Ha pasado más de una semana desde la paralización de la pesca en el mar de Ventanilla, producto del derrame de los 6,000 barriles de petróleo de la empresa Repsol, y la resignación de los pescadores de la zona se comienza a hacer evidente. “Voy a tener que buscar otro trabajo” o “tenemos que ver la manera de sobrevivir” son algunas de las respuestas que pueden ensayar, mientras observan lo que queda del ecosistema en el que trabajaban antes del desastre.
Raúl Gaitán es uno de ellos. Vive a cinco minutos de la Playa Cavero, una de las más contaminadas por el petróleo. Tiene 38 años y tres hijos, dos de ellos en estudios superiores. Además, es parte de la ASPEFAEA (Asociación de Pescadores de Pachacútec), fundada hace 12 años y con 120 miembros actualmente. Desde pequeño Raúl conoció la pesca como una afición hasta que ya en la adultez se volvió su trabajo y único sustento económico.
“En promedio, en un día, sacaba 80 o 90 soles. Si era un día bueno, hasta 200 o 300 soles que me servía para pagar la colegiatura de mis hijos, pero ahora ya voy una semana sin nada. Eso afecta muchas cosas, porque sabemos que ya trabajar aquí es inviable, todos los pescados están contaminados”, relata en conversación con RPP.
Según la última “Encuesta estructural de la pesquería artesanal en el litoral” (ENEPA 2015), la pesca artesanal representaba casi la mitad del empleo del sector pesquero en el país, con 67 mil pescadores registrados y es la que más aporta a la seguridad alimentaria de la población. Pintadilla, tramboyo, chita y lenguado, son algunas de las especies que más se pescaban en esta zona y que se podían comercializar. Sin embargo, toda esta fauna marina ha sido reducida y más de 1,500 pescadores se han visto afectados.
Jonathan Albites, por su parte, tiene 35 años y también es pescador, aunque se autodenomina “pescador independiente”. Ha trabajado toda su vida en el mar y, tras el daño ocasionado, estima que no podrá volver a hacerlo en 3 o 5 años. A diario pescaba chita, langostinos y lenguado que recogía de la orilla, pero ahora la orilla sólo está ocupada por una espuma marrón, espesa y mezclada con petróleo.
“Yo soy el único sustento de mi casa, con mis dos hijos y tengo que velar por mi madre que es una persona mayor edad. Antes sacaba 100 o 150 soles diarios, pero ante la paralización, ahora estoy trabajando como operario [para la empresa Sea, contratada por Repsol para retirar el petróleo], he recibido mi capacitación y mi indumentaria para poder trabajar”, cuenta.
Hacia dónde irá el petróleo
Los vecinos de Ventanilla recuerdan que la playa Cavero, si bien no era conocida por ser un balneario, era un lugar de “aventura” y una “posada de animales”. Así nos lo cuenta la señora Betty, de 64 años y quien ha vivido en Ventanilla desde que tenía seis.
“Cuando vi las noticias se me cayeron las lágrimas. Ver a los animales y cómo se les salía el petróleo por la boca me dio una melancolía terrible. ¡Cuántas veces encontraba focas allí! Foquitas que no se iban y que se quedaban porque querían la amistad de un humano, esa era la posada de los animalitos”, recuerda Betty, señalando las peñas rocosas donde antes se avistaban aves, lobos marinos y hasta pingüinos. Ahora, lo único que se ve al subir son galones de petróleo. El olor es fuerte y, tras unos minutos, los ojos comienzan a arder.
La pregunta que muchos se hacen desde que se dio a conocer la noticia del derrame es ¿qué se va a hacer con todo el petróleo recogido? Ante ello, el ministro de Ambiente, Rubén Ramírez, explica que desde el sector están efectuando el proceso de confinamiento -es decir, recoger el petróleo del agua y de las orillas-. “Estamos apoyando en la captura de este material oleoso, separándolo del agua y llevándolo hacia estos tanques. La empresa Repsol es quien, finalmente, debe recogerlo y, de acuerdo con su plan de contingencia, ver su disposición final”, comenta.
