De pronto, la calma de un paseo solitario en kayak se transformó en sobresalto y emoción. Primero fue el ruido de una zambullida en la laguna. Enseguida, el característico chapoteo de un animal que emergía y volvía a desaparecer bajo el agua a espaldas de la canoa. Por fin, la sorpresa de un fuerte resoplido cuya resonancia alteró el pulso del remero y le hizo girar el kayak para situarse de frente a su misterioso observador. Apenas un momento más tarde, de la superficie de la laguna surgió la imagen inesperada: una inconfundible nutria gigante (Pteronura brasiliensis) elevaba la mitad de su cuerpo por encima del agua y enseñaba el documento de identidad de la especie, su mancha blanca ventral.
“Sentí una mezcla de emoción e incredulidad. Al oír los primeros sonidos pensé que sería un lobito de río (Lontra longicaudis), no terminaba de entender lo que estaba pasando. No sabía si seguir filmando o ir a buscar al resto de los chicos de la Estación”, recuerda Sebastián Di Martino, director de conservación de la Fundación Rewilding Argentina (FRA) y protagonista de la historia. El calendario marcaba domingo 16 de mayo y el destino quiso que se encontrara en la laguna El Breal, junto a la cual se encuentra la Estación de Campo El Teuco que la organización posee en el interior del Parque Nacional El Impenetrable, en el extremo norte de la provincia del Chaco, Argentina.
Su reacción tenía un motivo concreto: el último registro de nutria gigante databa de 1899, durante la expedición que los hermanos Leach realizaron a través del río Bermejo, cuyo cauce origina y nutre El Breal. Desde entonces, nadie vio, o al menos no hay indicios escritos o gráficos de la presencia del mustélido más grande del mundo en ese sector del Gran Chaco americano. Incluso se llegó a dudar de que alguna vez hubiera habitado la zona, pese a que varios relatos de viajeros lo describen, como el que dejó escrito el coronel Adrián Cornejo en 1780, quien narraba cómo mataron a dos de los seis ejemplares que habían visto; hasta los del misionero jesuita Florian Paucke, que vivió junto a los indígenas mocovíes por esa misma época, o el italiano Giovanni Pelleschi, que navegó el río en 1886.
De costumbres gregarias, excelente nadadora gracias a sus pies palmeados y grandes bigotes que detectan mínimas vibraciones en el agua, la Pteronura brasiliensis (también llamada lobo gargantilla) es una depredadora superior en los sistemas acuáticos que habita. Es endémica del continente sudamericano, aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza la clasifica como En Peligro y considera incierto que todavía se encuentre en Argentina y Uruguay. Las cuencas del Amazonas, el Orinoco y el Paraná-Plata son sus reductos naturales, pero en esta última, a la cual pertenece el Bermejo, solo se tiene constancia de la supervivencia de algunas pocas familias en zonas del Pantanal paraguayo, a más de mil kilómetros de distancia del Impenetrable chaqueño. “El misterio es parte de la emoción de encontrar un ejemplar libre en esta área”, acota Di Martino.
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En busca de un origen incierto
Una vez superado el asombro inicial, las acciones siguieron dos ejes. Por un lado, comunicar la novedad a investigadores del Pantanal para corroborar si efectivamente ‘Teuco’, palabra de la etnia toba con la que también se conoce el Bermejo y fue elegida como nombre para el ejemplar “descubierto” en El Breal, es un individuo dispersado de las poblaciones del norte. La forma de las pecheras o manchas gulares de las nutrias gigantes difieren entre sí, y el hecho de que las imágenes tomadas muestran con claridad la del individuo del Chaco permitiría saber si el animal se encuentra registrado en alguna base de datos. “Es la opción que creemos más lógica, aunque para llegar aquí haya tenido que atravesar sitios tan modificados como la ciudad de Asunción. La otra sería que en Argentina hubiera poblaciones que no conozcamos, lo cual parece todavía más difícil”, afirma el director de Conservación de FRA.
Entretanto, en el Parque Nacional se dieron pasos inmediatos para obtener la mayor información posible. Gerardo Cerón, biólogo a cargo de la Estación de Campo y algunos de sus compañeros comenzaron una pesquisa en la laguna para tratar de averiguar si se trataba de un individuo aislado o había otros en el área: “Lo encontramos mientras estábamos recorriendo un punto de la orilla con huellas de que había estado allí revolcándose”, dice, y al relatarlo denota que todavía le cuesta creer que lo sucedido haya sido realidad: “Estuve mil veces remando en esa laguna. Tener frente a mí una nutria gigante e imaginarme un futuro proyecto de reintroducción me resulta alucinante”, admite.
