Esta técnica de meditación ha cobrado gran popularidad porque nos ayudan a enfocar nuestra atención, viviendo el presente de manera consciente.
Que levante la mano quien nunca ha perdido valiosos minutos en las redes sociales o haciendo otras actividades en vez de estudiar o terminar un trabajo. Cuando reaccionamos nos angustiamos al darnos cuenta de que hemos pasado el día en una actividad que nos robó el tiempo. Pese a que somos conscientes del problema, este tipo de comportamientos se repiten interminablemente, como un círculo vicioso que no podemos romper. ¿A qué se debe esta incapacidad para concentrarnos, evitar el estrés y disfrutar lo que hacemos? La falta de concentración está relacionada con la desmotivación, exceso de estímulos externos (como la tecnología), poca o nula disciplina y conflictos emocionales que requieren resolución, refiere la psicoterapeuta Arletty Calmet.
Hace 2.500 años, en el seno del budismo, surgió el mindfulness como una técnica para lograr la conciencia plena en el momento actual. A fines de los años setenta se empezó a utilizar en Estados Unidos para rehabilitar a pacientes internados en hospitales, basándose en el principio de que el primer paso para recuperar la salud es observar la realidad, con compasión y amor, y aceptarla. Actualmente el mindfulness se usa para mejorar la concentración, prevenir el estrés, aumentar la creatividad, disfrutar lo que se hace y valorar las situaciones con claridad.
La técnica del mindfulness se inspira en la meditación vipassana y consiste en prestar atención de manera consciente a la experiencia, con interés, curiosidad y aceptación.
Aquí te enumeramos ocho ejercicios que pueden poner en práctica:
Acostado o sentado de manera cómoda pon toda tu atención en la respiración y después visualiza en qué partes del cuerpo se siente más tensión y cuáles están más relajadas.
Concéntrate en los sabores y colores del desayuno, sin televisión ni celular de por medio. También puedes hacer lo mismo con las otras comidas del día, pero es recomendable hacer el ejercicio al iniciar el día.
Enfoca tu atención en la sensación que experimentas si caminas con los pies descalzos. Intenta caminar sobre un piso de madera, la tierra del jardín o la arena de la playa para que la experiencia sea más intensa.
Acostado o sentado respira con el vientre, de forma profunda y pausada, evitando todo tipo de pensamientos. Empieza con respiraciones conscientes durante un minuto. Este tipo de respiración ayuda a afrontar momentos de tensión o cuando necesitemos controlar nuestras emociones.
Para estimular la comunicación entre los hemisferios cerebrales puedes pintar mandalas que nos ayudan a enfocarnos en un solo punto y a estar concentrados por más tiempo.
Observa un objeto durante un minuto prestando atención a cada detalle. Luego, cierra los ojos e intenta recordar la mayor cantidad de detalles que puedas.
Cuenta calmadamente del 1 al 10 y vuelve a empezar si un pensamiento te interrumpe.
Realiza una actividad que te guste y que te mantenga atento, sin ningún tipo de interferencia externa. Hay que buscar un espacio tranquilo en casa. La meta es conectarse con uno mismo mientras se realiza esta tarea, que puede ser artística, deportiva o manual. Debe realizarse una o dos veces por semana, durante 15 a 30 minutos, en un espacio libre de estímulos.
Comparte esta noticia