Esperar a cortar el cordón umbilical reduce el riesgo de anemia en los bebés en los primeros cuatro meses de vida.
Durante mucho tiempo, los médicos han cortado el cordón umbilical a los pocos segundos después del nacimiento del bebé. Esta práctica se hizo popular en varios países. El problema es que se corta la comunicación entre la madre y el bebé antes de tiempo, generando serios problemas en el recién nacido, por falta de nutrientes y hierro.
Por ello, esperar tres minutos antes de cortar el cordón umbilical del bebé puede ser especialmente beneficioso para la salud del recién nacido, así lo afirma una investigación publicada por la revista británica ‘British Medical Journal’. El estudio revela que esperar unos minutos supone una mayor concentración de hierro en la sangre del bebé, lo que disminuye el riesgo de anemia en los siguientes cuatro meses.
Es importante esperar. Durante los primeros minutos del nacimiento, aún existe circulación entre el recién nacido y la placenta, a través de la vena y arterias umbilicales. Se ha demostrado que la sangre fluye después del nacimiento durante los primeros tres minutos, lo que le permite al recién nacido una transfusión de sangre de 35 a 40 cc de sangre por kilo de peso. La cantidad de hierro en esta transfusión podría cubrir la necesidad diaria del bebé durante los primeros cuatro meses de edad.
De esta manera, adquirir unos niveles adecuados de hierro es esencial para múltiples aspectos. Su ausencia puede acarrear problemas de desarrollo motor y cognitivos, ya que los suplementos de hierro contribuyen a una mejora del desarrollo mental y psicomotor en lactantes y niños.
Aproximadamente tres minutos después de la salida del bebé, y una vez que ha comenzado a usar los pulmones para respirar por sí mismo, el cordón deja de latir, se aplana y queda sin pulso. Cortar el cordón antes de que esto ocurra no tiene ningún beneficio para el bebé, e incluso, puede causar problemas si sus pulmones no han comenzado a funcionar adecuadamente.
Esta práctica es muy recomendable para prevenir la anemia en el primer año de vida, sobre todo en aquellos bebés que tardan en aceptar la alimentación complementaria, y es útil, además, para el correcto desarrollo cerebral del menor.
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