Conocemos más de Calca, en el Valle Sagrado de los Incas, y su llamada "alcaldesa vitalicia" en esta aventura de PeruvianDo!
Calca, ubicada en el corazón del Valle Sagrado de los Incas, es la capital de la provincia del mismo nombre, ubicada estratégicamente, en medio del corredor que va de este a oeste en el Cusco.
Calca cuenta con muchos centros arqueológicos poco visitados, como “Ankasmarca”, que son cientos de chullpas enclavadas en plena montaña, “Calispuquio” en medio de la carretera que sube al abra Amparaes, casi se mimetiza con la ruta que sube a las montañas.
Huchuy Qosqo es un centro arqueológico impresionante en lo alto de Lamay y que cuenta con una vista impresionante de los Apus cercanos, y justo en frente a la catarata de “Sirenachayoc”.
También vale destacar los sitios arqueológicos de los andenes de Urco, y el centro arqueológico y “waka” de Urco, entre muchos otros atractivos arqueológicos, culturales y naturales, como las sombras del Apu Pitusiray que se presentan cada primeros días de Octubre en la laguna Can Can, a los pies del Apu Pitusiray.
Cada año, en el mes de agosto, desde el 14 al 19, se celebra la fiesta religiosa más grande de la provincia, la fiesta de la Mamacha virgen Asunta de Calca, patrona de la ciudad y nombrada “Alcaldesa vitalicia” de la ciudad.
La virgen tiene una legión de devotos, que cada año se preparan con mucha devoción para danzarle a su patrona, en total más de 25 comparsas con miles de danzantes de todas las zonas de Calca, se reúnen cada año para renovar sus votos de devoción a la virgen y continuar con esta demostración de fe, y rescate de nuestras tradiciones que se dan año tras año, es obvio que con los años las danzas van mutando y adecuándose a los tiempos modernos, pero en sí, mucho de lo tradicional se conserva.
Acá les comparto una pequeña historia de la virgen, que saqué de una revista de la Municipalidad de Calca.
“La Mamacha Asunta, Patrona de la provincia de Calca, acompaña a nuestro pueblo desde la época colonial. Su imagen fue trasladada desde España en el año 1753, cuando Calca era una pequeña villa a la que denominaban “Villa Zamora”, ese mismo año fue declarada “Patrona Jurada de la ciudad”, y su llegada se produjo conjuntamente con la imagen del Patrón Santiago del distrito de Lamay.
En ese tiempo, Calca solo contaba con un pequeño templo ubicado en el mismo lugar donde se encuentra actualmente el Templo Mayor San Pedro Apóstol. Este, por el paso de los años y los movimientos que acontecieron se derrumbó. La Villa Zamora, se quedó por mucho tiempo, sin un templo donde realizar sus celebraciones litúrgicas para la población en su mayoría católica. Tras el derrumbe, La Mamacha Asunta, fue trasladada a la Capilla del Beatario de las Carmelitas Indígenas, a orillas del río Qhochoq (donde hoy se encuentra la Capilla de Nuestra Señora de Belén), donde permaneció por mucho tiempo.
En este lugar ocurrió otra tragedia. A consecuencia de la caída de una vela sobre los vestidos de la Virgen, se generó un voraz incendio que tuvo como consecuencia que la imagen sagrada de la Alcaldesa Vitalicia de Calca, de mediana estatura, quede hecha cenizas a excepción de su rostro, que solo quedó chamuscado, hecho que fue considerado por los devotos como un milagro, creciendo así su devoción.
La tradición narra que fue una anciana la que provocó tamaña desgracia. Abrumada por una vida llena de sufrimientos, ingresó al templo portando una vela que la encendió y colocó a los pies del anda de la Mamacha Asunta. De rodillas y con lágrimas en los ojos imploraba a Dios y a la sagrada imagen de la virgen que le procure alimentos para ella y su familia; lamentaba su vida solitaria y rogaba ardorosamente para que la muerte le venga pronto y de esta manera cesen todos sus sufrimientos. Tras culminar su lastimera oración salió del templo esperando se cumplan sus ruegos. La vela quedó encendida en el lugar cayendo luego sobre los largos vestidos de la Virgen, iniciándose el fuego hasta convertirse en un incendio incontrolable.
El humo, que en gran cantidad salía de la capilla, llamó la atención de la población, que presurosa acudió al lugar para averiguar que ocurría. La muchedumbre se dio con la ingrata sorpresa que la capilla estaba envuelta en llamas e inmediatamente acudieron para intentar apagar el fuego que consumía todo, sin poder controlarlo.
La población entera que había acudido al lugar, presa de su impotencia, oraba al cielo rogando a Dios compasión por todos los pecados cometidos. Todos tenían la seguridad de que el siniestro era consecuencia de sus pecados, por lo cual en castigo vendrían años de desgracias para el pueblo Calqueño. Este acontecimiento ocasionó gran conmoción entre los fieles. El espectáculo era impresionante, todo el pueblo estaba postrado de rodillas, con las manos levantadas, mirando hacia el cielo y con lágrimas en los ojos implorando el perdón divino y rogando para que la desgracia termine.
El párroco de Calca, que se encontraba en la ciudad del Cusco realizando compras para el templo, al enterarse de la terribel noticia, acudió presuroso encontrando a la multitud todavía postrada en señal de oración, clamando a Dios piedad por sus pecados. Cuando todo se había calmado, ingresaron al templo para verificar los daños que el fuego había ocasionado. Entre las pertenencias de la capilla hecha cenizas observaron la imagen de la Virgen Asunta estaba calcinada casi en su totalidad, a excepción de su rostro que solo mostraba sigonos de haber sido chamuscada. Esto causó sorpresa entre la feligresía que lo consideró un hecho milagroso. La noticia se difundió por todas partes, razón para que cada vez más personas incrementen su fe y devoción a la Mamacha Asunta.
Posteriormente solicitaron los servicios del artista Diego Quispe Tito para restaurar la imagen de la Virgen la misma que al poco tiempo fue totalmente restaurada y colocada en su altar para alegría de los fieles. El artista que desconocía el evento relatado, manifestó que el incendio se produjo a consecuencia de los vientos del norte, que provocó la caída de la vela. Para solucionar este problema el artista propuso a las autoridades plantar árboles de pisonay en las zonas laterales de la capilla, hecho que fue realizado de manera inmediata. Hasta hace pocas décadas, estos árboles todavía se conservaban en pie en los costados de la capilla, la cual indica que la tradición está cercana a la realidad.”
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