En esas apresuradas tareas se descubrió que Teuco había comenzado a excavar una madriguera así como una letrina que, además de utilizar para efectuar sus deposiciones, le sirve de aviso olfatorio para otras nutrias que pudieran andar por la zona. De la letrina se recogió una feca para realizar un análisis que permita por un lado determinar su género —“En el agua es imposible saberlo. Tendríamos que verlo posado en tierra para poder apreciar sus genitales”, explica Di Martino— y, por otro, compararlo con la información genética que poseen los científicos del Pantanal, como parámetro accesorio para conocer su origen.
Rápidamente fueron colocadas cámaras trampa, tanto en sitios específicos de El Breal como en otras lagunas cercanas, que por el momento no han brindado ninguna imagen destacable. Diurnas, ruidosas y confiadas, las nutrias gigantes viven en núcleos familiares que reúnen ejemplares de varias camadas reproductoras, y los individuos jóvenes solo se separan del grupo para buscar una pareja y formar una nueva familia. ¿Será el caso del inesperado visitante de El Breal? ¿O tal vez será un lobo ya mayor, expulsado por un competidor más joven de la población que dominaba?
El científico Gerardo Cerón, biólogo a cargo de la Estación de Campo el Teuco, muestra la letrina de la nueva moradora de la laguna El Breal. Crédito: Fundación Rewilding Argentina (FRA).
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Buscarle pareja, una posibilidad algo lejana
Si su origen es un misterio, su futuro es otro de similar magnitud. “Deseamos que se quede con nosotros”, se ilusiona Cerón: “Pero no hay nada seguro, son animales muy móviles que podrían alejarse mucho en pocas horas”. Di Martino estima que “no va a quedarse solo, y si no encuentra una pareja se irá”. Una posibilidad sería intentar un anclaje al Parque Nacional, tal como se hizo en su día con Qaramtá, el yaguareté o jaguar (Panthera onca) que apareció en el lugar en septiembre de 2019. Aunque antes habrá que saber si es macho o hembra para llevar un individuo del sexo opuesto que atraiga a Teuco y, en cualquier caso, establecer un proyecto bien elaborado exigiría superar una larga serie de dificultades —prácticas, burocráticas y políticas—, que llevarían un tiempo que quizás Teuco no esté dispuesto a esperar.
En el caso de que se llegara a tomar la decisión del anclaje, la Fundación Rewilding Argentina tiene en los corrales de su Centro de Reintroducción situado en Iberá, unos 500 kilómetros al sureste del Impenetrable, las tres únicas nutrias gigantes que se conocen en el país (por eso, el resoplido del ejemplar de El Breal alertó de inmediato a Sebastián Di Martino), todas ellas nacidas en cautiverio en países europeos y donadas a la Fundación.
Coco, un macho, y Alondra, una hembra, llegaron hace dos años de Dinamarca y Hungría, respectivamente. Se encuentran en corrales de pre suelta, esta misma semana se comunicó que fueron padres de tres cachorros, y uno de los dos podría ser trasladado al Chaco. Nanay, otro macho, arribó desde Suecia casualmente solo dos días después del hallazgo de Teuco y todavía está en período de adaptación. La idea en sus casos es liberarlos en Iberá una vez que se observe que progenitores y cachorros hayan desarrollado habilidades suficientes para vivir en libertad.
Ante las dificultades, la intención es al menos proteger a Teuco. El Bermejo es un río donde la caza furtiva continúa siendo un gravísimo problema para la fauna de la región. “La situación es terrible. Por la noche se ven fogatas de campamentos de cazadores por todas partes”, resume Di Martino. La primera tarea fue elaborar y difundir afiches con la foto de la nutria gigante para pedir a los vecinos de la zona colaboración para localizarla y solicitar su protección. Al mismo tiempo, se solicitó a las autoridades de las provincias de Chaco y Formosa (que se encuentra al norte del río) y de Parques Nacionales que extremen los controles.
“Otra medida efectiva sería llevar al lugar actividades lícitas como el ecoturismo de observación de fauna porque los cazadores no disparan si hay turistas cerca”, subraya Di Martino: “Es un lugar espectacular para ver animales. Los tapires, los yacarés, los pecaríes de collar y labiados, los osos hormigueros, los lobitos de río son fácilmente detectables desde cualquier embarcación”, asegura, y propone que la práctica se difunda y se ponga en ejecución de inmediato, para cuidar a Teuco, pero también al yaguareté y el resto de las especies.
Imprevista y casi descartada por los expertos, la aparición de una nutria gigante en libertad en el Impenetrable ha sacudido el universo de la conservación en la Argentina. Nadie sabe qué ocurrirá con ella, pero ya ha establecido un hito: por fin, 122 años después, aquel último registro de los hermanos Leach pasó a ser definitivamente solo un dato más dentro de una larguísima historia.
El artículo original fue publicado por Rodolfo Chisleanschi Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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