¿Es posible mantener una relación amorosa estando en prisión?

Era Tabú cumple dieciocho años al aire por RPP Noticias y lo celebra de una manera muy especial. El doctor Fernando Maestre compartirá la tarde con las mujeres del penal Santa Mónica y conversará con ellas sobre cómo se vive el amor estando privadas de su libertad.

La sexualidad se manifiesta en el ser humano en todo momento de su vida, incluso cuando se está dentro de un centro penitenciario. La líbido y el deseo sexual ayudan al ser humano a buscar vínculos íntimos que generan mayor comunicación, descarga de tensión sexual y agresiva, y el respeto hacia el prójimo.

Hasta hace muy poco tiempo, no todas las cárceles tenían derecho a visitas íntimas con la pareja. Recién se logró en las cárceles la creación formal de espacios llamados ‘venusterios’ que tienen como objeto promover las visitas conyugales.

Si bien es cierto, esta medida es un avance en la humanización de la vida de la interna, no basta un coito cada semana para pensar que la vinculación sexual está reparada o equiparada. Hay que recordar que las internas de un penal solo están privadas de su libertad, más no de su sexualidad.

El penal de Chorrillos  alberga más de mil ochenta y cinco internas y muchas de ellas viven el amor tras los barrotes de sus celdas. Estas mujeres aún guardan la ilusión y el amor por sus parejas sentimentales. Algunos de estos amores se encuentran en libertad y otros purgan sentencia bajo detención. Todas estas historias buscan mantener un amor latente a pesar de las adversidades.

Según los especialistas, el objetivo de mantener a una reclusa dentro de un centro penitenciario no solo busca castigar el delito cometido, sino también la rehabilitación social y la recuperación de valores de la persona. Estos objetivos son más difíciles de alcanzar si existe la abstinencia y la frustración.

Al interior de un centro penitenciario, debido a la ausencia de vínculos familiares y sexuales, se pueden presentar diversos trastornos psicosexuales debido a la frustración constante. Las reclusas pueden ser agresivas y  esto lleva también a perder muchos valores e, incluso, provocar con facilidad la promiscuidad.

Es así que en algunos momentos hay una tendencia al abuso o acoso sexual de las más débiles. También puede suceder que aparezcan conductas homosexuales debido a que solo hay una única oferta erótica y sentimental dentro del penal.

La masturbación también puede exaltarse con el afán de calmar la tensión sexual entre las personas que han perdido su libertad. Pero, más allá de esta práctica, la depresión por el amor ausente, la pérdida de familia y la distancia de los hijos son muchos de los puntos más sensibles para una mujer en prisión.

Hoy, Era Tabú dedica su programa a todas las mujeres que han perdido su libertad pero que aún poseen un corazón que late con la esperanza de amar y ser amadas, como cualquier otra mujer en el mundo.

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