Una familia exitosa es una familia saludable que permite a sus miembros no sólo sentirse bien en su interior, sino que también les permite crecer y ser mejores personas.
Una familia exitosa es una familia saludable que permite a sus miembros no sólo sentirse bien en su interior, sino que también les permite crecer y ser mejores personas. Es una familia inteligente, que posee cinco rasgos principales, entre otros, que la hacen exitosa y saludable.
INTELIGENCIA EMOCIONAL: está relacionado con el manejo de las emociones y es la capacidad de saber gobernar y transmitir emociones sanas, no dejando que las insanas se desborden. El rencor, la irritabilidad, el miedo, entre otras, son emociones distorsionadas que contaminan la atmosfera familiar, generando conflictos y distancias al interior de ella. Hay dos herejías en el manejo de las emociones: la represión y la explosión. El primero lleva a la alexitimia y el segundo a la agresión. Tener conciencia y control sobre las emociones, sin reprimirlas ni explosionarlas, sino expresándolas asertivamente es la clave de un clima emocional de una familia exitosa
INTELIGENCIA ESPIRITUAL: está relacionada con la Fe en un Dios. Los seres humanos siempre vamos a creer en algo o en alguien; nuestro dios puede ser el dinero, la fama, el poder, la profesión, etc o todo aquello al cual yo rinda pleitesía y todo eso se aprende al interior de la familia. El Dios que tengamos nos demandará un estilo de vida, si es el Dios de la biblia él nos pide una determinada forma de pensar y ser; y una familia saludable puede converger alrededor de las enseñanzas de Jesús, haciendo que ellas los una más y vivan de acuerdo a esos principios.
INTELIGENCIA MORAL: está relacionada con el manejo de los valores y tiene que ver con unas normas y principios éticos a los que se sujetan los miembros de una familia. En la medida que los valores sean positivos y claros, se trasmitan adecuadamente y se viva de acuerdo a ellos será una familia saludable. Pero hay dos herejías: la hipernormatividad, que consiste en imponer legalistamente los valores o la hiponormatividad, que es cuando no se enseña apropiadamente los valores. El ejemplo es el mejor maestro.
INTELIGENCIA SOCIAL: está relacionado con las interacciones y es la capacidad de interactuar en relaciones sanas y equilibradas, de tal manera que sus miembros, especialmente los hijos, experimente sentimientos de pertenencia y autonomía; es decir, se sientan acogidos y amados al interior de su familia, pero al mismo tiempo no se sienten atrapados en ella, sino que les brinda espacios de autonomía que le permitan tomar ciertas decisiones y valerse por sí mismo. Hay dos extremos que se deben evitar: interacciones aglutinadas, que atentan contra la autonomía; e interacciones desligadas, que atentan contra la pertenencia. Una familia exitosa será capaz de crear una atmosfera social donde se respire, de manera equilibrada, pertenencia y autonomía.
INTELIGENCIA COMUNICACIONAL: está relacionado con el manejo del poder y es la capacidad de distribuir y usar apropiadamente niveles de autoridad. En una familia saludable la autoridad es equilibrada y compartida, no se sobrepasan ni se renuncia a ella. El papá es el líder, pero comparte el poder con la mamá y los hijos también tienen su cuota de poder, aunque subordinado a uno mayor. Hay dos herejías: una comunicación imperial, en la que una persona centraliza el poder absoluto; y otra anárquica, en la que el poder no lo tiene ninguno, volviéndose un caos familiar. Dichos extremos atentan contra la salud familiar.
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Aporte del Dr. José Baldeón Valdivia, psicoterapeuta
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