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Motupe y la fe incólume de un pueblo por su santo madero

Juan C
Juan C

Un mar humano se desplaza hacia la ciudad de Motupe, ubicada a casi una hora al norte de Chiclayo.

Henry Urpeque
Henry Urpeque
Henry Urpeque
Henry Urpeque
Henry Urpeque
Henry Urpeque
Henry Urpeque
Henry Urpeque
Victoria Escalante
Victoria Escalante
Henry Urpeque
Henry Urpeque
Juan Cabrejos
Juan Cabrejos
Cortesía Hermandad
Cortesía Hermandad

Un mar humano se desplaza en estos días hacia la ciudad de Motupe, ubicada a casi una hora al norte de Chiclayo (Lambayeque).

Son los feligreses que año tras año dejan sus terruños para partir al norte peruano y postrarse en señal de arrepentimiento y contrición ante la Cruz de Motupe, el santo madero por el que el pueblo católico del Perú mantiene una fe incólume.

Los feligreses recuerdan que hace un año la feligresía del país fue golpeada por la madrugadora primicia de Radio Programas del Perú. Entonces, nuestro corresponsal Henry Urpeque comunicaba del sacrílego robo de la Cruz  de su gruta en el cerro Chalpón, así como de su posterior hallazgo cortada en cinco partes.

Parodiando al bate Alejandro Romualdo se puede decir de la Cruz que: la  sustrairán de su gruta, la arrojarán desde lo alto, le quitarán sus anillos de oro y plata, la cortarán en cinco pedazos, pero no podrán desaparecerla de la fe del pueblo.

Eso se confirma en las decenas de personas que llegan desde lejanos lugares, como de Madre de Dios, con el fin de visitar a la Cruz de Motupe, la Virgen de las Mercedes de Paita y al Cautivo de Ayabaca.

La fe en la Cruz del cerro Chalpón de Motupe crece cada año y desde hace 145 años sus festividades del 5 de febrero y del 5 de agosto mueven y dinamizan la economía regional y se convierten en una popular expresión de fe de miles de católicos de todas partes.

El 5 de febrero, al igual que este 5 de agosto, se celebra el día central y las calles, el parque y la iglesia San Julián de Motupe lucen atiborradas por los miles de feligreses, que venciendo mil peripecias, llegan en agradecimiento por el milagro concedido, o a pedir por la salud de un familiar enfermo.

Las historias son múltiples. Las puede uno escuchar estando en la fila, aguardando el turno para poder venerar a la Cruz. Hay miles de historias, miles de pedidos, de almas agradecidas que en la parte más escarpada del cerro Chalpón dejan sus placas de recuerdo como expresión de fe y gratitud.

Masa humana
En estos últimos días miles de personas llegaron a Chiclayo para proseguir desde ahí su viaje hasta Motupe. En tanto, decenas de comerciantes de diversos sitios del Perú profundo están ya instalados en varias calles cercanas a la Plaza de Armas motupana.

Motupe no solo es el imán de la fe católica sino que es un emporio comercial y económico que mueve y le da vida a la localidad. Incluso Chiclayo se favorece indirectamente ya que la masa humana que fluye hacia la festividad de Motupe dinamiza la economía lambayecana.

La Cruz fue bajada el jueves desde su gruta hasta el caserío de Zapote, y de allí siguió su periplo hasta el centro poblado de Salitral, desde donde este sábado 4, en medio de un mar humano, ingresa a Motupe. El 5 de agosto, su día central, se celebran las acctividades eclesiásticas en el parque, frente a la Iglesia San Julián de Motupe.

Herencia del Padre Abad
La historia se remonta al año 1866, cuando el religioso franciscano Juan Abad, llamado “El Ermitaño”, siempre desaparecía del pueblo.

Antes de partir de la zona, el fraile confesó a algunas personas conocidas suyas, que dejaba tres cruces en las partes altas de los cerros, las que posteriormente comenzaron a ser buscadas. El 5 de agosto de 1868, José Mercedes Anteparra, joven de 22 años, encontró la cruz en una gruta del cerro Chalpón.

La segunda Cruz fue encontrada en el mismo cerro Chalpón pero en el lado que da para el distrito de Olmos y la tercera Cruz fue ubicada en lo alto del majestuoso cerro de Yanahuanca, a tres horas del pueblo de Penachí, perteneciente al distrito de Salas.

Por Juan César Cabrejos

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