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Presidente de Sudán, Omar Al Bachir, un militar islamista-nacionalista

El mandatario nació en 1944 en una familia rural de Hoshe Bannaga y desde pequeño quedó fascinado por la carrera militar.

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El presidente de Sudán, Omar Al Bachir, que el miércoles se convirtió en el primer jefe de Estado en ejercicio reclamado por la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya por crímenes en Darfur, es un militar islamista que gobierna el país más grande de África desde hace dos décadas.

Largos bigotes, gafas doradas, cabeza pelado, rellenito, Bachir, de 65 años, tiene por costumbre iniciar sus discursos con un brioso paso de baile, moviendo su bastón en el aire y con la espalda ligeramente encorvada.

Sus 20 años al frente de Sudán han estado marcados por guerras civiles en el sur del país, hasta la paz de 2005, y en la provincia occidental de Darfur, un conflicto que dura desde 2003 y que según la ONU ha causado 300.000 muertos, mientras que Jartum "sólo" admite 10.000.

"Bechir es conocido por su propensión a responder violentamente a los insultos y está preocupado por lo que considera una conspiración desde el exterior para lograr su caída. Sus respuestas son imprevisibles", afirma el analista Alex de Waal.

Nacido en 1944 en una familia rural de Hoshe Bannaga, a un centenar de km al norte de Jartum, Bechir quedó fascinado desde su infancia por la carrera militar.

Ya siendo general, Bachir y un grupo de oficiales derrocaron el 30 de junio de 1989 al gobierno democráticamente elegido de Sadiq el Mahdi en un golpe de Estado apoyado por el Frente Islámico Nacional, el partido de su mentor Hassan al Turabi, que más tarde se convertiría en su peor rival.

Bajo la influencia de Turabi, Bachir orientó hacia el islamismo radical a un Sudán de 40 millones de habitantes, fragmentados en una plétora de tribus y dividido en un norte mayoritariamente musulmán y un sur cristiano y animista.

Tras el golpe de Estado de 1989 se crearon fuerzas populares de defensa, que se desplegaron en el sur del país contra los "infieles" y para imponer la ley islámica, abriendo un nuevo capítulo de una guerra civil que se remontaba a 1983 y que causó dos millones de muertos hasta 2005.

En los años noventa, Jartum se convirtió en la plataforma de la internacional islamista con la presencia de numerosos yihadistas que lucharon en Afganistán, incluido el jefe de Al Qaida, Osama Bin Laden, luego expulsado del país por presión de Estados Unidos.

En este contexto, al final del decenio se agriaron las relaciones entre "Bachir el militar" y "Turabi el islamista".

Este propuso en 1999 un proyecto de ley para limitar los poderes del presidente al que Bachir respondió sin ambages: el ejército cercó la Asamblea Nacional, que fue disuelta.

A continuación, Bachir trató de desmarcarse de los islamistas y mejorar sus relaciones con la comunidad internacional.

Su gobierno firmó un acuerdo de paz con los rebeldes del sur de Sudán, abriendo así la vía a un referéndum en 2011 sobre la independencia de esa zona, donde se concentran las reservas petroleras del país.

Pero hace seis años empezó la guerra civil en Darfur, por la que la CPI lo acusa de genocidio, crímenes de guerra y contra la humanidad, junto a varios responsables de su régimen.

Bachir es el presidente que más tiempo lleva en el cargo desde la independencia de Sudán en 1956 debido a los estrechos lazos que ha sabido conservar con el ejército.

"Nunca olvidó que en primer lugar es un militar y luego un político", resumió el historiador estadounidense Robert O. Collins.

AFP

Foto: EFE

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