(Mongabay Latam / Yvette Sierra Praeli). Para Demias Juwau Sejekan las imágenes de las cámaras trampa que colocaron en el bosque de su comunidad, Shampuyacu, le abrieron las puertas a un nuevo mundo. En esas fotos tomadas con los equipos de monitoreo pudo ver, por primera vez, especies que ni siquiera sabía que existían en sus bosques y otras que solo conocía por su nombre.
“Hemos encontrado sachaperro, no sabíamos que había esa especie en Shampuyacu”, cuenta entusiasmado Demias, quien forma parte del equipo de policías comunales que vigilan los bosques ubicados en el valle del Alto Mayo, provincia de Rioja, en la región San Martín.
Demias vibra de emoción tan solo al contar lo que ha significado descubrir la fauna que habita en las 600 hectáreas de selva que aún mantiene esta comunidad, ubicada a pocos kilómetros del Bosque de Protección Alto Mayo. “Hemos visto muchos animales. Eso nos dio gran alegría y más ganas de cuidar los bosques”.
La instalación de cámaras trampa en la comunidad de Shampuyacu cumplió con dos objetivos: monitorear la biodiversidad y vigilar actos ilegales como caza y tala de especies prohibidas en la comunidad.
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Las imágenes de la biodiversidad
Alrededor de 5000 imágenes han sido captadas por las 24 cámaras trampa que se colocaron en el bosque de la comunidad nativa durante un mes.
Jimmy Pinedo, coordinador de teledetección de Conservación Internacional, explica que la policía comunal está formada por jóvenes indígenas que se encargan de patrullar sus bosques y de alertar a la comunidad y autoridades sobre procesos de deforestación, tala y caza ilegal, entre otras amenazas a su territorio.
Dentro de este grupo se ha formado un equipo de cinco personas que ha sido capacitado en el uso de cámaras trampa y drones. Ellos se encargan de colocar en el bosque cada uno de estos equipos y también de programarlos.
Seis de las cámaras estaban destinadas a la vigilancia de actividades prohibidas, mientras que las otras 18 sirvieron para registrar la diversidad de la fauna.
“Encontramos 25 especies diferentes de mamíferos y cuatro de aves terrestres. También se logró captar personas que entraban con armas a cazar y con hachas para cortar árboles”, señala Pinedo, quien estuvo a cargo de la capacitación del equipo de policías comunales.
Una de las especies que más llamó la atención de los habitantes de la comunidad fue un tigrillo —cuenta Pinedo— pues no imaginaban que felinos como este habitaban su territorio. “Fue una sorpresa para todos”. También se logró ver comadrejas, añujes y majaz. “Con cada especie que iba apareciendo en las fotos surgían los aplausos y los festejos en la comunidad. Encontrar cada una de las especies significaba una alegría para todos”, comenta Pinedo.
Con este proyecto se ha logrado monitorear todo el bosque de la comunidad Shampuyacu y conocer en qué sectores existe mayor diversidad de fauna, información que servirá para mejorar la vigilancia.
La policía comunal también ha incluido el uso de drones en sus patrullajes con el fin de ubicar aquellas zonas donde se está perdiendo bosque. La ventaja de estos equipos —explica Pinedo— es el ahorro del tiempo en los patrullajes, puesto que en un día se logra recorrer seis kilómetros, mientras que con el dron se monitorea esta misma distancia en solo 20 minutos.
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Cámaras contra la deforestación
La deforestación ha reducido los bosques primarios de Shampuyacu a solo un 10 % de lo que fueron originalmente. Con casi 5000 hectáreas de territorio, esta comunidad tiene la mayor tasa de deforestación en la región San Martín.
Percy Summers de Conservación Internacional señala que el principal problema de esta comunidad ha sido el alquiler de tierras, una práctica que aún se mantiene pero que los comuneros están tratando de dejar de lado para conservar su territorio.
Por eso en el 2012, por iniciativa de Federación Indígena Regional y del Alto Mayo (Feriam), la comunidad empezó a trabajar en la restauración de sus bosques ribereños.
Para el 2015, además, sumaron algunas alternativas económicas para no depender más del alquiler de tierras, pues esta actividad promovió la deforestación del territorio awajún. Así surgió el proyecto Bosque de las Nuwas, que reúne a más de 50 mujeres awajún dedicadas al cultivo de plantas medicinales y la recuperación de sus conocimientos ancestrales sobre estas especies.
“Las cámaras trampa permiten a la comunidad saber que el poco bosque que aún les queda tiene un valor”, asegura Summers, quien resalta la importancia de la tecnología en procesos de recuperación de los bosques, así como en la detección de los actos ilícitos. “A través de estos equipos han logrado detectar quiénes ingresan al bosque a cazar las especies prohibidas”.
El artículo original fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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