La conducta agresiva de los niños puede complicar la estabilidad familiar, pero son los padres quienes deben tomar las riendas para prevenir problemas de socialización en su vida adulta.
Insultos, gritos, gestos obscenos o hasta golpes son algunas de las reacciones más características en un niño con problemas de conducta o comportamiento violento. Pero ¿cómo puedes corregir esta situación antes de que empeore?
Es fundamental entender que la violencia en los niños siempre tiene fuentes o referentes donde se construye una actitud agresiva. Como padre, debes tener la capacidad de identificar esos focos de violencia, aunque la mayoría de veces, estos ocurran en el entorno familiar.
Nos referimos a los problemas que pueden presentar la pareja, el trato hostil entre los padres o la actitud amenazante ante la inconducta o los modales de los hijos. Si esta conducta de los padres es constante, estamos ante un potencial cuadro de niños violentos.
“Profundizando un poco, veremos que el origen de la violencia se encuentra dentro de casa, en los maltratos, los insultos y los abandonos que sufren muchos niños de puertas para adentro”, señala Ramón Soler, psicólogo y terapeuta español.
En algunas ocasiones, el entorno externo también favorece una actitud agresiva en los menores de edad. Puede que el barrio donde vive tu hijo trastoque los valores que le inculcas en casa y esté lleno de malas influencias. Será tu misión estar al tanto y cortar de forma estratégica estas relaciones.
Expertos en conducta infantil sugieren que los padres de niños violentos deben abocarse en tareas concretas en el hogar para erradicar este fenómeno. Por ejemplo, crear un clima de confianza en el que los hijos puedan decir las cosas que les parece y las que no, sin temor a ser cuestionados.
Otra estrategia es generar opciones de éxito para tus hijos. Es decir, ponerlos en contextos donde lo que hagan pueda ser reconocido, aplaudido y admirado por sus iguales o por sus padres. Esto, además, mejorará su autoestima.
Si la situación ha empezado a salirse de las manos, es importante intervenir ante cualquier situación de frustración o alteración y dejarse aconsejar por un psicólogo infantil.
Ante cada situación de conducta agresiva o violenta, los padres están en la responsabilidad de conversar con su hijo y hacerle entender que su actitud no fue la mejor. Además, de motivarlo a disculparse con quienes hirió y a aplicar castigos privativos que le generen un tiempo de reflexión y eviten que esta conducta se repita.
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