En los cementerios se puede observar una infinidad de ofrendas y músicos que interpretan canciones en quechua.
Los pobladores de Carhuacatac (Junín) se trasladan al cementerio luego de realizar sus labores del campo al promediar las 7:00 p.m. Ellos realizan una caminata desde la Carretera Central hasta el campo santo iluminados solo por velas.
Cada uno de los visitantes ingresa acompañado de sus familias, ellos llevan flores, bebidas, hoja de coca, comidas, orquestas, aguardiente, etc., con el único fin de agasajar a sus difuntos-según indican-para que el alma sienta que no lo han olvidado.
Ya al interior del campo santo de Carhuacatac todo se convierte en una fiesta, donde los pobladores mastican la hoja de coca acompañada de su tocra y aguardiente, colocan las flores y velas al pie de las tumbas y empiezan los rezos por los llamados responseros, que invocan oraciones a Dios por el alma del difunto.
Los rezos son acompañados de cantos en quechua; en otros casos, familiares de algunos difuntos contratan orquestas para cantar las canciones que, en vida, le gustaba a su familiar fallecido.
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