Mitsunobu Akano (65), fue condenado a muerte en junio del 2008 tras ser detenido en el 2006 con 2,5 kilos de estupefacientes que pretendía llevar a Japón.
La justicia china ejecutó hoy a un japonés por tráfico de drogas, lo que supone la primera pena capital aplicada a un ciudadano de Japón en China desde que ambos países normalizaron sus lazos diplomáticos en 1972.
Según un comunicado publicado por el Tribunal Supremo y recogido por la agencia oficial de noticias Xinhua, Mitsunobu Akano fue ajusticiado hoy en la provincia nororiental de Liaoning tras haberse despedido de su familia ayer, lunes, en el centro de detención de Dalian, situado en la citada división administrativa.
Por el momento, no hay información sobre el método de ejecución empleado, aunque en China el más utilizado es el disparo en la nuca, con una creciente implantación de la inyección letal.
Akano, de 65 años, fue condenado a muerte en junio del 2008 tras ser detenido en el 2006 con 2,5 kilos de estupefacientes que pretendía llevar a Japón desde el aeropuerto de Dalian y según el comunicado algunas de las drogas encontradas estaban en el equipaje de un cómplice, pero no da detalles sobre esta persona.
El ciudadano nipón apeló sin éxito la condena y el año pasado el Tribunal Supremo ratificó la pena máxima. El pasado 29 de marzo Pekín comunicó a Tokio la inminente ejecución.
El comunicado subraya que el tribunal tenía pruebas claras e irrefutables del tráfico de drogas, por lo que la pena de muerte fue dictada y llevada a cabo según la legislación china.
Aunque la prensa nipona señala que la ejecución de hoy podría tensar las siempre complicadas relaciones entre ambos países asiáticos, recuerda también que en julio del 2009 un chino fue ajusticiado en Japón por asesinar a tres compatriotas en Kawasaki en 1999.
El pasado viernes el ministro japonés de Exteriores, Katsuya Okada, afirmó que el Gobierno chino había informado al japonés de su intención de ejecutar a otros tres nipones también condenados a muerte por tráfico de drogas en China.
Los tres nipones son Teruo Takeda, Hironori Ukai y Katsuo Mori.
Muy pocos ciudadanos extranjeros han sido ejecutados en China en las últimas décadas, aunque se conoce al menos otro caso de un japonés, Ruichi Yamaguchi, que en 1951 fue fusilado junto con italiano Antonio Riva por supuestamente intentar asesinar al entonces líder chino, Mao Zedong, y a otros altos cargos del régimen comunista chino.
Apenas hace tres meses, el británico de origen paquistaní Akmal Shaikh, de 53 años y con supuestos problemas mentales, fue ajusticiado por entrar en China con 4 kilos de heroína, lo que generó duras críticas por parte del Ejecutivo británico y de grupos de derechos humanos.
La semana pasada, Amnistía Internacional (AI) presentó un informe sobre la pena de muerte en el que criticaba especialmente a China por no revelar el número de personas que ejecuta anualmente.
En el 2008 Al documentó unas 1.700 ejecuciones, mientras que la Fundación Dui Hua cifra el número en más de 5.000.
No obstante, el régimen comunista modificó en el 2004 el sistema judicial chino obligando a que todas las penas de muerte fueran revisadas por el Tribunal Supremo (antes sólo bastaba con la confirmación de judicaturas locales), lo que ha conseguido un notable descenso.
Aunque no hay cifras oficiales publicadas porque ello se considera secreto de Estado), el descenso, según diversas fuentes, puede estar entre el 20 y el 50 por ciento.
EFE
Según un comunicado publicado por el Tribunal Supremo y recogido por la agencia oficial de noticias Xinhua, Mitsunobu Akano fue ajusticiado hoy en la provincia nororiental de Liaoning tras haberse despedido de su familia ayer, lunes, en el centro de detención de Dalian, situado en la citada división administrativa.
Por el momento, no hay información sobre el método de ejecución empleado, aunque en China el más utilizado es el disparo en la nuca, con una creciente implantación de la inyección letal.
Akano, de 65 años, fue condenado a muerte en junio del 2008 tras ser detenido en el 2006 con 2,5 kilos de estupefacientes que pretendía llevar a Japón desde el aeropuerto de Dalian y según el comunicado algunas de las drogas encontradas estaban en el equipaje de un cómplice, pero no da detalles sobre esta persona.
El ciudadano nipón apeló sin éxito la condena y el año pasado el Tribunal Supremo ratificó la pena máxima. El pasado 29 de marzo Pekín comunicó a Tokio la inminente ejecución.
El comunicado subraya que el tribunal tenía pruebas claras e irrefutables del tráfico de drogas, por lo que la pena de muerte fue dictada y llevada a cabo según la legislación china.
Aunque la prensa nipona señala que la ejecución de hoy podría tensar las siempre complicadas relaciones entre ambos países asiáticos, recuerda también que en julio del 2009 un chino fue ajusticiado en Japón por asesinar a tres compatriotas en Kawasaki en 1999.
El pasado viernes el ministro japonés de Exteriores, Katsuya Okada, afirmó que el Gobierno chino había informado al japonés de su intención de ejecutar a otros tres nipones también condenados a muerte por tráfico de drogas en China.
Los tres nipones son Teruo Takeda, Hironori Ukai y Katsuo Mori.
Muy pocos ciudadanos extranjeros han sido ejecutados en China en las últimas décadas, aunque se conoce al menos otro caso de un japonés, Ruichi Yamaguchi, que en 1951 fue fusilado junto con italiano Antonio Riva por supuestamente intentar asesinar al entonces líder chino, Mao Zedong, y a otros altos cargos del régimen comunista chino.
Apenas hace tres meses, el británico de origen paquistaní Akmal Shaikh, de 53 años y con supuestos problemas mentales, fue ajusticiado por entrar en China con 4 kilos de heroína, lo que generó duras críticas por parte del Ejecutivo británico y de grupos de derechos humanos.
La semana pasada, Amnistía Internacional (AI) presentó un informe sobre la pena de muerte en el que criticaba especialmente a China por no revelar el número de personas que ejecuta anualmente.
En el 2008 Al documentó unas 1.700 ejecuciones, mientras que la Fundación Dui Hua cifra el número en más de 5.000.
No obstante, el régimen comunista modificó en el 2004 el sistema judicial chino obligando a que todas las penas de muerte fueran revisadas por el Tribunal Supremo (antes sólo bastaba con la confirmación de judicaturas locales), lo que ha conseguido un notable descenso.
Aunque no hay cifras oficiales publicadas porque ello se considera secreto de Estado), el descenso, según diversas fuentes, puede estar entre el 20 y el 50 por ciento.
EFE
Comparte esta noticia