El estudio sevillano The Game Kitchen nos trae uno de los videojuegos independientes más esperados de la temporada: Blasphemous, un proyecto que nació hace más dos años y que vio la luz el mes pasado gracias a una campaña de financiamiento en Kickstarter.
Blasphemous -disponible en PlayStation 4, Xbox One, Nintendo Switch y PC- es apenas el segundo proyecto propio de la desarrolladora española (fundada en 2010). Sin embargo, los avances han logrado generar bastante expectativa entre el público y la prensa especializada. ¿Está justificado el hype? Tras haber pasado el juego, ensayaré una respuesta.
Lo bueno
Blasphemous es una oda al pixel art. El arte es simplemente soberbio, desde el diseño de personajes y enemigos, hasta la excelsa puesta en escena: pantanos encantados, bosques decadentes, castillos deprimentes. Todo está desarrollado con mimo y dedicación.
Cabe destacar que The Game Kitchen ha reconocido la influencia que tuvo en ellos la obra de Francisco de Goya (miren el cuadro Procesión de disciplinantes, para que se den una idea).
La historia se cuenta de manera críptica, invitándonos a estar atentos a los detalles, a las conversaciones, pero especialmente a los textos descriptivos de los ítems que vamos recogiendo. Si esto les parece conocido, es porque ya lo vimos en la saga Dark Souls, acaso la otra gran fuente de inspiración de The Game Kitchen.
En Blasphemous, controlamos al Penitente, un sobreviviente de la extraña maldición que ha caído sobre Cvstodia, el ficticio mundo donde ocurren los acontecimientos. Así, con su espada Mea Culpa, debe hacer frente a los horrores que han caído sobre estos dominios.
La premisa es, a priori, sencilla, pero poco a poco la historia nos va llevando por caminos confusos e intrincados que dejan mucho a la interpretación del usuario. El argumento me dejó con muchas interrogantes -lo cual no es necesariamente malo-, y me llevó a foros, donde he contrastado ideas con otros jugadores. De hecho, uno de los finales (hay dos) deja abierta la posibilidad de una secuela, aunque eso también es conjetura mía (¡ya ven a lo que me refiero!).
A nivel jugable, Blasphemous es un suculento menjunje: tiene su dotación de hack and slash 2D, con piscas de metroidvania, su rico plataformeo, y su consabida porción de Dark Souls. La combinación no se siente forzada, y el juego logra tener una personalidad propia. No obstante, sí he de reconocer que no es muy profundo a nivel jugable y se han dejado elementos sin pulir. Esto ya lo explicaré en la siguiente sección.
En este punto, sí quiero destacar la influencia de Dark Souls. Ya adelanté que está presente en la manera en la que se cuenta la historia, pero también se nota en la dificultad general del juego y en elementos de gameplay muy puntuales.
Por ejemplo, no hay checkpoints automáticos. El Penitente debe llegar a ‘hogueras’, llamadas Prie-dieu, en las que podemos grabar y desde las que reiniciaremos el juego cuando morimos. Y en Blasphemous moriremos mucho.
Sin embargo, acá se marca una diferencia respecto a la saga de From Software. Cuando morimos, no perdemos nuestras ‘almas’. Nuestra barra de culpa -con la que podemos lanzar poderes especiales- baja a cero y se reduce de tamaño. Para recuperar la culpa y restablecer la barra debemos ir al punto donde hemos muerto e interactuar con la pequeña estatua que queda sobre el suelo.
Los enfrentamientos contra los bosses son un punto para destacar: son retadores, extensos y variados. Estos enemigos te ponen a prueba y te obligan a utilizar todo lo aprendido para poder derrotarlos.
Otro punto positivo es la duración de Blasphemous. Terminar la campaña te puede tomar entre 15 a 20 horas, aunque todo depende de tu pericia y de tus ganas de investigar los secretos de Cvstodia. Además, como ya adelanté, tenemos dos finales, así que es un título altamente rejugable.
Lo malo
El control de Blasphemous es impreciso, algo que se nota especialmente en las secciones de plataformas. Esto puede llegar a ser frustrante, ya que -como dije- el castigo por morir es elevado, y morir por culpa del control es algo casi imperdonable.
El sistema de combate peca de simple. Si bien ganamos habilidades y nuevos golpes, nada se siente realmente innovador en este apartado. De hecho, desde el inicio hasta el fin de la partida, realizamos los ataques con un solo botón.
La música no sobresale. Es mera comparsa, y por momentos desaparece. Esto me parece un punto en contra especialmente lamentable, debido a la mencionada influencia de Dark Souls. En los juegos de From Software, la música es protagonista, y muchas de sus piezas han trascendido al paso de los años. No puedo decir de los temas elegidos para Blasphemous.
La distribución de las ‘hogueras’ -los mentados Prie-dieu- es irregular, con secciones con dos o tres relativamente cerca, mientras que en otras áreas hay una alarmante ausencia de ellas. A la par, debo cuestionar que las hogueras no sirvan como punto de desplazamiento rápido en el mapa -como sí ocurre en Dark Souls-, sino que hayan impuesto unos portales para tal fin. Lo malo acá es que estos portales son contados con los dedos, así que desplazarse a un punto específico del mapa puede demandarnos varios minutos.
Asimismo, hay misiones secundarias y encargos que cuentan interesantes historias, pero pueden pasar desapercibidas debido a lo mal implementadas que están. De hecho, hubiera sido interesante darles más peso a estas misiones, haciendo que influyan en el final del juego.
[POSIBLE SPOILER] Sacar el final secreto no está supeditado a acciones morales, a decisiones puntuales o a cumplir las misiones secundarias antes mencionadas, sino simplemente a realizar una serie de acciones específicas dentro de la campaña. The Game Kitchen desperdició la oportunidad de darle más peso a los encargos secundarios. [FIN DE POSIBLE SPOILER]
No encontré demasiados errores técnicos, salvo ralentizaciones puntuales en las peleas con dos bosses (tal vez relacionado por la magnitud del enemigo), y un par de veces que el Penitente quedó atascado flotando en el aire (ver video).
Lo feo
No encontré nada particularmente cuestionable en Blasphemous como para llenar esta sección. Sin embargo, con el temor de sonar a disco rayado, debo lamentar que el juego de The Game Kitchen no tenga versión física.
Quienes me suelen leer saben de mi gusto por las versiones físicas de los videojuegos, y me es muy lamentable encontrar buenas producciones que no las tengan. En este caso, sería genial que editen una edición coleccionista, con su respectivo libro de arte. El juego lo vale.
Conclusión: Blasphemous es un gran exponente del género hack and slash/metroidvania: extenso, difícil, con una historia críptica y un apartado artístico sublime. Sin embargo, el sistema de combate peca de simplista y la jugabilidad en general necesita un reajuste. Pese a ello, Blasphemous se disfruta, y estoy seguro de que, después de terminarlo, querrás saber más de lo que ocurrió en Cvstodia. España se está consagrando como cuna de notables producciones independientes.
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