Generalmente pensamos en la presión alta o hipertensión como un problema de adultos, pero esta enfermedad no discrimina edad.
Casi siempre se piensa que la presión alta es un problema que solo afecta a los adultos. Pero, de hecho, esta afección puede estar presente incluso en la infancia. Según El Centro de Atención Integral en Diabetes e Hipertensión (CEDHI), cinco de cada cien niños tienen la presión arterial más alta de lo normal, aunque menos de uno en cien sufren de hipertensión considerable.
Principales causas
La presión alta en niños, que va en aumento en la actualidad, es provocada, generalmente, por su estilo de vida. Entre los factores que la ocasionan están:
Sobrepeso. El sobrepeso y la obesidad en niños están directamente relacionadas con este mal. Cuanto más grasa acumulen en la cintura o cadera, más probabilidades tendrán de tener presión alta.
Exceso de sodio. El exceso de sal (sodio) en la dieta, puede observarse, según algunos estudios, en el 80% de los casos de niños con hipertensión.
Reacción a medicamentos. Este es un factor que también puede condicionar su aparición en edad pediátrica.
Consideraciones si tu hijo la padece
¿Qué te dirá el médico que hagas? Si la causa es la obesidad, el primer paso será hacer que baje de peso. Esto no solo disminuirá su presión, también le dará otros beneficios.
El siguiente paso es limitar la cantidad de sal de su dieta. Los niños que consumen demasiada sal tienen un 36% más riesgo de padecer hipertensión, según el Centro Nacional de Nutrición y Alimentación (Cenan). Deja de usar sal de mesa y limita las comidas saladas. La mayoría de comidas enlatadas y procesadas tienen una gran cantidad de sal, por lo que deberás revisar las etiquetas con cuidado.
Su pediatra también puede sugerir que tu hijo haga más ejercicio. La actividad física parece ayudar a regular la presión arterial, y por lo tanto, reducir la hipertensión leve.
La primera comida es vital. El decano del Colegio de Nutricionistas del Perú, Oscar Miranda, recomienda a los padres dar agua a los niños desde pequeños y no acostumbrarlos a tomar bebidas muy dulces. Más importante todavía es no permitir que se salten el desayuno. “El desayuno es vital porque si no se toma luego se tiene un hambre exagerado. Así se van formando los malos hábitos que luego dan paso a la obesidad”, advierte.
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