El sueño del restaurante de comida criolla y con estilo internacional se hace realidad pero en el panorama aparece Diego Montalbán, chef internacional, que podría causar dificultades.
Pese que Francesca le aconsejó a Charo que no debe trabajar con los integrantes de su familia, ella decide que sí contará con sus servicios. Así Teresa, Grace y Shirley serán anfitrionas, Gladys ayudante de la chef, Pepe y Tito bartenders, Johnny y Jaime serán mozos, y Alejo y Gilberto serán los maitres. Todos ellos son adiestrados por Peter en cómo atender a la clientela
Llega el día de la apertura y Chez Charo Fine Cuisine abre sus puertas y ofrece un festival criollo. La fama de la sazón de Charo corre como reguero de pólvora y así la casa tiene todas las mesas llenas de público y en la puerta de la casa hay cola de espera. Todo un éxito.
El público entra y sale. Y en una de las mesas hay un hombre solo que pide atención. Francesca y Carlos están en otra mesa y luego de brindar con Charo por el éxito del restaurante se dan cuenta de la presencia del hombre solitario. “¡Es Diego Montalbán! Es el ex de mi hija Raffaela, es un chef internacional que hace crítica gastronómica. Mejor vámonos para no interferir”, dicen y se marchan.
Montalbán pide su plato de festival criollo. “La presentación no es muy buena pero, en fin, vamos a probar este ají de gallina”, dice y prueba y sus ojos quedan en blanco. “Esto es lo más delicioso que he probado. Con razón la clientela me ha dejado. Ahora vamos a probar este lomo saltado”, dice y del dicho pasa al hecho y otra vez sus ojos quedan en blanco a lo que suma un suspiro. Luego empieza a anotar en una libreta algunos datos. “Este seco tiene un nivel bajo de sal”, opina y entonces busca un salero y detrás suyo hay un recipiente que abre y se echa una cantidad de lo que supone es un condimento. “¿Qué condimento será? No lo conozco, le da un tono amargo al guiso pero resalta el sabor de los otros ingredientes. Me voy a llevar una muestra para analizarla”, dice y echa una cucharadita en una pequeña bolsa. Lo que no sabe es que se trata de las cenizas de doña Nelly.
Montalbán pide que le presenten a la persona que ha cocinado las delicias que ha comido. Se entera que se trata de Charo. “¿Una mujer? ¡No será competencia para mí!”, piensa. Pero cuando llega Charo se deshace en halagos. “¿Y dónde ha estudiado?”, pregunta. “En la escuela de Huamanga, primaria y secundaria”, responde Charo. “No, me refiero a la cocina”, insiste Montalbán. “Aprendí a cocinar viendo a mi madre y a mi abuela”, responde Charo. “Entonces este lugar es ilegal y lo siento mucho pero me veo obligado a clausurarlo. Para abrir un restaurante que ofrece cocina criolla peruana hay que tener estudios en Europa”, le dice al angustiada Charo. Llegan Pepe y Tito quienes reconocen al crítico gastronómico debido a que fue él quien le quitó a Raffaela a Tito. Se le van encima y lo sacan del restaurante y lo arrojan a la calle.
“¡No entren en ese lugar, es una pocilga y la comida es pésima!”, grita Diego Montalbán con lo que el público que estaba haciendo cola para entrar se empieza a retirar y lo mismo ocurre que los comensales. “¡Voy a cerrar este lugar!”, amenaza el crítico pero los González lo levantan en vilo, lo meten al mototaxi de Joel que parte raudamente.
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