Analistas advierten que en la zona denominada "triple frontera" entre Perú, Bolivia y Chile parece gestarse un posible nexo terrorista.
Latinoamérica no está exenta de la amenaza terrorista que azota el Medio Oriente y Europa. El Departamento de Estado norteamericano ha lanzado una advertencia respecto de la presencia de ciudadanos de la región que viajan hacia Siria para hacerse miembros del Estado Islámico.
Cifras. Según el reporte de la entidad de Estados Unidos, más de cien personas viajarn al Oriente Medio desde Sudamérica o el Caribe desde la fundación del denominado Estado Islámico o ISIS. La investigación no reporta el número de enrolados por países pero sí precisa que algunos viajaron con miembros de sus propias familias.
Enrolados. En ISIS hay un total de 27,000 extranjeros en Siria. Son 4,800 quienes viajaron desde Europa y poco más de 100 de América Latina. Los demás llegaron desde diferentes partes del mundo.
Amenazas. Latinoamérica es un lugar que puede resultar clave para ISIS. Los grandes eventos deportivos y políticos que se producen hacen que las miradas se vuelquen hacia la región. Por ejemplo, para los Juegos Olímpicos de Río, que van del 5 al 21 de agosto, existe coordinación entre el Departamento de Policía Federal de Brasil y organizaciones de diferentes países como de Estados Unidos para garantizar la seguridad.
Caso peruano. Hezbolá, uno de los grupos terroristas más activos, tiene presencia en la zona llamada Triple Frontera entre Paraguay Argentina y Brasil y el experto Joseph Humire alertó al diario ABC de España sobre una nueva "Triple Frontera" ubicada en Perú, Bolivia y Chile donde hay una creciente presencia de centros islámicos. Calculan la conversión de 150 peruanos al chiísmo al sur del país que tendría vínculos con movimientos etnocaceristas y brazos militares indigenistas que se beneficiarían de la financiación que llega del Vraem, según Humire. Aún no se ha registrado oficialmente a peruanos enrolados en ISIS.
Bastión yihadista. Venezuela es otro país que está en la mira debido a su permisividad hacia Hezbolá que preocupa sobremanera a los países que buscan combatir el terrorismo. El principal negocio es el envío de la droga que puede generar hasta 200 millones de dólares mensuales y que el grupo terrorista lava con la ayuda del Banco Libanés-Canadiense para beneficio propio.
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