatt lo explica de la siguiente manera: Las grandes ciudades tienen 3 o 4 sectores de organización, así como ocurre en Bogotá que se elige a un alcalde y este designa a 20 personas de su equipo en distintas zonas para ver temas de salud, cultura, transporte. “Sin embargo en Lima tenemos un alcalde metropolitano y aparte 50 alcaldes distritales independientes que tienen su propio plan cada uno y no puedes tener a 50 personas tratando siempre de tener la razón”, advierte.

Si cada municipio tiene sus propias ordenanzas y leyes e incluso hay algunas que pasan por encima de Lima o se enfrentan, difícilmente se podrá reducir la desigualdad entre distintas zonas de la capital. Y este tipo de distribución de la ciudad tiene larga data que no se ha revisado hasta el momento. “Si no cambiamos esas dinámicas, esas reglas de juego, los mecanismos van a perpetuarse y los distritos van a seguir teniendo dificultades para avanzar o coordinar entre ellos para hacer algo mejor. Hay cosas básicas en las que no se ponen de acuerdo”, sostiene el experto.

Planmet Lima hacia el 2040

En febrero del 2020 el viceministro de Vivienda, David Ramos, afirmó que el 88% de municipalidades en Lima no contaban con un plan urbano y que se estaba trabajando para que en el 2021 todas lo puedan tener. Considerando que Lima alberga a 9.8 millones de habitantes y es la ciudad más grande del Perú, es importante que se trace un plan integrado para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

El último Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano de Lima y Callao es de hace 30 años, lo que ha generado que la ciudad haya crecido de manera desordenada y caótica, agregó el viceministro en el Foro Ciudades Con Futuro, organizado por RPP.

Ahora en el 2021, la Municipalidad de Lima, a través del Instituto Metropolitano de Planificación (IMP), tiene a su cargo la formulación del Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano 2021-2040 (Planmet 2040), el cual busca orientar el desarrollo de la capital en los siguientes 20 años.

Este plan es una actualización del Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano de Lima y Callao 2035, que se trabajó en la gestión de Susana Villarán y que estaba casi completo, pero se quedó trunco en la gestión de Luis Castañeda. “Este plan tenía una visión articulada del transporte, periféricos viales, programas de rehabilitación urbana y, en conjunto, una serie de medidas que tenían un componente bien amplio de ciudad”, señala la fundadora de Peruanos de a pie, Cynthia Yamamoto.

Además, Shariff Kahatt señala que el Planmet, que se está trabajando bajo la gestión del actual alcalde Jorge Muñoz, debería aprobarse este 2021 y con eso convertirse en ley. “Idealmente, el alcalde metropolitano que llegue tendrá que hacer obras que estén dentro del marco de este plan, no podrá inventarse obras porque se le da la gana. Cuando se apruebe deberíamos tener una prioridad con los gastos de los proyectos municipales y que se complementen con ciclovías, transporte público, espacios públicos”, añade.

Nuevas centralidades también en regiones

Si bien Lima siempre ha sido un modelo para otras ciudades del país, no siempre lo ha sido para bien. Regiones como Piura, Arequipa, Ica o Trujillo están creciendo mucho y están aplicando el mismo modelo de Lima: la proliferación de condominios cerrados que venden la idea de exclusividad, pero sin equipamiento. “Esa idea de exclusividad se ha expandido por todo el país y las ciudades han crecido como islas, sin generar una rama urbana y dependiendo 100% del automóvil”, señala Shariff Kahatt.

Es importante trabajar en diferentes centralidades distritales o barriales y asegurarnos de que haya presencia de lo público en ellas para mejorar su calidad urbanística y estimular inversiones. “Por ejemplo, pensar bien dónde localizar centros de servicios públicos como la RENIEC o la SUNAT, y saber que ese tipo de servicios genera una cadena de más servicios. Cada inversión pública del Poder Ejecutivo debe estar bien coordinada con un proyecto municipal, metropolitano de la ciudad”, complementa Pablo Vega Centeno.

Por su parte, el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, afirma que en el país tenemos que diferenciar entre la planificación y la gestión de las ciudades. “Podríamos tener los planes perfectos y mejor diseñados, pero eso no significa que los vayan a cumplir. La gestión de las ciudades tiene que ver con la administración de todas las redes de infraestructura, de servicios, de manejo del suelo y funciones dentro de la ciudad”, explica su representante, César Simborth.

Por otro lado, agrega que la planificación es “tener las reglas de juego claras, la visión de todo lo que hay que hacer para que la ciudad siga desarrollándose”. El ministerio de Vivienda tiene como una de sus funciones el urbanismo y el desarrollo urbano, y en esa línea, es quien ofrece el marco legal para que los municipios adopten los parámetros y ejerzan sus planes.

En el Perú tenemos que trabajar en ambos frentes, en la planificación de las ciudades y su diseño y en la gestión de las ciudades como presupuesto, capacidades técnicas, normas de administración pública, finaliza Simborth.

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