Con una mezcla de orgullo y dolor, Southampton, la ciudad del sur de Inglaterra desde la que partió hace cien años el Titanic, recordó el inicio del fatídico viaje y al medio millar de sus vecinos que murieron en el naufragio.
Una emotiva ceremonia en la que 600 niños portaban pancartas con las fotografías y los nombres de las víctimas, así como la apertura de un nuevo museo, sirvieron para conmemorar el inicio de la tragedia marítima más famosa de la historia.
El accidente del lujoso barco, que se hundió cinco días después de su partida y causó la muerte de más de 1 500 personas, marcó de manera especial a esta ciudad.
El 10 de abril de 1912, Southampton, entonces el mayor puerto de Inglaterra, vivió con expectación la partida del Titanic, mientras una banda de música amenizaba el acontecimiento, que congregó a cientos de personas.
Cien años después, en el mismo lugar, la terminal Ocean del puerto, y a la misma hora que el Titanic tenía programada la salida, un minuto de silencio recordó solemnemente ese momento.
Media hora después, un desfile de niños, acompañados de una banda de música, recorrió las calles de la ciudad, en medio de los aplausos de los curiosos.
Southampton era en 1912 la sede de 23 compañías de transatlánticos y, gracias a ello, la ciudad vivía un momento de esplendor económico, con la apertura de restaurantes, hoteles, tiendas y muchas oportunidades laborales.
De los 897 miembros de la tripulación del lujoso barco, 714 eran vecinos de Southampton y, de los 685 que murieron tras colisionar contra un iceberg, 538 estaban empadronados en esta ciudad.
Un vínculo que se puso también de manifiesto con la inauguración del museo SeaCity, que tiene como objetivo relatar "la historia no contada de los muchos habitantes de Southampton que murieron y el impacto que la tragedia tuvo en cientos de familias de la ciudad".
"Queríamos contar la relación entre Southampton y el Titanic, contar sobre todo la historia de su tripulación, ya que nunca antes ha sido contada", dijo Maria Newbery, comisaria de la exposición.
Newbery recordó que tres cuartas partes de los empleados del transatlántico eran vecinos de la ciudad y el hundimiento "afectó prácticamente a todo el mundo; quien no tenía un vecino, tenía un familiar o un amigo. Fue un tragedia para la ciudad".
El museo, que ha costado 15 millones de libras (18 millones de euros), relata, a través de la vida de algunos de los miembros de la tripulación, la importancia que el hundimiento tuvo para la ciudad, que cuenta con el mayor número de monumentos dedicados al Titanic.
En sus salas, a través de fotografías, vídeos y sonido ambiente se muestra cómo era la vida de esta población portuaria hace un siglo y el variopinto ambiente del transatlántico, en el que viajaban con destino a Nueva York algunos de los hombres más ricos del mundo junto a inmigrantes de toda Europa.
EFE
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