El enorme ojo escruta minúsculas pero significativas desviaciones en los movimientos de gases y estrellas en torno a estos monstruosos agujeros.
A la búsqueda de respuestas, los astrónomos crearon el gigantesco telescopio Gravity en el norte de Chile y lo enfocaron hacia un punto situado a 24.000 años luz, donde se piensa se encuentra un agujero negro supermasivo en el centro de nuestra Vía Láctea.
¿Qué se ve? El enorme ojo escruta minúsculas pero significativas desviaciones en los movimientos de gases y estrellas en torno a estos monstruosos agujeros. "El objetivo de Gravity en última instancia es demostrar la existencia de un agujero negro en el centro de nuestra galaxia", explicó a la agencia AFP Guy Perrin, astrónomo francés que forma parte del proyecto.
¿Cómo es? El objeto del estudio, denominado Sagitario A, posee una masa cuatro millones de veces más grande que nuestro Sol, concentrada en un espacio más pequeño que el que ocupa el Sistema Solar.
Tecnología para ver mejor. Para observarlo de cerca, los astrónomos combinaron el poder de los cuatro mayores telescopios europeos instalados en el Desierto de Atacama para crear el instrumento más poderoso jamás construido. Las imágenes serán "unas 10 a 20 veces más nítidas que las que obteníamos antes", dijo el director del proyecto Frank Eisenhauer, del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre.
¿Qué son los agujeros negros? Los agujeros negros son regiones en el tejido del espacio-tiempo donde la masa colapsa en un área tan pequeña que nada resiste a su poder de atracción gravitacional. El naturalista inglés del siglo XVIII John Michell conceptualizó los agujeros negros, describiéndolos en 1873 como obscuras estrellas tan masivas que ni siquiera la luz logra escapar de ellas. A pesar de ser millones desparramados por la Vía Láctea, los agujeros negros no pueden ser vistos, justamente porque absorben la luz, junto con todo el resto.
¿Qué se espera ver con los nuevos telescopios? Se podrán observar los gases y estrellas siendo tragados al vacío, gracias a los rastros que dejan los objetos recalentados justo antes de desaparecer para siempre. (AFP)
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