Es conocido como el síndrome de Diógenes y consiste en acumular y acumular cosas inservibles en la casa y en el alma hasta quedar sepultados.
Diógenes de Sinope, un loco sabio, nacido en el año 413 A.C, desterrado de su propio pueblo, se transformó con el tiempo en uno de los pilares de la corriente filosófica de “los cínicos”. Vivía en un barril, rodeado de perros callejeros, con aspecto de vagabundo. Su lengua puntiaguda y su sarcasmo, lo hicieron merecedor del sobrenombre de “Socrátes enloquecido”.
En 1975 los investigadores Clark y Manikar bautizaron al Síndrome de Acumulación Compulsiva (SAC) con el nombre del maestro cínico: síndrome de Diógenes. Esto tal vez haciendo referencia a su imagen como mendigo o por vivir rodeado de perros.
Las personas que sufren de este síndrome no pueden desprenderse de ningún objeto, aunque sea inservible. En su mente, todo puede tener utilidad algún día: una vieja cuchara descartable, una bolsa de plástico, gorros de fiesta, lapiceros gastados, zapatos rotos, cosas aún sin desempacar. Esto, sumado a la basura emocional, las relaciones que ya terminaron, historias que ya nadie escucha y duelos que permanecen en su cabeza, puede llegar a ser bastante perjudicial.
Sumilla: “Para muchos acumuladores, sus pertenencias son extensiones de sí mismos, y cuando alguien las toca se sienten violentados”.
Una enfermedad mental. La acumulación compulsiva fue incorporada como una enfermedad mental en el Manual de Diagnósticos de Patologías Mentales, publicado en el 2013. Sin embargo, muy pocas personas, entre el 2% y el 5% son diagnosticadas con este cuadro, asegura Regina Lark, psicóloga de la Asociación Nacional de Organizadores Profesionales de España, que se especializa en ayudar a las personas a poner en orden sus vidas.
“Muchas veces hasta los matrimonios se ven perjudicados por el tema de la acumulación de cosas”, dice.
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