El trastorno distímico es un estado de ánimo que se caracteriza por un humor depresivo o irritable persistente y a largo plazo, un peor pronóstico que la depresión mayor y con frecuencia que las enfermedades coexistentes.
Los síntomas depresivos típicos del trastorno distímico incluyen la disminución o aumento de las ganas de comer, el insomnio o la hipersomnia, la falta de autoestima, los pensamientos negativos, las dificultades en la concentración o en la toma de decisión, los sentimientos de desesperanza y la poca energía o fatiga habitual.
La distimia también se caracteriza por la apatía, los sentimientos continuos de tristeza, la culpa excesiva, la dificultad para concentrarse, el irse de la casa o amenazar de irse a la casa, además de la hipersensibilidad al fracaso o al rechazo.
Sin embargo, muchas personas experimentan sentimientos de infelicidad o tristeza en algún momento de su vida lo que no significa distimia. Pero, cuando estos sentimientos de tristeza o depresión empiezan a dominar la vida cotidiana y a causar un deterioro físico y mental, entonces sí podemos estar hablando de un trastorno depresivo o un trastorno distímico.
Entre las principales causas de la distimia tenemos las alteraciones de sueño, los desequilibrios hormonales, la educación, la herencia genética, entre otros.
El tratamiento
Siempre debe basarse en una evaluación exhaustiva del adolescente y la familia incluyendo alguno o varios de los siguientes puntos.
Los medicamentos antidepresivos combinados con psicoterapia han demostrado ser muy efectivos en el tratamiento de la depresión en niños y adolescentes, sin embargo, es necesario acudir a un especialista para poder recibirlo.
La psicoterapia (terapia cognitiva/conductual y/o interpersonal) para adolescentes, centrada en modificar la visión distorsionada que tiene el adolescente de sí mismo y del entorno que lo rodea; trabajar con las relaciones difíciles; identificar causantes de estrés en el entorno del adolescente y aprender cómo evitarlos.
La terapia familiar, como fuente generadora de seguridad y unión entre los miembros de la familia.
Consultas con la escuela del adolescente, sus notas, sus estados de ánimo, la participación con sus compañeros, sus ideas o palabras, la observación del docente será vital para determinar los avances del niño o adolescente. Los objetivos de las intervenciones psicoeducacionales son informar al niño, su familia y maestros acerca de los síntomas, sus consecuencias, pronóstico, duración del tratamiento y efectos adversos de los fármacos y brindar guías educacionales para ayudar al niño a enfrentar su humor depresivo y promover una mejor aceptación del tratamiento.
La participación de los padres en todo el proceso es de gran importancia. Los familiares deben ser informados sobre los aspectos clínicos y determinantes biológicos/psicológicos de la depresión e instruidos acerca de las necesidades de reaseguro y apoyo del niño en lugar de castigos. Además, debe involucrarse a la familia en el diseño de los planes terapéuticos. El ámbito escolar requiere ser adaptado para reducir el estrés.
En conclusión, el plan terapéutico debe ser individualizado e implica múltiples niveles y medidas como psicoterapia individual, terapia familiar, intervenciones psico educacionales, apoyo psicosocial y tratamiento farmacológico.