Finalmente, el acto del Colectivo Marcha por el Orgullo discurrió sin sobresaltos. Tanto las diferencias sociales como las políticas se resuelven a través del diálogo y el espíritu constructivo.
La experiencia ha mostrado que la presencia en la Plaza Bolívar de activistas del Día del Orgullo no merecía ni las inquietudes ni las imprecaciones a que dio lugar. Como en la mayoría de países democráticos, la comunidad LGTBIQ peruana pudo manifestarse con sus símbolos y sus consignas en un lugar que está asociado con el imperio de la ley.
No se trató de un “circo” ni hubo provocaciones innecesarias. Instituciones conocidas por su sobriedad como la Universidad del Pacífico y algunos bancos tradicionales no han dudado en asumir la bandera del arco iris, que desde su aparición hace cincuenta años expresa la diversidad del espíritu humano. La presencia de la vicepresidenta de la República y de congresistas de diversas bancadas evidencia la disposición del Estado a reconocer derechos de minorías que hasta hace poco estaban invisibilizadas, cuando no denigradas.
Una de las consignas exhibidas en las pancartas mostradas en la Plaza Bolívar afirmaba un pensamiento que debe ser tomado en serio: “Amor es amor”. Algo semejante escribió hace quince siglos San Agustín, desde su diócesis en el Norte de África, contestando a un padre inquieto por la educación de sus hijos: “Ama y haz lo que quieras”. El sereno desarrollo de la manifestación nos permite esperar que seamos capaces de abordar con naturalidad nuestras diferencias y los desafíos que se plantean a todas las familias.
Horas decisivas en EE.UU.
El día de ayer tuvo lugar la segunda rueda del debate entre los candidatos a la primarias del partido demócrata de Estados Unidos. Un total de veinte postulantes aspiran a desplazar del poder a Donald Trump, quien confirmó la semana pasada que solicitará un segundo mandato. Algunos de los aspirantes demócratas se limitaron elborar un catálogo de críticas contra Trump: que miente, manipula las cifras, divide a la sociedad, que es un peligro para la seguridad nacional, para el medio ambiente, el respeto a las mujeres, los derechos de los inmigrantes, el libre comercio, la paz en el mundo y la imagen internacional de Estados Unidos.
Sin embargo, los tres candidatos con más experiencia, el expresidente Joseph Biden, y los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren optaron por prescindir de Trump y evitar incluso la mención de su nombre. Con ello afirmaron una estrategia basada en propuestas de políticas públicas, sobre todo capaces de ser implementadas con el apoyo de los dos partidos representados en el Congreso. Es cierto que uno puede hacer política contra líderes sin tomarse la molestia de definir planes viables, es decir unir ideas con presupuestos y calendarios.
Donald Trump debe participar este viernes, en Japón, en la cumbre del Grupo de los 20 países más desarrollados. Se espera que en ese marco mantenga una reunión con el presidente chino Xi Jiping que permita una distensión en la guerra comercial. Al fin y al cabo las inversiones chinas en Estados Unidos pueden influir en la elección de algunos Estados que, como Virginia Occidental, están sufriendo la política comercial iniciada por Donald Trump.
A 100 años del Tratado de Versalles
Este viernes también se conmemora el centésimo aniversario de la firma del Tratado de Versalles, que puso fin la primera guerra mundial. Ocho meses después del armisticio, 50 países, entre los que figuraba el Perú, creyeron sentar las bases de un mundo que no volvería a vivir los horrores de una guerra mundial.
Voces aisladas como la del economista John Maynard Keynes reprobaron el tratado, considerando que se trataba de una “paz cartaginesa”, como la que Roma impuso al fin de las guerras púnicas, humillando a sus rivales e impidiendo su recuperación. Ya sabemos cuál fue el resultado del Tratado de Versalles: una guerra peor veinte años después.
Las cosas como son
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