El sector ha tenido un importante despliegue territorial en los últimos años. Aún se requiere una mejor articulación entre niveles de gobierno para un gasto más eficiente
Las políticas de Estado en el Perú no han priorizado el desarrollo de la educación básica en el largo plazo. Aunque los especialistas coinciden en que en los últimos años se han alcanzado mejoras, las cifras aún muestran un escenario cuesta arriba. Por ejemplo, en el 2016 se invirtió el 3,8% del PBI en el sector educativo, la proporción más baja de Sudamérica.
“Estamos mejorando, pero nuestro punto de arranque es tan bajo que aún estamos muy mal”, señala Hugo Ñopo, economista experto en educación de Grade.
De hecho, un indicador de los primeros avances fue la última prueba PISA (2015), donde el Perú salió del último puesto en Latinoamérica y elevó sus puntajes. Sin embargo, su rendimiento aún fue muy bajo: alcanzó 397 puntos en Ciencias, muy lejos de los 493 puntos que anotaron los países OCDE en promedio.
“Nuestra educación lleva décadas de abandono y mejorarla no va a ser una tarea inmediata”, advierte Ñopo. “Los vendedores de humo andan diciendo ‘traigamos innovaciones disruptivas’. Eso no va a traer mejoras”, comenta.
¿Cómo avanzar? Para poder ofrecer un buen servicio educativo se requiere una infraestructura mínima y docentes efectivos, indica el investigador. Por el momento, la brecha de infraestructura del sector asciende a 77 millones de soles (monto que se requiere para una cobertura adecuada) y la situación de los maestros es todavía precaria.
“Los docentes no están a la altura del reto porque hemos abandonado su profesión. El estatus de la carrera docente es ínfimo y los estudiantes secundarios más talentosos no van a optar por estudiarla. Ven los salarios y dicen ‘no quiero estar ahí’”, advierte Ñopo. Altos salarios implicarían altas exigencias académicas, señala. Hoy sucede lo contrario.
La administración desconcentrada
El proceso de descentralización del país ha tenido avances tímidos en muchos sectores. Sin embargo, la gestión de la educación ha sido una de las que más se ha desplegado en el territorio peruano, dice Néstor Valdivia, sociólogo investigador de Grade.
Entre los primeros avances de esta estrategia descentralizadora se puede contar la delegación del proceso educativo a los gobiernos regionales desde la década pasada, a través de las Direcciones Regionales de Educación (DRE). Un caso de éxito ha sido Moquegua, que en el 2014 se convirtió en el departamento con mejor puntaje en la Evaluación Censal de Estudiantes y por la que se destacó la administración de su entonces gobernador Martín Vizcarra, hoy presidente de la República.
Sin embargo, aún queda por definir mejor las funciones de estas DRE, indica Valdivia.
En efecto, el experto comenta que la autoridad institucional de estas entidades se pone en entredicho cuando terminan ejerciendo las funciones de las Unidades de Gestión Educativa Locales (UGEL), unidades que supervisan y asisten a las escuelas públicas, que normativamente dependen de las DRE.
“También algunas prácticas estadistas desde el Minedu han hecho que la UGEL haga más caso al ministerio que a estas direcciones regionales”, apunta el investigador, que califica a las DRE como una “zona gris” debido a la falta de precisión sobre sus competencias. Apunta, además, que suelen ser utilizadas de manera política, pues sus directores son nombrados por los gobernadores de la región.
En este escenario, lo que ahora se debe buscar es una mayor armonía entre las políticas nacionales y regionales.
“El Ministerio ha sentido la necesidad de cumplir con objetivos nacionales y ha impuesto una lógica centralizada a los gobiernos regionales, que han sentido que no toman en cuenta sus prioridades de región”, señala el sociólogo. Iniciativas como la Jornada Escolar Completa o los Colegios de Alto Rendimiento, que fueron implementadas por el Minedu, ahora vienen reorientándose según las necesidades de cada zona, algo que no se había considerado al inicio.
Por otro lado, aunque el sector Educación haya logrado descentralizar su gestión, aún falta hacerlo mejor con su presupuesto. Valdivia alerta de que en los últimos años se ha visto una “recentralización” del presupuesto nacional, algo que perjudica a los gobiernos subnacionales más eficientes.
Entre las conclusiones finales del I Foro Integración al Bicentenario, organizado por RPP y realizado el último 11 de mayo, se destacó la necesidad de consolidar el desarrollo territorial del país y de adecuar la interacción entre todos los niveles de gobierno para asegurar la eficiencia en el gasto y generar un impacto aprovechable en la población. De hecho, para poder ver resultados en las aulas, no basta con solo extender la administración por el territorio. También se requiere inversiones en infraestructura y la mejora de la actividad docente.
En este contexto, la asignación de recursos para el sector educativo ha mejorado en los últimos años: en el 2011 se le otorgó el 13.5% del presupuesto público anual. En el 2018, alcanzó el 17.5%. El gasto eficiente, a través de una correcta articulación, permitirá aprovechar mejor los recursos. Solo así se conseguirá tener un impacto en el fin último del sector: el aprendizaje de los estudiantes.
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