El acoso de naturaleza sexual incluye una serie de agresiones desde molestias hasta abusos serios que pueden llegar a involucrar actividad sexual. Ocurre comúnmente en el lugar de trabajo u otros ambientes donde tener objeciones o rechazo puede tener consecuencias negativas.
Hay países como Estados Unidos donde la Ley de Empleo estipula al acoso sexual como cualquier interés o comportamiento sexual inoportuno en el trabajo, intimidatorio u hostil y es una forma de discriminación ilegal de abuso sexual y psicológico, en un rango entre leves transgresiones a serios abusos.
Expertos de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) han condenado el acoso sexual en virtud del Convenio número 111 sobre la Discriminación de Empleo y Ocupación, 1958. La Comisión de las Naciones Unidas para la erradicación de la discriminación contra las mujeres, lo considera incurso en el Convenio de las Naciones.
La Organización de Estados Americanos (OEA) ha adoptado un convenio sobre la violencia contra las mujeres que contiene medidas similares. Pero la única norma legal adoptada hasta ahora que prohíbe directamente esta práctica es el artículo 20 del convenio de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, 1989 (núm. 169).
Si aún en países desarrollados las leyes no acaban de cubrir a toda la población, no podemos esperar a que esto ocurra en nuestro país. Trabajar en prevención es la mejor opción para el problema del acoso sexual, y eso implica dar pasos positivos en los niveles nacional, empresarial y sindical.
Inclusive cuando en una sociedad concreta haya algunos que nieguen la existencia de este fenómeno, éste se ve confirmado positivamente por quienes lo sufren; lo que quiere decir que la ignorancia de que exista no significa necesariamente que no ocurra.
Como se trata de un trabajo complejo que involucra a una Nación, debemos empezar por lo que está en nosotros y nuestros núcleos más próximos como nuestra familia, padres, hijos, pareja, amigos, vecinos y compañeros de trabajo.
Se trata de elevar la voz para comunicar, difundir y clarificar conceptos básicos sobre los derechos y deberes humanos, más allá de lo que los niños puedan conocer como parte de una asignatura del sistema educativo. Se trata de tomar en serio y hablar las veces que sean necesarias para reeducar a la población.
De la misma forma que con los derechos y deberes, se deben aclarar conceptos en torno a la sexualidad humana y que hombres y mujeres, niños y adultos tengan absolutamente claro que está bien y que no en la convivencia y sexualidad de los humanos.
Esto es trabajar desde la prevención y el siguiente paso es promover a través de las municipalidades talleres para padres donde ellos puedan aprender a criar a sus hijos desde el respeto, ya que por lo general en esta sociedad los estilos de crianza son autoritarios, permisivos, negligentes y sobre protectores, (todos tóxicos ya que maltrata la autoestima de los niños) y son transmitidos de generación en generación. Por lo tanto, es urgente y necesario detener esta crianza errónea, que lejos de educar a un ser humano y sacar lo mejor de él, lo deforma.
Es fundamental modificar los estilos de crianza de los peruanos para crear seres humanos más respetuosos, seguros de sí mismos, amorosos, tolerantes y solidarios. Entonces poco a poco llegaría el cambio de paradigma sobre la convivencia humana y las relaciones entre hombres y mujeres sería desde el respeto. Si esto ocurre no harían falta las leyes para sancionar violencia ya que esta dejaría de existir.