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por Redacción RPP
·Villa 31 nació en los años 40 como resultado del proceso de industrialización. Las crisis la convirtieron en uno de los mayores sectores marginales de Buenos Aires.
En el corazón de Buenos Aires, en terrenos codiciados por los especuladores inmobiliarios, más de 30.000 personas hacinadas en la Villa 31 respiran aliviadas por la aprobación de una ley para convertir este asentamiento en un barrio tras décadas de lucha por salir de la marginalidad.
A espaldas de La Recoleta, una de las zonas más caras de Buenos Aires, entre el ferrocarril y el puerto y bajo una de las principales autopistas de la ciudad, se levantan miles de chabolas, muchas de ellas en peligro de derrumbe.
La Villa 31 nació en los años 40 como resultado del proceso de industrialización y a punto estuvo de desaparecer durante la última dictadura militar (1976-1983), pero las sucesivas crisis económicas y la creciente emigración la convirtieron en uno de los mayores asentamientos marginales de la ciudad.
Durante todos estos años, los vecinos de "La 31" han vivido con el miedo a la excavadora. El triunfo del conservador Mauricio Macri como alcalde de la ciudad en 2007 disparó la alarma porque su programa electoral incluía la desaparición de la villa, asentada en terrenos del Gobierno nacional.
Sin embargo, la presión de los vecinos y el trabajo de un grupo de arquitectos de la Universidad de Bueno Aires se ha traducido en la aprobación de una ley que salvará a "La 31" de la destrucción de la mano de un proyecto inspirado en la iniciativa favela-barrio de Río de Janeiro.
"El modelo toma como ejemplo muchos programas, como el favela-barrio en Brasil y el de Medellín (Colombia), donde no se trabaja con el concepto de vivienda sino con el de ciudad", explica a Efe Javier Fernández Castro, arquitecto e interventor de la Villa 31.
La ley, añade, constituye "un antecedente muy importante" y ofrece una respuesta a "la larga lucha de los vecinos del barrio por reconocer la posibilidad de urbanización".
La normativa abre la puerta a la dotación de infraestructuras y saneamiento público, a la construcción de viviendas en reemplazo de chabolas (infraviviendas) en peligro de derrumbe y permitirá al asentamiento integrarse en la ciudad.
Pese al avance logrado, el arquitecto reconoce que serán necesarios más de cinco años para cambiar la fisonomía de la villa y una inversión de cientos de miles de dólares.
Según expertos, un 70 por ciento de las viviendas de la villa son recuperables mientras que el 30 por ciento restante presenta riesgos o debe ser demolido.
Pero la aprobación de la ley no habría sido posible sin el trabajo desarrollado por organizaciones vecinales para dotar de una mínima estructura a la Villa, desde la apertura de espacios públicos a la creación de escuelas, comedores populares y actividades colectivas.
No obstante, todavía queda mucho por hacer, en especial para combatir el hacinamiento, la inseguridad y el tráfico de drogas, como reconoce el dirigente cooperativista Jesús Raúl Guzmán.
"La solución para las villas es tener una política de Estado en relación a la solución habitacional", asegura, y la salida, a su juicio, pasa por facilitar créditos a los vecinos e impulsar su inserción pacífica en la ciudad.
Norma Gutiérrez, presidenta de la Asociación de Vecinos de la Villa 31, sostiene que los mayores problemas son la superpoblación y la marginación.
"Cada vez es más la gente que viene, no tenemos espacio y de ahí que se construya para arriba", apunta Gutiérrez, que denuncia que "cuando dices que vives en la villa no consigues trabajo por más que tengas estudios. Esto hace que la marginación sea terrible".
La peor situación se vive en la llamada "31 Bis", un ensanche que creció en los últimos años de forma anárquica y donde se concentran los mayores índices de inseguridad y narcotráfico.
Ni siquiera los representantes vecinales traspasan la frontera imaginaria de la 31 Bis, donde las chabolas están separadas por estrechos pasajes sin luz y en su mayoría carecen de servicios higiénicos.
Para tratar de combatir fenómenos como éste e impulsar la integración de los jóvenes surgió, hace diez años, "El Milenio continúa", la radio de la Villa 31, dirigida por Juan Romero, que ha sumado a más de un centenar de adolescentes al proyecto.
