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El fantasma de un yen fuerte estremece a la empresa japonesa

(Foto:EFE)
(Foto:EFE)

Los analistas creen que un yen demasiado fuerte tendrá efectos muy negativos en una economía que sigue dependiendo de las exportaciones.

El dólar cayó hoy en Tokio hasta la banda de los 88 yenes, su nivel más bajo en nueve meses, ante la decisión del nuevo Gobierno japonés de no intervenir en el mercado de divisas en apoyo del potente sector exportador.

El miedo de la fuerte industria nipona, motor del crecimiento de la segunda economía mundial, de ver reducidos sus beneficios a niveles récord debido a un dólar por debajo de la barrera de las 90 unidades ha traído a debate la conveniencia de un yen fuerte.

El dólar cerró hoy en el mercado de divisas de Tokio en los 89,56 yenes después de caer en la sesión hasta 88,23 yenes, su punto más bajo desde hace nueve meses, lo que hizo que el Nikkei coqueteara durante el día con niveles inferiores a los 10.000 puntos.

Hirohisa Fujii, el recién estrenado ministro de Finanzas con el reformista Partido Democrático (PD), dijo hoy que lo "deseable es una moneda estable", después de que en la cumbre del G20 en Pittsburgh (EE.UU.) no considerase necesaria una intervención extraordinaria porque la apreciación del yen no es excesiva.

Los grandes exportadores no opinan lo mismo, ya que consideran que un dólar que caiga por debajo de la horquilla de los 90-95 yenes tendrá una gran repercusión en la demanda externa y en sus beneficios a la hora de ser repatriados.

Para Toyota, el primer fabricante mundial de automóviles, cada unidad que el yen gana frente al dólar le supondrá un recorte de su resultado operativo anual de 192 millones de euros, algo poco aconsejable en tiempos de crisis, recortes y números rojos.

En opinión del vicepresidente de Toyota, Yukitoshi Funo, un yen en las 80-89 unidades por dólar es "una situación dolorosa".

Otros ya tienen en mente que el cambio de modelo hacia una economía más dependiente de la demanda interna, pregonado por el gubernamental PD, ganador por mayoría absoluta en las elecciones del 30 de agosto, les obligará a adaptarse.

El gigante electrónico Sony, por ejemplo, ya ha comenzado ha buscar contratos de proveedores en dólares, mientras que otros lo ven como una oportunidad para abaratar sus créditos denominados en moneda extranjera y la compra de materias primas.

La intención de Gobierno nipón es dejar al yen regularse libremente en el mercado y, poco a poco, hacer que la economía dependa más de los consumidores japoneses, en un país cada vez más envejecido y dado al ahorro, que podría beneficiarse de una moneda fuerte.

Antes de que la crisis hipotecaria estadounidense se convirtiera en un problema mundial, el yen era un 30 por ciento más barato frente al dólar y era una moneda muy demandada en el mercado de capitales debido a unos tipos de interés muy bajos.

En ocasiones anteriores, el Banco de Japón hacía uso de las reservas del país asiático, las segunda mayores del mundo, para comprar dólares y sacar yenes al mercado, lo que mantenía bajo el valor de su moneda, especialmente tras las crisis financieras de los 90 y 2000.

En el pasado, yen fuerte fue el símbolo de la bonanza económica japonesa de los primeros años de los 80, cuando la burbuja inmobiliaria y la conquista de los mercados internacionales por parte de los fabricantes nipones trajo la euforia a las calles de Tokio y a su Bolsa, que llegó a tocar techo cerca de 39.000 puntos.

Ahora, la crisis ha hecho que los bajos tipos de interés nipones pierdan atractivo frente a los que existen en Estados Unidos o Europa, haya menos moneda nipona en circulación y por tanto ésta se encarezca.

Además una divisa fuerte puede prolongar el problema de la deflación japonesa, que a su vez contrae el consumo interno, ya que los compradores se refrenan a la espera de precios más bajos en el futuro.

Con todo, los analistas creen que un yen demasiado fuerte tendrá efectos muy negativos en una economía que sigue dependiendo de las exportaciones y cuyas empresas manufactureras no está preparadas para lidiar con este problema a corto plazo. EFE

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