Presidente brasileño manifestó que por primera vez en 50 años se combina el crecimiento económico con la inclusión social y democracia política.
"Puedo afirmar que dejo una situación muy favorable. Por primera vez en los últimos 50 años nuestro país está combinando crecimiento económico con inclusión social y democracia política, algo extraordinario", aseguró Lula en una columna publicada semanalmente por diarios regionales y en la que responde a preguntas de lectores.
Según el jefe de Estado, entre 2003 y 2009 Brasil tuvo un crecimiento económico promedio del 3,6% al año, por encima del promedio de las décadas anteriores.
"Este año vamos a crecer más del 5%. Incluso muchos economistas ya están proyectando un 6% o más", agregó el mandatario.
Lula dijo que desde el inicio de su mandato Brasil generó 12,4 millones de empleos formales y que superará los 14 millones en diciembre, antes de entregarle el cargo a su sucesor.
"Gracias, entre otras iniciativas, a los programas sociales y a los aumentos reales del salario mínimo, 24,1 millones de personas salieron de la situación de pobreza y nada menos que 31 millones ingresaron en la clase media", afirmó.
Agregó que el fortalecimiento del mercado interno y el elevado nivel de las reservas internacionales del país, que llegan a 245.000 millones de dólares, le permitieron a Brasil superar la peor crisis mundial en los últimos 80 años sin mayores pérdidas.
"Incluso con esa crisis no pedimos ni un centavo prestado a instituciones financieras internacionales y hasta la prestamos 14.000 millones de dólares al FMI (Fondo Monetario Internacional)", aseguró.
"Sinceramente me habría gustado asumir mi mandato, en 2003, con la economía brasileña en estas condiciones", concluyó.
El sucesor de Lula será elegido en las elecciones de octubre en las que los favoritos, según las encuestas, son el líder opositor José Serra y la ex ministra de la Presidencia Dilma Rousseff, apoyada por el mandatario.
Pese a que, según los economistas, Brasil cerrará el año con un crecimiento superior al 5% y una inflación de cerca del 5,5%, las cuentas externas y fiscales comienzan a mostrar señales de deterioro.
La crisis, que redujo la producción industrial en 2009 y consecuentemente la recaudación de impuestos, obligó al Gobierno a conceder exenciones fiscales a varios sectores, lo que desajustó las cuentas públicas.
Brasil registró el año pasado una caída del 45,1% en su superávit fiscal primario frente al alcanzado en 2008 y el superávit del primer trimestre de este año apenas equivale al 2,11% del Producto Interior Bruto (PIB), tasa muy abajo de la meta que se impuso el Gobierno de cerrar el año con un ahorro en sus cuentas públicas equivalente al 3,3% de su PIB.
El ministro de Hacienda, Guido Mantega, admitió hoy además que Brasil debe cerrar este año con un déficit en su balance de pagos (intercambios con el exterior) equivalente a entre el 2,2% y el 2,3% del PIB. EFE
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