El acceso a la educación de las niñas y adolescentes mejora la calidad de vida de las sociedades. La historia de Malala, premio Nobel de la Paz, es una prueba de ello.
A los 17 años, Malala Yousafzai ganó el Premio Nobel de la Paz 2014 por su lucha pacífica contra los talibanes en Pakistán. A los 11 años, cuando el régimen talibán prohibió el acceso a las escuelas de las niñas, ella siguió estudiando. Esa protesta pacifista a favor de la escolarización en zonas de conflicto comenzó a ganar fama internacional. Cuatro años después sobrevivió a un tiroteo planificado para silenciar su lucha.
Detrás de la valentía de Malala está Ziauddin Yousafzai, su padre. Aunque los talibanes prohibían que las mujeres de Pakistán se educaran, Yousafzai tenía una escuela en la que se permitía niñas. Por supuesto, Malala asistía a clases y escribía en un blog en la web de la BBC sobre las dificultades que debía enfrentar para estudiar.
Bajo un seudónimo hizo en su blog una encendida defensa del derecho de las niñas a ir a la escuela. Además explicaba cómo, a pesar de las prohibiciones de los talibanes, ella y otras niñas burlaban los obstáculos y seguían asistiendo a clases. Esta actitud hizo que los terroristas intentaran matarla el 2012.
Pero ni siquiera ese ataque bastó. El 2013, Malala y su padre crearon una fundación para concienciar acerca del impacto social y económico que tiene la educación de las niñas. Al poco tiempo, los talibanes de Pakistán fueron derrotados.
La educación en las niñas reduce el analfabetismo y mejora la calidad de vida de la población en general, señala la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Esto se debe a que las mujeres que acceden a la educación básica y superior contribuyen en mayor medida con la economía de sus familias. Además velan por una mejor nutrición y educación de sus hijos, y se preocupan por su entorno.
Plan Internacional Perú, que promueve la igualdad de las niñas, recomienda incentivar el amor por los estudios en las niñas siguiendo estos consejos:
- Empieza desde temprano. Los cinco años es una edad recomendable para promover conductas que sentarán bases emocionales y cognitivas positivas.
- Inspiración. Busca historias de superación que se enfoquen en ejemplos de vida reales, de preferencia con protagonistas femeninos.
- Lo que le haga feliz. Encuentra aquello que le gusta o apasiona a tu hija, como el papá de Malala que detectó que a ella le gustaba escribir. Estas actividades le darán seguridad sobre sus habilidades.
- La influencia de papá. La formación de una líder no solo es tarea de las madres sino de los padres. Son ellos los que influyen en la percepción que las niñas tienen del género masculino y en su relación con él.
- Reflexión. Comenta con tu hija sobre los contenidos de los medios de comunicación para que sepa qué es lo que está viendo. Anímale a ver programas y películas donde las mujeres destaquen por su protagonismo positivo.
- Confianza. Motívala a participar con sus opiniones en la resolución de problemas cotidianos en el hogar. Se reforzará su confianza y le motivarás a tomar la iniciativa en otros ámbitos.
El acceso a la educación es una oportunidad para que las niñas aprendan conceptos en pro de la igualdad de género desde las aulas ya que la actual currícula escolar promueve la valoración igualitaria de los diferentes comportamientos, aspiraciones y necesidades de hombres y mujeres. Esto ayuda a contrarrestar los estereotipos y conductas machistas a temprana edad.
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