La recordada actriz poseía una de las colecciones privadas más importantes del mundo, en la que destaca el diamante Taylor-Burton y la Perla Peregrina.
Si algo hizo popular a la fallecida actriz Elizabeth Taylor, es sin duda su pasión por las joyas.
En su poder tenía una de las mayores colecciones privadas del mundo, en donde destacaban piezas de JAR, Boucheron, Bulgari, Cartier, Chopard, Schlumberger, Tiffany, Van Cleef & Arpels y David Webb.
Esta pasión fue acrecentada por algunos de sus siete esposos. En uno de sus compromisos recibió un anillo con un zafiro cabuchón y otro de ellos le regaló unos aretes y un collar de rubíes.
Sin embargo, el que acaparó su atención y la del mundo entero fue Richard Burton quien la agasajó con fastuosas joyas como el diamante amarillo Krupp y la Perla Peregrina, que perteneció al rey Felipe II, como parte de las joyas de la Corona de España.
El diamante blanco Taylor-Burton es considerado como el más representativo de su colección pues posee la forma de una pera y tiene 69 quilates. Este fue adquirido en 1969 por la suma de 1,2 millones de dólares.
Otra de las piedras favoritas de Liz Taylor son las esmeraldas y Burton le regaló un broche de estas acompañado de diamantes, que para la boda fue complementado con un collar.
Su pasión la plasmó en el libro “Elizabeth Taylor: My love affair with jewelry (Elizabeth Taylor: mi idilio con las joyas”, publicado en 2002), que incluye más de un centenar de fotografías de su preciada colección.
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