Alrededor de 4 000 animales albergados en los refugios de vida silvestre en Bolivia están en riesgo de quedarse sin alimentos. El estado de emergencia decretado para frenar el avance del coronavirus ha puesto en jaque a los 26 centros de custodia de fauna silvestre que existen en el país.
“La principal fuente de ingresos de todos los centros proviene de las visitas y del voluntariado y ahora todo está paralizado”, dice Vicky Ossio, directora de Senda Verde, un refugio de vida silvestre ubicado en el municipio de Coroico, a dos horas de La Paz, que actualmente alberga por lo menos 800 animales entre aves, mamíferos y reptiles.
Es la segunda vez en menos de un año que los refugios de vida silvestre de Bolivia enfrentan desabastecimiento. En noviembre del 2019, la crisis política y social que enfrentó el país, tras las elecciones presidenciales que terminaron con la renuncia del presidente Evo Morales, mantuvo en vilo a los guardianes de la vida silvestre. Las protestas y los cierres de carreteras que se dieron en ese momento ocasionaron desabastecimiento y encarecimiento de los víveres en todo el país.
“El problema se arrastra desde octubre. No solo para nosotros, sino para todos los centros en Bolivia”, señala Marcelo Antezana, director de Agroflori, un centro de custodia en Cochabamba que sirve de hogar a por lo menos 1300 animales, principalmente aves.
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Una red para salvar a los animales
“Solo tu generosidad nos salvará”, dice en la página de Facebook de Senda Verde, un lema que forma parte de una campaña emprendida por Ossio para recaudar fondos que le permitan adquirir insumos básicos para los animales.
Pero el problema no solo está en reunir fondos para comprar insumos. También deben pagar los sueldos del personal que trabaja en estos centros, así como conseguir el permiso para trasladarse hacia la ciudad más cercana para hacer las compras. “Necesitamos permisos de circulación porque los centros de custodia están ubicados en las áreas rurales”, cuenta Ossio.
A la directora de Senda Verde le preocupa cómo enfrentar las semanas que siguen pues, según sus cálculos, lo recaudado hasta ahora a través de las donaciones solo les permitirá seguir operando dos semanas más.
Ante esta situación, se han unido los 26 albergues de fauna silvestre de Bolivia para solicitarle apoyo al Gobierno. Necesitan ayuda urgente para atender a los animales durante el tiempo de inmovilización e incluso más allá de este periodo.
“Los que integramos la red de centros nos hemos reunido virtualmente para responder a esta crisis y ayudarnos mutuamente. Todos somos refugios privados sin fines de lucro, pero ahora tenemos que recurrir al Estado”, agrega Ossio, sobre el pedido de ayuda que gestionan ante el Estado boliviano. “El gobierno tienen que entender el rol que cumplen los animales silvestres”, añade.
Claudia Mostajo, responsable del Refugio Biotermal, un centro creado a partir de los incendios de la Chiquitanía, está solventando la atención de los 45 animales que alberga con los recursos de los que aún dispone, provenientes del hotel Biotermal del que es propietaria.
Sin embargo —asegura Mostajo— esos recursos se están agotando puesto que actualmente el hotel —de donde provienen los ingresos para el refugio— permanece cerrado. “Nosotros no hemos recibido ayuda. Esperamos que el Gobierno pueda apoyarnos, aunque sabemos que la situación del país es crítica”, asegura.
Mostajo explica también lo difícil que resulta trasladarse a la ciudad más cercana para adquirir alimentos destinados a los 45 animales que mantiene desde agosto del 2019. El refugio se encuentra a 40 kilómetros del pueblo más cercano.
“Nosotros tenemos muchos neonatos que comen una papilla diferente y ahora no estamos consiguiendo ese alimento. Tenemos un oso hormiguero (Tamandua tetradactyla) y algunas parabas a las que debemos dar el alimento especial, pero no conseguimos. Felizmente teníamos provisiones de una leche especial que nos está ayudando”, cuenta la responsable del Refugio Biotermal.
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Un llamado al Gobierno
Agroflori también ha solicitado ayuda a través de las redes sociales para continuar atendiendo a todos los animales albergados. “La mayoría de los 26 centros estamos con números en rojo, no tenemos ingresos y los alimentos han aumentado de precio. Además, debemos cumplir con los sueldos del personal”, dice Antezana.
El responsable de Agroflori señala que actualmente albergan alrededor de 1200 aves y entre ellas cuatro especies en peligro de extinción. “En 27 años que tiene el refugio nunca hemos pedido apoyo, pero ahora ha cambiado la situación”, explica Antezana con relación al pedido que están haciendo al gobierno para que atienda la crisis de los refugios. “Si no recibimos ayuda los animales se morirán de hambre”, sentencia.
Antezana menciona que junto a Vicky Ossio convocaron a los demás centros en una reunión virtual para solicitar ayuda al gobierno. “Lo que estamos cuidando es patrimonio del país y por eso deberían ayudarnos”, comenta.
Enzo Aliaga, director general de Biodiversidad y Áreas Protegidas, sostiene que desde que asumió el cargo en enero de este año se comprometió en apoyar a los centros de custodia de vida silvestre. “Son organizaciones muy valiosas para el Estado, receptoras de animales víctimas del tráfico, que han sufrido mascotismo o que han sido rescatados de lugares depredados como ocurrió durante los incendios de la Chiquitanía”.
Para Aliaga la situación de los centros es preocupante y, según indica, su despacho está coordinando con embajadas y empresas privadas para conseguir donaciones directas para los centros de custodia.
El funcionario recuerda los problemas que afrontaron lo centros de custodia de fauna durante la crisis política y social que vivió el país en noviembre de 2019. “En enero de este año convoqué a los centros para evaluar nuestro apoyo. Ya se estaban recuperando, el flujo turístico regresaba. Llevaban un poco más de un mes de tranquilidad cuando llegó la crisis del coronavirus”.
La Dirección de Biodiversidad y Áreas Protegidas ha sido la responsable de conseguir los pases de circulación para que los centros puedan utilizar sus vehículos y trasladarse hasta los pueblos y ciudades en busca de insumos.
A Aliaga también le preocupa que los traficantes de fauna silvestre aprovechen la cuarentena para moverse con mayor facilidad, así como la cacería para restaurantes y venta en ferias. “Esperemos que no aumente”.
Aliaga señala que en la última reunión con la ministra de Ambiente y Agua, María Elva Pinckert, se acordó fortalecer la ayuda para los centros de custodia. “Hemos conseguido el apoyo de empresarios que han ofrecido entregar donaciones a los refugios”.
El artículo original de Yvette Sierra Praeli fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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