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AFHS: Francesca Maldini y Carlos Cabrera "se casan"

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La pareja realiza su "boda" sin saber que el juez de paz no es tal y el único que lo sabe es Raúl que prefiere quedarse callado.

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“¿Se puede saber qué haces aquí?”, le pregunta Raúl al “juez de paz”. “Se puede ganar mucho dinero con estos trabajitos”, le responde. “¿Conoces al juez?”, le pregunta Carlos y Raúl no tiene más remedio que decir que sí.

Llegan Nicolás y Rubí a la boda. Nicolás se sorprende de ver a Lucifer del brazo de Félix y más cuando lo llama “mi amor”. Monserrat llama desde la planta alta a Nicolás por encargo de Francesca. “Señora Socorro, tanto tiempo sin vernos”, se acerca Rubí a saludar a la madre de Manolo causando turbación en la prometida de Peter. Nicolás es el encargado de llevar a su nona ante el novio. Pero cuando llegan, Bruno se pone a dar de gritos. “¡Dile a Francesca lo que me dijiste a mí, gigoló de quinta!”, le dice a Carlos. “¡Ya estoy harta de habladurías! En el salón de belleza recibí la llamada de Carlos que me pedía firmar un documento de separación de bienes y yo no acepté”, dice Francesca. “¡Qué astuto eres!”, responde Bruno. “¡Susú, Bruno, ya saben por dónde tienen que salir!”, ordena Francesca y a los aludidos no les queda más remedio que abandonar la recepción. “¡Señor juez, ya podemos empezar la ceremonia!”, dice Francesca dirigiéndose al “juez de paz”.

Isabella abandona la ceremonia y sale a la calle. Va en busca de Charo que está trapeando la vereda. “¡Serpiente andina!”, dice. “Perdón, Charito quiero que vayas a impedir la boda de my mother!”, le pide. “No sé qué te habrá dicho tu padre pero no voy a permitir…”, responde Charo pero no llega a terminar la frase. “¡Te triplico la oferta! ¡Acepta el dinero! Total los pobres no tienen dignidad”, dice mientras Charo no deja de mirar el balde de agua que tiene delante suyo. Al final no se aguanta y baña a Isabella.

El falso juez de paz les lee los artículos correspondientes a las obligaciones de los conyuges tras lo cual los declara marido y mujer. “Puede besar a la novia”, dice y Francesca y Carlos se dan un tierno beso. Luego firman el acta y la ceremonia concluye. La novia arroja el bouquet a las solteras asistentes a la boda y el ramillete cae en manos de Rubí. Luego sigue la sesión de fotos y la fiesta y todos están muy felices. La fiesta se prolonga hasta la noche. Una de las últimas invitadas en llegar es Viviana. Francesca pide bailar con Peter y Carlos hace lo propio con Socorro. Fernanda se acerca a su nona y dice algo al oído. Luego sale corriendo, abre la cochera y alcanza a Bruno y Susú que están muertos de frío en la calle. “Pueden pasar, mi nona ya los perdonó”, les dice. “¡Ya sabía! ¡Francesca es una santa!”, dice Bruno y entra en la casa.

Ya es de día y Manolo está en la productora. “Bueno, es la hora de los héroes”, dice. Llega a casa de los González. “Hola Charito, ¿puedo hablar con Teresa?”, le pide. Charo lo lleva a la habitación de Teresa que al verlo se queda muda. Finalmente le dice que ha vuelto para decirle que no se casará con ella. “¿O sea que inventaste toda esa historia de la africana para no casarte conmigo?”, pregunta. Teresa le dice que está bien pero luego le manda un derechazo en el mentón.

