Acompañados por su inquebrantable fe y de la mano del padre José Chuquillanqui los pobladores de Manchay han logrado surgir.








Un pueblo creyente es bueno, pero si acompaña su fe con obras es mejor. Un admirable ejemplo lo encontramos en Manchay, lugar que hace 30 años era un arenal y que hoy progresa. Apoyados en su fe y con ayuda del padre José Chuquillanqui los pobladores hicieron denodados esfuerzos para surgir aunque todo parecía estar en su contra.
Hace 16 años José Chuquillanqui llegó a Manchay, su asombro fue grande al ver que las personas carecían de agua, vegetación y los azotaba la pobreza extrema. Pese a esta situación el padre notó que la población tenía una gran riqueza espiritual y que la fe era el motor que los impulsaba a seguir.
Con organización y esfuerzo, logró conformar el comité Pro Templo y Virgen del Rosario para pedir ayuda. En la entonces pequeña y austera capilla realizaba reuniones para llegar a los diferentes sectores y pedir ayuda, pronto su oraciones y esfuerzo obtuvieron respuesta y se comenzó la construcción de un templo.
Toda la población participaba activamente, hoy Manchay cuentan con 12 capillas, un templo principal y un colegio parroquial, además se ha creado grupos juveniles y coros para evitar que los jóvenes se involucren en pandillas.
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