En Europa la crisis viene causando estragos, hasta los delincuentes han tenido que innovar en sus atracos. Pero, hay actividades desagradabltes que también son consideradas para conseguir dinero.
La crisis definitivamente viene causando estragos en Europa. En París, Francia, ha corrido la noticia de un ladrón de cruasanes, quien en los últimos meses ha realizado atracos en al menos cinco pastelerías.
El sujeto, que no luce como un indigente, actúa armado con una pistola, pero según sus víctimas tiene buenos modales.
En España, fue pillado no hace mucho un hombre que pese a haber estado muy creíblemente disfrazado de mujer, con tacones altos y un vestido azul, cometió el grave error de olvidar las llaves de su auto dentro de uno de los locales de un cadena de cafeterías, donde momentos antes había logrado sustraer 8.000 euros.
El español perdió todo el botín que había logrado robar de la caja fuerte del establecimiento en complicidad con una de las empleadas.
Otro hecho delictivo que ha sido reseñado por ElPaís.com, por el objetivo del robo, se produjo en Brasil, donde una banda que roba el cabello natural de las peluquerías ha dado varios dolores de cabeza a la policía de Sao Paulo desde octubre pasado.
Según las investigaciones, uno de los delincuentes logró hasta 150.000 reales (que al cambio serían unos 63.000 euros) por el pelo.
Esta actividad delincuencial muy específica, estaría seguida por una rentable comercialización en el mercado negro, y la demanda estaría relacionada con los constantes tratamientos capilares en Brasil.
Pero otra forma de conseguir dinero, de manera honesta aunque bastante desagradable, ocurre en la ciudad de Taiwán, donde premian a sus ciudadanos por recoger excremento de perro.
Una mujer de cincuenta años ganó un lingote de oro valorado en 2.200 dólares (unos 1.700 euros).
Precisamente, relacionado con esta insólita actividad, surge otra que si bien puede parecer repugnante ha resultado ser efectivo para curar pacientes que padecen una infección denominada "Clostridium difficile". Se trata de un trasplante de heces.
La técnica consiste en reunir 30 gramos de heces y mezclarlo en una batidora con agua salada. El producto resultante se vierte a través de un filtro de café y se trasplanta al paciente a través de un tubo que hay que meter por su nariz y que llega hasta su estómago.
La proeza médica ha funcionado en el 90 % de los casos, pero aún no se ha llevado a la práctica un ensayo clínico para probarlo, presumiblemente porque los galenos ni se atreven a proponérselo a sus pacientes.