¿Sabías que un hogar promedio en el Perú destina solo el 6% de sus ingresos al ahorro?
Los hogares peruanos gastan lo que acumulan antes de poder llegar a sumas altas de dinero, según el Banco Interamericano de Desarrollo, de manera que destinan en promedio el 6% de sus ingresos mensuales a un plan de ahorro. Y ese porcentaje, se utiliza para comprar bienes, hacer inversiones, cubrir gastos diarios y, en menor proporción, en emergencias.
Además, cifras del Plan Nacional de Educación Financiera, indican que cerca de la mitad de la población no cuenta con un presupuesto planeado, por lo que el 68% de la población tiene problemas económicos para llegar a fin de mes.
Ante estos porcentajes, salta a la vista la carente relación entre educación y finanzas a nivel nacional, en consecuencia, una influye en la otra, respectivamente. Con la educación financiera, las personas pueden tener una mejor comprensión de los conceptos y productos financieros, y desarrollar habilidades necesarias que permitan una mejor toma de decisiones, evaluación riesgos, oportunidades financieras y lograr una mejora en su bienestar económico.
Así como Guisela, las personas pueden planificar sus finanzas con miras hacia el futuro. De esa manera podrán tomar acciones anticipadas para mejorar su calidad de vida. Guisela, conociendo el monto que tiene el día de hoy en su fondo y proyectando el nivel de gasto que tendrá cuando se jubile, prevé que necesitará hacer aportes voluntarios en los próximos años para alcanzar la pensión que necesita y con ello, financiar su etapa de vejez.
Ocurre que las personas con mayor nivel educativo suelen disponer también de mayores habilidades para llevar a cabo una planificación financiera, y por consecuencia, sus probabilidades de disponer de recursos financieros suficientes para afrontar su jubilación, son mayores. La relación entre el nivel educativo y el ahorro se materializa en diferentes vías:
- Permite el acceso a mejores puestos de trabajo, lo que se traduce en un aumento de los recursos económicos disponibles, quienes podrían dedicar una proporción mayor de su riqueza al ahorro para el retiro.
- Puede modificar la disposición a asumir riesgos, por lo que se evaluaría mejor la oportunidad de invertir o seguir ahorrando.
- Hace posible el desarrollo de habilidades útiles para la cotidianidad, tales como presupuestar gastos del hogar, enfrentar imprevistos, proteger nuestros patrimonios y optar por mejores alternativas económicas.
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