Cuando estás en una relación de pareja que es agua y aceite; y donde todos los días desayunas, cenas y almuerzas vinagre, la conclusión naturales que la persona que tienen al frente es la causante de tu sufrimiento. Naturalmente vas a culparla por cada evento que te trajo sufrimiento. Si no hay amor en tu vida, abundancia, orden, al frente tienes al culpable. Crees que esa persona merece un castigo y si muestra cualquier síntoma de felicidad, te encargarás de destruirlo con mucha ira. ¿Con que derecho puede ser feliz si ha hecho de mi vida una pesadilla? sueles pensar en esa situación. Entonces, el veneno del rencor se acumula en tu corazón y cada vez el perdón va quedando lejos.Por otro lado, está el que recibe el infierno de la ira. Ambos entran en el ciclo de hacer daño y aceptar daño. Ambos bailan el baile del verdugo y la víctima. El verdugo cada vez cerrará más su corazón y la víctima perderá su autoestima. Considero que ser verdugo es peor para el mundo, porque no solo te destruyes a ti, sino que a todos alrededor tuyo. Perdonar y perdonarte se vuelve más difícil. En cambio, la víctimasolo permitió que le hicieran daño y le tocará recobrar su amor propio. Tendrá que perdonar también, sin embargo carga menos culpa y podrá abrir su corazón mas fácilmente.Para que una relación sea exitosa debe existir, respeto, amor, admiración. Si no existe esto, tu relación simplemente no es de amor, sino de apego, de necesidad, de perdida de la identidad. Para que una relación funcione éstas son las dos reglas del amor de pareja:1. Cada uno se hace responsable de su propia felicidad.2. Cada uno se hace responsable de la felicidad de la pareja que tiene al frente.Esta es la fórmula del amor incondicional: damos amor a nosotros y a nuestra pareja sin pedir nada a cambio y ella hace lo mismo con nosotros. De esa manera la felicidad de ambos está asegurada. En cambio, la formula del Ego depende de lo que me des o hagas, y si no eres feliz es tu problema.Piensa que debes ser como un árbol que da sombra, el amor es su fruto y solo toma lo que necesita de manera pacífica, mansa y generosa. Si el árbol es atacado, él puede decidir hacia donde crecen sus ramas.