En la radio se formaron 31 locutores y por sus micrófonos pasaron futuros abogados, arquitectos e incluso policías, "sueños inalcanzables que han sido logrados por pibes de la villa", afirma Romero, dispuesto a seguir trabajando por estos sueños. EFE
A espaldas de La Recoleta, una de las zonas más caras de Buenos Aires, entre el ferrocarril y el puerto y bajo una de las principales autopistas de la ciudad, se levantan miles de chabolas, muchas de ellas en peligro de derrumbe.
La Villa 31 nació en los años 40 como resultado del proceso de industrialización y a punto estuvo de desaparecer durante la última dictadura militar (1976-1983), pero las sucesivas crisis económicas y la creciente emigración la convirtieron en uno de los mayores asentamientos marginales de la ciudad.
Durante todos estos años, los vecinos de "La 31" han vivido con el miedo a la excavadora. El triunfo del conservador Mauricio Macri como alcalde de la ciudad en 2007 disparó la alarma porque su programa electoral incluía la desaparición de la villa, asentada en terrenos del Gobierno nacional.
Sin embargo, la presión de los vecinos y el trabajo de un grupo de arquitectos de la Universidad de Bueno Aires se ha traducido en la aprobación de una ley que salvará a "La 31" de la destrucción de la mano de un proyecto inspirado en la iniciativa favela-barrio de Río de Janeiro.
"El modelo toma como ejemplo muchos programas, como el favela-barrio en Brasil y el de Medellín (Colombia), donde no se trabaja con el concepto de vivienda sino con el de ciudad", explica a Efe Javier Fernández Castro, arquitecto e interventor de la Villa 31.
La ley, añade, constituye "un antecedente muy importante" y ofrece una respuesta a "la larga lucha de los vecinos del barrio por reconocer la posibilidad de urbanización".
La normativa abre la puerta a la dotación de infraestructuras y saneamiento público, a la construcción de viviendas en reemplazo de chabolas (infraviviendas) en peligro de derrumbe y permitirá al asentamiento integrarse en la ciudad.
Pese al avance logrado, el arquitecto reconoce que serán necesarios más de cinco años para cambiar la fisonomía de la villa y una inversión de cientos de miles de dólares.
Según expertos, un 70 por ciento de las viviendas de la villa son recuperables mientras que el 30 por ciento restante presenta riesgos o debe ser demolido.
Pero la aprobación de la ley no habría sido posible sin el trabajo desarrollado por organizaciones vecinales para dotar de una mínima estructura a la Villa, desde la apertura de espacios públicos a la creación de escuelas, comedores populares y actividades colectivas.
No obstante, todavía queda mucho por hacer, en especial para combatir el hacinamiento, la inseguridad y el tráfico de drogas, como reconoce el dirigente cooperativista Jesús Raúl Guzmán.
"La solución para las villas es tener una política de Estado en relación a la solución habitacional", asegura, y la salida, a su juicio, pasa por facilitar créditos a los vecinos e impulsar su inserción pacífica en la ciudad.
Norma Gutiérrez, presidenta de la Asociación de Vecinos de la Villa 31, sostiene que los mayores problemas son la superpoblación y la marginación.
"Cada vez es más la gente que viene, no tenemos espacio y de ahí que se construya para arriba", apunta Gutiérrez, que denuncia que "cuando dices que vives en la villa no consigues trabajo por más que tengas estudios. Esto hace que la marginación sea terrible".
La peor situación se vive en la llamada "31 Bis", un ensanche que creció en los últimos años de forma anárquica y donde se concentran los mayores índices de inseguridad y narcotráfico.
Ni siquiera los representantes vecinales traspasan la frontera imaginaria de la 31 Bis, donde las chabolas están separadas por estrechos pasajes sin luz y en su mayoría carecen de servicios higiénicos.
Para tratar de combatir fenómenos como éste e impulsar la integración de los jóvenes surgió, hace diez años, "El Milenio continúa", la radio de la Villa 31, dirigida por Juan Romero, que ha sumado a más de un centenar de adolescentes al proyecto.
En la radio se formaron 31 locutores y por sus micrófonos pasaron futuros abogados, arquitectos e incluso policías, "sueños inalcanzables que han sido logrados por pibes de la villa", afirma Romero, dispuesto a seguir trabajando por estos sueños. EFE
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