Prohibir derechos fundamentales los obliga a tomar decisiones extremas, como es el caso de los jóvenes beisbolistas que saben que no podrán regresar a su país mientras subsista la dictadura impuesta por los hermanos Castro.
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Un grupo de destacados deportistas cubanos acaba de dar una lección a los que, contra toda evidencia, siguen admirando el “modelo cubano” y pretenden aplicarlo en países como el Perú: doce miembros de la selección nacional de béisbol decidieron quedarse en México, al término del campeonato mundial en el que Cuba quedó en cuarto lugar. No sabemos si Perú Libre de Vladimir Cerrón tenga algo que decir sobre una decisión que pone en evidencia la realidad del totalitarismo de una sociedad congelada en los años de la guerra fría. Un número tan elevado de deserciones no se producía desde los años noventa, cuando el gobierno de Fidel Castro decidió autorizar el dólar como moneda de uso, obligando a muchos cubanos a, literalmente, entregarse a los brazos de los turistas extranjeros. Lo más absurdo es que Cuba atribuye la responsabilidad de la deserción a Donald Trump y Joe Biden, por revocar una facilidad de integración de los beisbolistas cubanos en la liga norteamericana.
La incapacidad de reconocer los errores es la manera más segura de marchar hacia el desastre. Y acá estamos ante una realidad inapelable: los seres humanos tienen derecho a buscar a su manera la felicidad y a vivir en libertad. Prohibir derechos fundamentales los obliga a tomar decisiones extremas, como es el caso de los jóvenes beisbolistas que saben que no podrán regresar a su país mientras subsista la dictadura impuesta por los hermanos Castro. Se comprende que el sacerdote Alberto Reyes haya declarado en la diócesis de Camagüey que se necesita humildad para reconocer el fracaso de un modelo que no funciona desde hace 62 años. “Sé que es duro ver los sueños romperse y sé cuán difícil puede ser superar el deseo obstinado de querer que lo que no es, sea”, señaló el clérigo, antes de citar al escritor inglés Oscar Wilde: “Todos estamos en el fango, pero algunos miramos las estrellas”.
Las cosas como son
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