EL PALMAR, Bolivia — El viaje valió la pena. Después de andar por las laderas llenas de matorrales de Bolivia, llegar al bosque fue como entrar en otro mundo. Los pinos de monte retorcidos dejaban rastros del liquen fantasmal verde grisáceo en nuestra cara. Los helechos y el musgo salían de las grietas en la corteza y de los pequeños recovecos donde las ramas se unen a los troncos.
Este lugar, en la parte alta de los Andes bolivianos, parecía guardar secretos antiguos, algo que confirmó mi compañero de viaje, Mauricio Peñaranda del Carpio, biólogo de la Universidad Francisco Xavier de Chuquisaca y la Fundación Cohabitar.
Estábamos de camino a una de esas maravillas: el “baño de los cóndores”, un acantilado que encierra pequeños estanques de agua en los que los cóndores andinos (Vultur gryphus) van a bañarse. Ese día vimos siete cóndores que se elevaban con sus enormes alas extendidas. Según Peñaranda, era un mal día. En un buen día se podrían ver hasta 70. Sin embargo, Peñaranda, que me había invitado a El Palmar, no estaba allí por los cóndores.
Había ido por los osos.
Lee más | Ecuador: invasores intentan vender lotes en una playa vital para la tortuga carey
Tesoro escondido
Los bosques más amenazados del mundo no son los que llegan a los titulares. Muchos de ellos fueron cortados hace tanto tiempo que casi nadie sabe que aún existen algunos fragmentos, tesoros que permanecen escondidos.
A pesar de estar a solo unas horas en coche de Sucre, el Área Natural de Manejo Integrado El Palmar solo recibe un turista al día, y eso era antes del COVID-19. Poca gente sabe que esta área protegida contiene algunos de los restos mejor preservados de un bosque que solía cubrir gran parte de los valles interandinos. Pero en estos bosques olvidados, Peñaranda descubrió recientemente algo maravilloso: una pequeña población de osos de anteojos (Tremarctos ornatus).
“Lo que es destacable sobre esta documentación de los osos del Palmar«, señala el investigador, «es que nos hace pensar que es un remanente de una población que solía tener un ámbito de distribución más amplia en este tipo de ecosistema. Al mismo tiempo, nos muestra la fragilidad de la especie [frente a la destrucción del hábitat]”.
Los bosques secos interandinos antes cubrían tramos de paisaje en elevaciones entre 500 y 3000 metros en Bolivia y, en menor medida, Perú, que suelen tener un clima seco debido al efecto “sombra de lluvia” de los picos andinos más altos. El microclima allí puede variar drásticamente de valle a valle y con este las especies de árboles, pero estos bosques diversos alguna vez cubrieron alrededor del 4% de lo que ahora es Bolivia.
Tras la pista del jucumari
Peñaranda no se disponía a buscar osos. La primera vez que fue a El Palmar, un área de manejo integrado donde la gente vive y trabaja la tierra dentro de los límites del área protegida, iba en busca del puma (Pumar concolor). Para encontrar formas de ayudar a que la gente coexistiera con el felino, entrevistó a los lugareños. Después se le ocurrió preguntarles si alguna vez habían tenido problemas con los osos.
Lee más | Galápagos: 36 especies están en riesgo por contaminación con plásticos
Había rumores de que el oso andino o de anteojos, llamado jucumari en la zona de habla quechua de El Palmar, vivía en la zona protegida, pero esos rumores no habían llegado a oídos de los científicos. Ni siquiera un mapa del rango histórico de los osos los situaba en el área protegida. El oso de anteojos es la única especie de oso que vive en Suramérica y está clasificado en la Lista Roja de la UICN como Vulnerable y en declive.
Sin embargo, cuando varios entrevistados, además de algunos de los guardaparques experimentados, le dijeron a Peñaranda que habían visto un oso, se propuso investigar. En un golpe de suerte, una de sus cámaras trampa instaladas para ver pumas, captó un oso.
“La palabra que expresa lo que sentí sería ‘alegría’, Durante mucho tiempo la gente nos había hablado del oso en el lugar, pero verlo en la foto fue diferente”, dijo Peñaranda. “Estábamos todos muy felices”.
La noticia era incluso mejor: el oso era hembra y tenía un cachorro a su lado.
Supervivientes solitarios
El oso de anteojos es el superviviente solitario de los osos de cara corta, cuyos otros miembros se extinguieron hace 10 000-12 000 años, posiblemente debido a la combinación del cambio climático y la caza por parte de los humanos recién llegados. Con la extinción de sus primos más grandes, los osos de anteojos se convirtieron en uno de los carnívoros supervivientes más grandes de América del Sur. Sin embargo, la carne solo representa el 5 % de su dieta.
Los osos de anteojos se encuentran desde el lomo de los Andes de Venezuela hasta Bolivia y están amenazados por los sospechosos habituales: pérdida y fragmentación de hábitat, expansión de la agricultura, cambio climático y caza. Puede que sean difíciles de encontrar, pero eso no les ha evitado entrar en conflicto con la gente.
A medida que la deforestación y el cambio climático les hacen la vida más difícil, los osos buscan comida cerca de los asentamientos humanos, donde devoran campos de maíz y a veces matan ganado. En lugares como El Palmar, donde los agricultores con pocos recursos también notan los efectos del cambio climático, incluso una pequeña pérdida puede ser devastadora. Aunque no está claro si los osos realmente matan tantas ovejas y vacas como la gente piensa, ha habido varios casos documentados de gente que ha matado osos.
En ese viaje no tuve tiempo de buscar a los osos de El Palmar, hacía falta casi una semana para llegar al mejor sitio para ver osos y volver. Aun así, fue emocionante caminar en los bosques, ver los cóndores dar vueltas sobre nuestras cabezas y saber que los osos estaban ahí.
Lee más | ¿Por qué la Reserva Ríos Blanco y Negro está bajo amenaza en Bolivia? | Historia gráfica
El descubrimiento de Peñaranda de una población secreta de osos, separada de su zona de distribución oficial por 100 kilómetros de matorrales inhóspitos y tierras agrícolas, plantea nuevas cuestiones de forma inmediata. ¿Cuántos osos viven allí? ¿Se mezclan con osos de otras áreas? Y, ¿es posible que la población, que vive en fragmentos de bosque separados y conservados en el área protegida de 500 kilómetros cuadrados, persistan en el largo plazo?
Lee la nota completa aquì
El artículo original fue publicado por Claire Wordley en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
Si quieres conocer más sobre animales en Latinoamérica, puedes revisar nuestra colección de artículos. Y si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.
Comparte esta noticia
Siguenos en