Gladys llega a la casa de Raúl y encuentra dormido a Miguel Ignacio en el sofá. “Hasta qué hora vas estar ahí. Tengo que limpiar la sala”, le dice. Miguel Ignacio le dice que no pudo dormir. “Pensé que estabas en la fiesta del matrimonio de doña Francesca”, le dice. “Qué me van a invitar si Isabella me sacó de su vida”, le dice. “¿Y tú, la sacaste de tu vida?”, pregunta Gladys. “Eso depende”, responde Nachito. Y se le acerca más y eso pone nerviosa a Gladys. Baja Viviana y los sorprende. Miguel Ignacio se levanta y anuncia que se va a trabajar. “¡Gladys, tú no puede recaer con Miguel Ignacio! ¡No te mereces ese hombre!”, le dice. “Las personas no cambian y los hombres menos”, añade. “Quizá tenga razón”, responde Gladys. “Pero que cuando lo veo con mi Oto jugando, se les ve lindos”, añade. “Miguel Ignacio es el padre de Oto, no confundas las cosas”, dice Viviana.

Los Maldini en pleno desayunan. “Este ha sido el matrimonio más bonito al que he ido”, dice Bruno. “No tienes que ser tan sobón”, le dice Francesca. Interviene Isabella preguntando si su madre desea mantener a Miguel Ignacio en la constructora. “No veo por qué habría que sacarlo, ¿Porque se le perdió el hijo?”, responde Francesca. Isabella le dice que eso fue un plan de la salvaje. “Miguel Ignacio está viviendo enfrente y adivina quién es la empleada doméstica”, le dice. “Gladys”, comenta Francesca. “¡Quiero que lo botes para que aprenda!”, le pide Isabella a su madre. De pronto se escucha un saludo. “Buenos días”, dice Nicolás que se acaba de levantar y viene acompañado de Rubí que se quedó a dormir en la casa de los Maldini. La más contenta por la escena es Isabella. “Espero que esto no se repita”, le ordena Francesca. “Recién conocemos a tu enamorada y no está bien que se quede a dormir”, añade. Nicolás pide disculpas. Rubí también se disculpa. Francesca le ordena Monserrat que le sirva el desayuno a Rubí. “¡Ay no!”, dice la monsefuana. “¡Que le sirvas!”, ordena la señora Maldini.

Llaman a la puerta de los González y Lucho atiende. Es Anthony que llega con un gran ramo de rosas y una caja de chocolate. “Buenos días. Le traje estas cosas a su esposa. Solo quiero que se dé cuenta que soy un buen chico que quiero hacer las cosas correctamente”, dice. “Muy bien, me convenciste. Ahora te falta conquistar a mi esposa. En esta casa mando yo. ¿Ya desayunaste?”, le pregunta. “¿Qué hace este hombre aquí?”, pregunta Reyna que llega en ese momento. “Es el enamorado de nuestra hija y se quedará a desayunar”, dice Lucho. Reyna se niega a servirle el desayuno y Lucho le dice que siente que su matrimonio no funcionará. “Está bien, está bien, haré un esfuerzo”, dice Reyna. Anthony le entrega las flores y los chocolates. “Esto es para usted señora”, le dice. “Bien sobón eres, ¿no?”, le dice Reyna.

Manolo trata de explicarle a Teresa las razones que tuvo para huir y no casarse. Ella llora pero tras cada razón que Manolo le da, Teresa le manda un derechazo. Al final lo bota de su cuarto pero luego le pide que se acerque a la ventana. Al hacerlo, Teresa le da cabezazo en la frente y Manolo cae al piso seminconsciente.

Los Maldini permanecen en silencio mientras desayunan. “¡Esto está horrible!”, exclama Rubí. “Es de muy mal gusto expresarse así de algo que te invitan”, le dice Fernanda. “¡Pero es que está salado!”, dice Rubí. “¡Monserrat!”, llama Nicolás. “¿Salado? Qué raro”, dice Monserrat mientras retira la taza. Rubí intenta servirse un vaso de jugo pero justo Fernanda toma la jarra y vierte el jugo en su copa. “Ay lo siento ¿Querías jugo?”, le pregunta. “No, no tiene importancia”, dice Rubí. “Monserrat prepara más jugo”, pide Nicolás. “Lo siento, se acabó la fruta”, es la respuesta de la monsefuana que le guiña un ojo a Fernanda. “Sigan nomás enanas. El que ríe ultimo ríe mejor”, piensa Rubí que ya se dio cuenta que no es bienvenida en la casa de los Maldini.

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