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Víctima de la COVID-19: "Les pedí que me hagan la prueba, pero me dijeron que no había"

Las pruebas rápidas son escasas, así como las camas en UCI y los balones de oxígeno en los hospitales.
Las pruebas rápidas son escasas, así como las camas en UCI y los balones de oxígeno en los hospitales. | Fuente: Cortesía

Una mujer diagnosticada con el nuevo coronavirus cuenta el calvario que vive junto a su familia debido a esta enfermedad. Este y cientos de casos similares se registran en Trujillo, donde hay centros de salud colapsados y las personas deben esperar hasta 20 días para pasar por una prueba serológica.

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Ser portadora del nuevo coronavirus se convirtió para una madre de familia del distrito La Esperanza, en la provincia de Trujillo, en un vía crucis. No solo esperó más de 20 días la prueba rápida para ella y su pareja, sino que, tras la visita del personal de salud fue discriminada por sus vecinos y ahora uno de sus hijos presenta malestar, pero, según le dijeron, ya no hay pruebas disponibles.

La mujer, a quien llamaremos María para proteger su identidad, tiene 32 años. Ella reveló a RPP Noticias que el primero en contagiarse fue su pareja de 24 años, taxista, quien, en tiempos de coronavirus, tomó un triciclo y fue a vender fruta en las calles. Se abastecía en el mercado La Hermelinda, pero, días después, empezó a presentar fiebre alta y malestar de cuerpo. Llamó a la línea 113 y le dijeron que tenía que esperar una semana para que la visiten.

"Los síntomas empezaron un 8 de mayo. Mi esposo tuvo 40 de fiebre y, pese al paracetamol que tomaba, seguía igual. Llamé a la línea 113 para explicarle lo que estábamos pasando y me dijeron que dé sus datos y que en el transcurso de la semana vendrían, pero nunca llegaron. Esa semana su salud empeoró", cuenta.

El hombre recorrió clínicas y hospitales, pero no le detectaron la COVID-19. Lo enviaron a su casa con tratamiento para neumonía pero no mejoraba. Luego de una semana, el personal de salud del Minsa llegó, pero sólo a dejar unas recetas, sin pruebas y sin diagnóstico.

"Tenía demasiada tos y vómitos. Le hemos dado yerbas, pero no le hacía nada. Hasta dormía sentado. Prácticamente, lo hemos curado nosotros. Por medio de un conocido llegaron enfermeras del hospital Jerusalén, pero cuando les conté que él había tomado azitromicina y otros medicamentos, me dieron una receta sin prueba rápida. Les pedí que me hagan la prueba, pero me dijeron que no había. Y todo lo hicieron en la calle, a la vista de mis vecinos", narró.

María no sólo temía por su salud, sino por la de sus dos hijos de 14 y 3 años. Solo atinó al aislamiento y a poner en práctica las recetas de personas cercanas. Después de 20 días y con su salud también desmejorada por el posible contagio, las enfermeras llegaron y tomaron las muestras para confirmar que ella y su pareja estaban contagiados con el nuevo coronavirus.

Ahora no solo afrontaba la enfermedad, también la discriminación hacia ella y sus familiares, de parte de sus vecinos, que ya no pasan por su vereda por miedo al contagio.

"Toda la gente de mi cuadra miraba y empezaron a decir que toda mi familia estaba con la COVID-19. No nos atendían en la tienda", dijo.

Los pacientes deben llegar con sus balones de oxígeno para poder ser atendidos y hospitalizados.
Los pacientes deben llegar con sus balones de oxígeno para poder ser atendidos y hospitalizados. | Fuente: Cortesía

Más contagios

Hace una semana, su hija, una adolescente, empezó con malestar, pero el personal de salud del hospital Jerusalén del distrito le dijo que no había pruebas para niños, así que tenía que esperar o sacarle la prueba de manera particular.

"Mi preocupación es porque mi hija empezó con diarrea y he tenido que llamar a un familiar que me apoye con medicina. Y nosotros no mejoramos, mi esposo sigue con tos y yo también. Mi esposo pudo haber muerto, incluso por teléfono me dijeron que si se ponía mal lo llevara a un hospital, pero con un oxígeno porque no hay y camas tampoco", aseveró.

Luego de un mes en aislamiento, la familia continúa con síntomas como tos seca. Las llamadas cesaron de parte del personal del Minsa, que, en ocasiones, preguntaba por su estado de salud. Los menores nunca fueron sometidos a un examen y los recursos se agotan en esta familia esperancina.

Por si fuera poco, dos parientes de su pareja resultaron contagiados. Una es su madre, quien lo acompañó desde el principio y el otro es su hermano menor.

En el distrito de La Esperanza, dos personas han fallecido en los exteriores de los centros de salud mientras esperaban ser atendidos. Su alcalde, Martín Namay, ha dicho que estos ya colapsaron.

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