En ese sentido, agregó que se va a instalar una auditoría para ver qué tipo de disposición se le dará a este petróleo. “Parte del volumen ya ha sido recogido. Nosotros tenemos skimmers [máquinas especializadas en recoger hidrocarburos del agua] que recogen alrededor de los 100 galones diarios. Además, se está disponiendo que concurra una nave [a Playa Cavero] para hacer un cerco final a través de las esponjas y lograr que el crudo se recoja más rápido y que no se siga expandiendo”, añade.
Por su parte, Repsol ha anunciado que cuentan con 90 maquinarias y 1,350 personas trabajando en la limpieza; sin embargo, a Raúl Gaitán le preocupa el trabajo que se debe hacer en las mismas peñas, donde el petróleo se ha impregnado por completo. “Pueden traer toda la maquinaria y la gente que quieran, pero sólo están limpiando la arena. No están limpiando las peñas, donde suelen estar los pescados como la chita, porque ese es su comedero. Ahí también están los mariscos, caracoles, las lapas, los pulpos. Todo eso está muerto y no se sabe cómo se va a limpiar”, afirma.
La bióloga marina, Joanna Alfaro, doctora por la Universidad Científica del Sur y miembro de ProDelphinus explica que el efecto en estos animales como muy muys, conchitas o cangrejos carreteros, es que no van a poder adherirse a las rocas que están llenas de petróleo por lo que su hábitat ha sido perturbado totalmente. “Hay que entender cómo funciona el mar. Este tiene una cadena trófica; es decir, todos los animales están relacionados entre sí y cada uno cumple un rol. Al no haber invertebrados -que son el alimento de peces pequeños, que a su vez son alimento de peces más grandes- se interrumpe la funcionalidad del ecosistema”, señala.
¿Es posible salvar este ecosistema?
Según el último comunicado del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), el área de mar afectada va siendo de 7′139,571 m2 (713 hectáreas) aproximadamente, y el área afectada de la playa-litoral es de 1’800,490 m2 (180 hectáreas); es decir, 1,252 veces el tamaño del Estadio Nacional.
Gaitán afirma que no es la primera vez que ocurre un derrame, pero sí el primero de esta magnitud. “Siempre ha habido derrames pequeños, en mínimas partes o basura que botaban de diferentes sitios que terminaba, por la corriente, en esta zona y se plagaba de plástico o desmonte de basura. Pero nunca de insumos químicos que esta vez han arrasado con todo”, comenta.
Algunos de los animales más afectados han sido las aves marinas como piqueros, pelícanos, pingüinos, nutrias marinas y los cormoranes en mayor número. Eso, sin mencionar toda la biodiversidad que existe en el fondo marino. “La restauración de fondos marinos puede durar años y el problema es que no se puede identificar u observar a simple vista”, sostiene la bióloga Alfaro. Para ello se necesitan equipos de buceo o muestras de plancton que verifiquen que el sistema ha sido restaurado; sin embargo, ese proceso no es rápido.
El derrame también ha generado un impacto en las zonas protegidas como Isla Pescadores y la zona protegida de Ancón. Estas zonas protegidas son declaradas así por el Estado porque son zonas de importancia para el cuidado de la biodiversidad. Alfaro explica que es en estos lugares donde van a reproducirse las aves guaneras y los lobos marinos, por ejemplo, y al estar afectadas y ya no poder reproducirse, es posible que dejemos de ver nuevas generaciones de estos animales.
A más de una semana de haber sufrido el desastre ambiental más grande de los últimos tiempos, la playa Cavero ahora recibe la visita de ministros, operarios, maquinarias y voluntarios que buscan palear con los efectos del petróleo derramado. Los pescadores afectados sólo piden una cosa: trabajo, mientras que el futuro del ecosistema marino de estas playas es cada vez más incierto.
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