Temblores hizo pensar lo peor a mandatarios invitados a la asunción del nuevo mandatario chileno. Algunos sonreían de nervios, mientras otros miraban al techo asombrados.
A pesar de que Chile estaba de luto oficial hasta el pasado martes, el traspaso del mando presidencial de Michelle Bachelet a Sebastián Piñera había sido cuidadosamente organizado.
Se trataba de un acto cargado de simbolismo político. La primera mujer elegida presidenta en Suramérica cedía la presidencia al primer político de derecha que los chilenos eligen democráticamente en más de medio siglo.
Pero unos incómodos invitados se colaron a última hora: los temblores. Esos mismos temblores que desde el devastador terremoto de hace dos semanas, en el que murió medio millar de personas, tienen con los nervios destrozados a medio país.
Eran poco más de las once de la mañana (14.00 GMT), cuando el salón de plenos del Congreso Nacional ya estaba lleno de invitados.
Los ex presidentes Patricio Aylwin y Eduardo Frei charlaban animadamente con el arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, y en las afueras del edificio, una multitud de curiosos aguardaba expectante la llegada de Piñera y Bachelet.
Los dignatarios extranjeros ocuparon sus asientos en la primera fila. Junto al Príncipe de Asturias, heredero de la Corona española, se sentaron los presidentes de Uruguay, Perú, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Colombia y Argentina.
También estaban los representantes de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Secretaría General Iberoamericana (Segib).
Pero apenas diez minutos antes de que arribara la presidenta Bachelet, un fuerte temblor removió la estructura del Congreso Nacional, un enorme edificio construido a principios de los años ochenta por el dictador Augusto Pinochet en Valparaíso para alejar de la capital la sede del Poder Legislativo.
Después del primero vino otro y otro más, ya en plena ceremonia. Los servicios de seguridad intentaban serenar a los asistentes, pero un mensaje difundido por la megafonía explicando que "hay rutas de evacuación perfectamente señalizadas" no tranquilizó a nadie.
"Fue muy fuerte, muy fuerte, 7,2 grados Richter", comentó con inquietud el presidente de Ecuador, Rafael Correa, al terminar la ceremonia.
Pero también hubo quien se lo tomó con más tranquilidad y hasta con cierto humor, como el mandatario peruano, Alan García, quien dijo que "fue un honor compartir un sismo con el pueblo chileno".
Los presidentes de Paraguay, Fernando Lugo; Bolivia, Evo Morales, y Colombia, Álvaro Uribe, comentaban entre ellos lo que estaba sucediendo, mientras el Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, y la mandataria argentina, Cristina Fernández, miraban hacia el techo.
El rostro del mandatario uruguayo, José Mujica, tal vez el menos acostumbrado a los temblores, también reflejaba la sorpresa por las constantes y fuertes réplicas.
EFE
Comparte esta noticia