El pueblo contumasino se reúne en torno a una serie de costumbres, entre las que destacan las penitencias, con las que recuerdan la pasión y muerte de Jesucristo.
Los penitentes son hombres que en la media noche de los días Jueves y Viernes Santo, recorren las calles de la provincia cajamarquina de Contumazá cargando un pesado tablón y una barreta atada a cada pie.
Contumazá se encuentra en el extremo suroeste del departamento de Cajamarca, donde la celebración de la Semana Santa tiene una especial connotación.
El pueblo contumasino que profesa la religión católica con motivo de Semana Santa se reúne en torno a una serie de costumbres, entre las que destacan las penitencias, con las que recuerdan la pasión y muerte de Jesucristo.
El penitente es una persona que va a la iglesia a confesar sus pecados, el párroco le otorga la penitencia respectiva y a partir de la medianoche en las calles se escucha el sonido de las barretas arrastradas.
El sonido se escucha que va en dirección del Cementerio General, pues el penitente va hasta la tumba de un ser querido, amigo o familiar para pedirle perdón por los pecados cometidos.
Según el costumbrista Napoleón Florián, la penitencia es por cinco años y quienes inician la penitencia se visten de blanco y en el quinto año se visten de negro, signo que ese es el último año de la penitencia.
Los penitentes llevan atada una barreta en cada pié y caminan con dirección hacia el Cementerio General, pero esta caminata la hacen descalzos.
Sin embargo, caminar descalzó no es una penitencia suficiente, sino tienen que llevar un tablón sobre los hombros de aproximadamente 80 kilos de peso, con el cual deben ir desde la parroquia hasta el cementerio, pedir perdón de rodillas frente a la tumba de un ser querido, amigo o conocido y después retornar nuevamente a la parroquia.
Lea más noticias del Perú en la sección Nacional
Video recomendado
Comparte esta noticia