Diego Luna presenta en México a su hijo de celuloide, Abel

Después de que diera sus primeros pasos por los festivales de Sundance y Cannes, el mexicano Diego Luna presentó hoy finalmente en su propio país su primer largometraje de ficción, "Abel".

Retrato de una familia donde el foco está en un niño con un transtorno mental que cree ser el padre ausente, Luna superó con nota ante la prensa especializada nacional el reto de la ópera prima, con una historia bien construida y personajes sólidos.

"Abel" proporciona momentos de humor y, al mismo tiempo, terrible dramatismo, pero sin estridencias y usando la sutileza. El actor ("Milk", "Y tu mamá también") y director, dirigió el documental "J.C. Chávez", sobre el boxeador mexicano, consideró en rueda de prensa que el estreno, este viernes, será "el fin de un viaje larguísimo".

"A los seis años yo me sentía adulto trabajando en teatro y vivía feliz", relató Luna sobre el parcial cariz autobiográfico del film, reforzado porque el niño protagonista, Abel, se cría en un hogar con un sólo progenitor, como el mismo Luna.

En el caso del film, el padre de Abel es un hombre, Anselmo (José María Yazpik), que abandona a su familia bajo el pretexto de que se va a trabajar a Estados Unidos y desaparece durante dos años. Su regreso, con el niño recién llegado del psiquiátrico y la madre y hermanos aceptando el desvarío para no agravar su estado, propicia que el horizonte se cubra de nubes de una tormenta por estallar.

"Cuando me convertí en papá pensé "¿cómo alguien va a decidir no estar ahí?" Hay quienes se van por necesidad, pero otros lo hacen por estupidez", explicó el director. Luna forma parte de una camada de nuevos directores -auspiciados en gran parte por su propia productora, Canana- cuyas obras beben de la realidad del país, es muy personal y busca devolver al público el gusto por ver su propio cine.

"Aquí está muy difícil jugar, está todo diseñado y dispuesto para que te vaya mal", refirió, sobre un panorama de exhibición en manos de unas pocas grandes compañías y dominado por el cine más banal de Hollywood.

Sobre su experiencia como director de ficción, Luna afirmó haber quedado satisfecho, salvo con un aspecto: "si algo no volvería a hacer es ponerme una fecha límite, se vuelve tu peor enemigo".

Luna quiso tener lista la película para presentarla en el festival de Sundance (enero), la meca del cine independiente, y posteriormente ejecutó algunos cambios en la copia que llevó a Cannes (la semana pasada).

En ambos certámenes recibió parabienes y aplausos, y gestionó la distribución internacional del film. El protagonista (Christopher Ruiz-Esparza) fue elegido entre 400 niños; tanto él como su hermano -en la vida real Gerardo y en la fílmica Paul- no tenían experiencia previa en cine y eran los únicos que cada día de rodaje no tenían el guión.

"Cada día les iba actuando de lo que se iba a tratar", narró Karina Gidi que da vida a Cecilia, su madre. "Le decía"¡esta casa es un desastre y sólo tú puedes poner orden!"", explicó sobre como Luna hizo del rodaje un juego para los niños.

El director consideró que la dificultad de trabajar con niños de la que tanto se habla "es un mito". "La capacidad de abstracción que tienen es impresionante", dijo.

Luna explicó también que no quiso centrar la película sobre un padecimiento mental específico, sino que el foco está en el drama que provoca en la familia la enfermedad de Abel.

Por su parte, los niños lucieron felices de presentar su debut en cine; Gerardo recordó su gozo en las escenas donde come galletas rellenas de cajeta y su travesura en la bañera.

Su hermano, que mantenía cierto aire serio, pero más relajado que el del propio Abel, aventuró que quizás estaría bien una secuela: "Abel 2, la venganza de Paul", lo que arrancó las risas de todos.

Su madre fílmica, mientras, le acariciaba la cabeza. Luego, mirando a Diego Luna y ante una pregunta de la prensa, el joven y responsable "Abel" zanjó la gran pregunta: "Es un buen papá".

EFE