¿Los fetos sienten sabores? Esta es otra de las preguntas frecuentes en la consulta pediátrica y es una de las que más me gusta responder.
Tanto el gusto como la olfacción, son sentidos químicos. Es el gusto precisamente, el sentido con el que evaluamos si una sustancia que vamos a ingerir es potencialmente tóxica o dañina. Todo lo que comemos pasa por la cavidad oral donde se encuentran nuestros receptores del gusto, y la respuesta a estos estímulos serán la aceptación y deglución, o rechazo y expectoración.
Los receptores gustativos están contenidos en las papilas gustativas (50-100 por papila) y se encuentran distribuidos en la superficie de nuestra lengua, pero también los hallamos en el paladar, la parte interna de las mejillas, la parte superior del esófago y la epiglotis. Quiere decir, sentimos el sabor a lo que comemos en todo momento, desde que el alimento llega a la boca hasta que lo deglutimos.
Comer nos da placer, y tanto el sentido del gusto como el de olfacción, están íntimamente ligados con la nutrición y son determinantes en la aceptación que tus hijos tendrán a los alimentos, así como sus preferencias.
¿Pero, desde cuándo empieza todo esto?
Las primeras papilas gustativas aparecen entre las 7-8 semanas de la gestación, y a las 13 semanas ya están extendidas en la cavidad oral y están inervadas. Son funcionales a las 17 semanas. Poco a poco van aumentando en número y maduración hacia el final de la gestación. Luego del nacimiento, siguen incrementándose y madurando y va modelándose la sensibilidad gustativa de los niños.
La deglución empieza a las 12 semanas (fin del primer trimestre de gestación aproximadamente), y es justamente el líquido amniótico el primer sabor que sentirá tu bebé. Dicho líquido contiene gran variedad de nutrientes con distintos sabores: glucosa, fructuosa, ácido láctico, ácidos grasos y aminoácidos. Del mismo modo, el sabor de los alimentos consumidos por la madre serán percibidos por tu bebé en el líquido amniótico. Los fetos pueden detectar estos sabores, y se ha observado que incrementan la frecuencia de la deglución cuando se instila soluciones dulces, y disminuye si éstas son amargas.
Este aprendizaje, que resulta asociado con lo que la mamá come durante el embarazo, y su influencia en el sabor del líquido amniótico, continúa luego del nacimiento, a través de la lactancia materna. Quiere decir, tu bebé experimentará el sabor de lo que comes transmitido a través de la leche materna. Diversos estudios han determinado que algunos sabores pasan hacia la leche, como: anís, ajo, alcohol, zanahoria, menta, vainilla, queso azul, y distintas frutas y vegetales.
Los niños que reciben leche materna, son estimulados con sabores que varían y cambian, y poco a poco van aprendiendo de la dieta de su mamá. Mientras tanto, las fórmulas lácteas mantienen siempre el mismo sabor, sin variaciones. Se ha visto que los lactantes alimentados con leche materna suelen tener mejor aceptación y disfrute de las frutas y vegetales cuando empiezan a comer alimentación sólida, y van tomando las preferencias alimentarias de su madre.
Es importante dejar en claro, que nuestras preferencias dependerán entonces de estas experiencias tempranas en la vida (líquido amniótico en la gestación y luego la lactancia materna), pero también de una base genética (nuestro genotipo), y a estos dos factores tenemos que agregar la plasticidad funcional, que es una característica de nuestro cerebro, quiere decir que, secundario a nuestra experiencia en la vida, iremos aprendiendo y modificando nuestras preferencias y gustos. En otras palabras, NUESTRA BIOLOGÍA NO ES NECESARIAMENTE NUESTRO DESTINO.
Todo lo que hacemos en la vida repercute en nuestros hijos, recuerda que desde que decidiste ser mamá o papá cada uno de tus actos tendrá una gran influencia en ellos. Es un privilegio, pero también una gran responsabilidad ser el modelo de otros seres humanos, que adquirirán nuestro patrón de comportamiento y nuestra forma de vivir. Siempre le digo a los padres: “avanza tranquilo, todo va a estar bien, deja que los procesos se den de manera natural, sin forzar y sin que te roben la calma. Confía en tus instintos, y procura ser siempre mejor. Cuando tengas dudas pregunta a quien sabe un poco más, y si algo te sale mal, no pienses que toda la mala suerte te cayó encima, porque a todos les pasa, y es normal”.
Come sano, vive sano. Insisto en que el mejor alimento que le podemos dar a nuestros hijos se llama amor y dedicación. No hay alergias para eso, ni intolerancias, no existen rechazos ni obesidad por sus excesos, y lo más importante, no cuesta, pero vale… y vale toda una vida. Escribe bien tu libro desde el principio, y verás que no necesitas ser el mejor escritor del mundo cuando la pluma que usas contiene tinta salida de tu corazón.
* Fetal Sensory Abilities. Florinda Ceriani et al. Development of Normal Fetal Movements, Alesandra Piontelli. Springer 2015: 111-126
* Sarah V. Lipchock et al. The gustatory and olfactory system during infancy: Implications for development of feeding behaviors in the high risk neonate. Clin Perinatol. 2011 Dec; 38(4): 627-641
* Rivara D. Gustavo. Wawa, Libro para padres. 2018