
Luego de ver Star Wars: Episodio VIII - Los Últimos Jedi, muchos fanáticos de la trilogía original de Star Wars se han sentido defraudados porque dicen que la esencia de la saga se ha ido perdiendo, porque los personajes clásicos ceden protagonismo o hacen cosas que nunca habían hecho antes, o porque le sobra humor estilo Disney. Como en toda la saga en este octavo episodio hay batallas galácticas, duelos con espadas láser, seres extraños y robots, drama y comedia, pero como nunca antes, una película de Star Wars se siente como una película de autor y no como un producto atado a un molde. Las decisiones del director y guionista Rian Johnson han tenido el peso suficiente para conseguir que Los Últimos Jedi sea una historia más libre en su estructura, en su potencia visual, y tenga los giros y emociones necesarios para no dejar indiferente a nadie.
Tanto El Despertar de la Fuerza (episodio 7) como Los Últimos Jedi no se presentan solamente como un reencuentro con Luke Skywalker, Han Solo, Princesa Leia, Chewbacca, sino como la oportunidad de que los nuevos personajes -Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega) y el piloto Poe Dameron (Oscar Isaac)- construyan su propia historia. Ese es también el dilema del villano Kylo Ren (Adam Driver), tratando de ser un nuevo Darth Vader, aunque Snoke, el líder de la malvada Primera Orden, vea solo a un muchacho conflictuado con una máscara puesta. Tanto él como Rey son personajes confundidos por saber quiénes son y cuál es su papel en esta interminable guerra. Son herederos de un pasado y de una familia que prefieren negar. ¿Quiénes son los padres de Rey? ¿Cuál es la verdad del conflicto entre Luke Skywalker y Kylo Ren? Estas preguntas pendientes de respuesta en el episodio anterior son fundamentales para guiar el relato y mantener la tensión en Los Últimos Jedi.
Los personajes que en la anterior película avanzaban en una misma dirección, aquí toman caminos diferentes. Eso le da a la historia la posibilidad de intercalar tiempos y emociones. Por un lado, Rey está tratando de convencer a Luke Skywalker (Mark Hamill) de que deje su aislamiento y se una a la resistencia rebelde, mientras él va notando como ella tiene una gran cercanía con la Fuerza pero también con el lado oscuro. También se genera una conexión a distancia con Kylo Ren, lo que resulta lo mejor de la película. El aprendiz de villano y la aprendiz de Jedi deberían ser polos opuestos, pero aquí ambos están en la misma zona gris, son complementos de frustraciones y posibilidades. Las actuaciones de Adam Driver y Daisy Ridley están a la altura de esta compleja manera de crecer. También lo está Mark Hamill, conservando la imagen de gran héroe del cine, más allá del tiempo y de la edad.
Menos convicente es la historia de los rebeldes comandados por Leia, quienes en el espacio están acorralados por las naves de la Primera Orden. Y también tiene altibajos la aventura de Finn y la mecánica Rose en una ciudad de lujos y apuestas, donde descansan poderosos vendedores de armas. Aquí están las mayores incosistencias del guion y se siente que por varios tramos hay información poco importante y útil. Sin embargo, superado estos momentos, la última hora de la película es de lo mejor que se haya visto en la saga.
Los Últimos Jedi es un cambio de posta generacional: Poe Dameron por Leia, Rey por Luke, Finn por Han Solo (y hasta BB8 por R2D2). Los tres personajes comparten algo de todos los héroes originales, pero también son como cualquiera y son los ejes de un colectivo, de un grito rebelde que sobrevivirá mientras sea escuchado. La película está dominada por un clima de nostalgia, de final anticipado (es inevitable pensar en la muerte real de Carrie Fisher, la princesa Leia, hace un año), de lo nuevo que surge del pasado y lo supera. Es ciencia ficción, es fantasía, pero no escapa al orden natural de la vida. Como en la película original de 1977, siempre hay una nueva esperanza para la saga de Star Wars.
Valoración: 4 / 5.
¿Qué esperar? Una aventura a la medida de Star Wars, pero que va más allá del molde y pone las bases para amplíar el universo de nuevas historias.