Un nuevo estudio científico explicó el motivo por el que existe una persona muy similar a nosotros entre las más de 7 900 millones de personas que viven en el mundo.
Es bastante probable que, en algún momento, un conocido o familiar nos haya dicho que vio a una persona muy parecida a nosotros. Los científicos, a cargo de un nuevo estudio, mencionaron que, si bien es muy difícil hallar a una persona 100 % idéntica a nosotros, una que se nos parezca en un 75 % u 80 %, ya debe estar entre los más de 7 900 millones de humanos que habitan la Tierra actualmente.
El informe fue presentado por un equipo del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras y publicado en la revista Cell Reports. Manel Esteller, líder de este grupo, decidió explorar los motivos por los que existen personas con rostros muy similares que no tienen ningún parentesco y, para ello, contactó a François Brunelle, un artista canadiense dedicado a fotografiar personas parecidas desde 1999 en todo el mundo.
La ciencia explica los rostros parecidos sin parentesco alguno
Brunelle ayudó a Esteller y a su equipo a conseguir unas 32 parejas voluntarias para las pruebas y las fotografías obtenidas fueron analizadas mediante tres softwares de reconocimiento facial. En el caso de los gemelos, las cifras alcanzadas eran de 90 % a 100 %, pero en el caso de personas aleatorias que ni siquiera se conocían entre sí, dos de los programas determinaron un nivel de correlación de 75 % en 16 de estas parejas.
Los resultados obtenidos señalaron que los genes compartidos correspondían a diversas partes del rostro como ojos, labios, boca y fosas nasales, además de algunas otras como la formación ósea en el cráneo y los genes involucrados con las texturas de la piel o con la retención de líquidos, ya que estos diferencian los volúmenes de las caras.
Para encontrar una respuesta del porqué del parecido, el equipo examinó el material biológico, el genoma, el epigenoma (marcas químicas que controlan el ADN) y el microbioma (los tipos de virus y bacterias que habitan en nuestro organismo). Los dos primeros fueron los que emparejaron a las personas parecidas mientras que los otros dos los distanciaron.
El estudio señala que las dos personas que componen la pareja con rostros similares tienen una genética muy parecida; es decir, ambos comparten secuencias de ADN que son semejantes. Este parecido no se da porque ambos individuos tengan un parentesco sanguíneo, sino por una casualidad que crea zonas o secuencias de ADN idénticas en ambos organismos.
Otros resultados de la investigación sobre rostros parecidos
Otro dato relevante hallado en la investigación determina que los voluntarios no solo eran similares en sus rasgos físicos, sino también en sus comportamientos. Las parejas rellenaron cuestionarios con más de 60 preguntas sobre sus hábitos de vida y se hallaron semejanzas en algunos de estos. El tabaquismo y el nivel de educación fueron algunos de los rasgos de comportamiento que se correlacionaron, sugiriendo que las variaciones genéticas que comparten también pueden influir en sus personalidades o hábitos.
El equipo a cargo de este estudio considera que los resultados hallados pueden aplicarse en la biomedicina, pues los genes identificados y sus respectivas variantes también pueden estar implicados en patologías. Por ejemplo, a partir de un rostro se puede deducir relativamente el genoma de una persona para cribar de enfermedades genéticas. Además, otra aplicación podría ser en la ciencia forense, ya que podría usarse para generar un sistema capaz de reconstruir el rostro de un delincuente o una víctima sin necesidad de identificar su ADN.
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