Las nuevas medidas del gobierno de EE.UU. sobre visas desde 12 países están sembrando incertidumbre en migrantes y amenazan con desarraigar a miles de familias.
Desde que entraron en vigor las recientes restricciones migratorias ordenadas por el presidente Trump, cientos de familias latinas en Estados Unidos se han enfrentado a la paralización de sus procesos de reunificación familiar. Estas limitaciones, que abarcan visas turísticas, de estudiantes y de trabajo desde 12 países seleccionados por criterios de seguridad nacional, han generado angustia y ansiedad en comunidades de Cuba, Venezuela, Haití y otros lugares.
El temor es palpable entre quienes aguardaban meses, o incluso años, para reencontrarse con padres, hijos o cónyuges en EE.UU. En muchos casos, las visas esperadas para visitas temporales, estudios o empleo se han visto suspendidas abruptamente, dejando en “pausa” vidas planificadas con esfuerzo.
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Ruptura emocional en familias migrantes
Para varios solicitantes, estas restricciones representan un retroceso emocional importante. En Los Ángeles, una madre cubana con visa tipo F se quedó sin respuesta después de años de espera para matricular a su hijo en una escuela de Estados Unidos. “Nosotros teníamos todo preparado, ahora no sabemos cuándo avanzará nuestro caso”, comenta con preocupación . Activistas y abogados destacan que esta situación añade estrés psicológico a personas que ya vivían bajo incertidumbre constante.
Impacto en la pequeña economía y las comunidades
Las restricciones van más allá de lo emocional: también amenazan la economía local. Las cancelaciones de visitas planificadas para estudios, turismo o conferencias académicas reducen ingresos para sectores como transporte, alojamiento y educación. Según expertos en inmigración, esta decisión presidencial podría agravar la economía de ciudades donde los migrantes aportan significativamente. Además, se eleva el riesgo de escasez de mano de obra en sectores dependientes de trabajadores extranjeros.
Grupos comunitarios han comenzado a organizar campañas de apoyo legal y emocional. “Desde consulados y ONG, estamos ofreciendo orientación gratuita para lidiar con los efectos de la orden”, señala un voluntario en Miami. Se habla además de posibles demandas legales y recursos judiciales para frenar o limitar su aplicación en tribunales.
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