Los roces entre la madre de Joel y el amigo de Pepe no cesan sino que van para mayores.
Charo le llama la atención a Nicolás por haber salido con Rasec la noche anterior a beber unos tragos. “Pensé que ibas a guardar luto al menos un año por la muerte de Grace pero veo que no”. Nicolás le hace ver que él debe seguir con su vida para sacar adelante a Nelly Francesca.
Charo regresa furiosa a su casa y se encuentra a Pepe y Coqui desayunando en el comedor. Se indigna al ver al amigo de su cuñado. Toma una escoba y persigue a Coqui por toda la casa hasta que hace que el hombre se vaya al cuartucho.
Pepe busca a Coqui y le propone que lo acompañe a trabajar en el micro pero él le dice que en su día de descanso no trabaja. Pepe se va y Coqui decide bañarse. No hay nadie en la casa y entonces entra al baño. Está desvestido y se dispone a bañarse cuando llega Charo quien abre la puerta y se encuentra frontalmente con un desnudo Coqui.
“¡Esto es el colmo! ¡Primero me acosa y ahora me muestra todo! ¡Voy a llamar a la policía!”, exclama Charo saliendo del baño. Coqui sale detrás de ella cubriéndose con una toalla pero al querer quitarle el teléfono a Charo, la toalla cae y otra vez Charo ve al amigo de Pepe en un desnudo frontal. “¡El pepino ha madurado y este muchacho se ha escapado!”, dice Coqui y baja al primer piso para tomar el otro anexo. Charo corre detrás de él pero Coqui llega primero al cuartucho y se encierra.
Charo acude en busca de ayuda a la tienda de don Gilberto y encuentra también a su padre. Les cuenta lo que acaba de suceder pero entienden que todo bien pudo haber sido una casualidad. Charo regresa a casa y escucha que Reyna conversa animadamente con Coqui. “¡Reyna, tenemos que hablar!”, le dice y en pocas palabras la enterea de todo lo que ha ocurrido. “¡Esta vez estoy contigo! ¡Ahora somos una!”, dice la esposa de Lucho.
Llegan Gilberto, Alejo, Joel y Pepe y le dicen a Charo que debe entender que todo se trató de una casualidad porque la puerta del baño está malograda. “Ahora resulta que soy una minoría en mi casa”, dice Charo molesta y se retira. Llega al baño, abre puerta y se encuentra a Johnny sentado en taza. “Ay perdón”, dice y cierra la puerta luego del grito del muchacho. “¡Ay Dios, ahora resulta que tendré que pedirle disculpas al acosador!”, reflexiona Charo alarmada ante esa posibilidad.