Ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, aseguró que el Gobierno no permitirá una mayor devaluación del peso.
El Gobierno argentino decidió sorpresivamente el viernes flexibilizar su estricto control de cambios, presionado por el desplome de la moneda local y una aceleración de la inflación en momentos en que se acentúa la sangría de reservas internacionales del Banco Central.
La administración de la presidenta peronista Cristina Fernández dijo que tomó la medida porque el peso cayó a niveles que considera de "equilibrio", pero políticos opositores y economistas opinaron que el cambio de estrategia muestra una desorientación del equipo económico ante la crisis cambiaria.
A partir del lunes, se levantará la prohibición para la compra de dólares para ahorro y se reducirá al 20 por ciento desde el 35 por ciento el impuesto que los argentinos deben pagar para adquirirlos.
La medida puede profundizar la debilidad de la moneda, alimentando la ya alta inflación y generando malestar social justo cuando se inician las negociaciones salariales anuales.
El ministro de Economía, Axel Kicillof, aseguró que el Gobierno no permitirá una mayor devaluación del peso.
"Nosotros lo que hicimos ayer (jueves) es que vimos que había una fuerte intención de generar una devaluación, que el mercado estaba con ese ánimo y nosotros no vamos a permitir que eso ocurra", afirmó en una entrevista radial el ministro de Economía, Axel Kicillof, en referencia a un supuesto complot del mercado para desestabilizar al Gobierno.
Pero la moneda caía un 2,08 por ciento a las 12.30 hora local (1530 GMT) a 8,17 unidades por dólar, acumulando una pérdida superior al 20 por ciento este año. El jueves se había derrumbado un 11 por ciento, su mayor caída en casi 12 años.
Los bonos argentinos también perdían terreno, disparando el riesgo país argentino por encima de los 1.000 puntos básicos medidos por el índice EMBI+ del banco JP Morgan.
REUTERS
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